Del Mito al Logos
1. El paso del Mythos al Logos. Un mito es una narración simbólica (no histórica) que narra historias de los dioses y su relación con los hombres. El mito surge de la imaginación. El universo que explica el mito depende de la voluntad caprichosa de los dioses, lo que da lugar a un universo arbitrario (al azar), sin leyes cósmicas que podamos entender, llevando a elementos aleatorios como el caos.
Frente al mito aparece el logos (palabra). La diferencia es que el logos es una narración científica, por tanto, surge de la razón. Si el elemento fundamental es la razón, el logos da lugar a un universo necesario, regido por LEYES que explican todos los fenómenos utilizando la razón. Un universo donde no hay caos, las cosas ya no suceden porque sí. Se sustituye la explicación mitológica por la explicación de la razón y se pasa del universo arbitrario y caótico a un universo ordenado y necesario.
La Ética de Epicuro
La ética de Epicuro es una ética hedonista y, como cualquier hedonismo, mantiene que el fin supremo del hombre es el placer. Hay una identificación entre felicidad y placer: el hombre busca la felicidad como fin último y ésta es entendida como placer.
¿Qué es el placer?
El placer es la ausencia de dolor. El dolor es cualquier deseo o necesidad insatisfechos. En definitiva, el dolor es cualquier tipo de carencia, por tanto, el placer consistirá en no tener necesidades insatisfechas, en no tener ninguna carencia.
Pero el ser humano no puede dejar de tener necesidades o deseos, es un ser que por naturaleza desea (ser desiderante). Según Epicuro, sólo los dioses son plenamente felices pues sólo ellos carecen de necesidades. Ahora bien, si el hombre quiere ser feliz sólo lo será cuando sienta pocas necesidades insatisfechas y se acercará más a su plenitud cuantas menos carencias tenga. La ética es, pues, una llamada a ser como los dioses. Pero, ¿cómo lograr no sentir ninguna necesidad, satisfaciendo todos los deseos que nos surjan o educando nuestra voluntad para no desear en exceso? Según Epicuro el camino correcto es el segundo: hay que ver qué tipos de deseos sobrevienen al hombre para ver qué hay que hacer con ellos de cara a alcanzar el placer, que es lo mismo que la felicidad.
Teoría Política de Platón
Según el pensamiento platónico, ningún ser humano puede tener una vida normal si se mantiene aislado, dado que el hombre es un ser social; no como integrante de un rebaño sino como ciudadano activo, dispuesto a respetar y aceptar a la sociedad en que vive como un hecho inevitable.
Por esta razón, la preocupación de Platón era determinar cuál debería ser la verdadera naturaleza del Estado y su genuina función.
Para Platón, la moral y los principios de justicia deben ser los mismos, tanto para el ciudadano como para el Estado, de manera que sirvan para hacer felices a todos.
A Platón no le interesaba dedicarse a estudiar un gobierno en particular, sino que su interés se centraba en lo que deberían ser todos los Estados en general.
Por eso, en su libro “La República” trata de proponer un Estado ideal, como un modelo que todos los estados deberían imitar.
Platón estaba convencido que todo gobernante de un Estado ideal debe saber en qué consiste el arte de gobernar y qué es lo que debe hacer, porque si no lo sabe, o no tiene la habilidad para ejercer eficazmente esa función, puede hundir tanto al Estado como a sus ciudadanos.
Platón sabía por experiencia que los Estados que había conocido distaban mucho de ser perfectos; y su decepción lo llevó a ignorar la política imperante y a dedicarse a imaginar la mejor forma de gobierno posible para que los ciudadanos que confiaran en él pudieran ser más felices. Él había vivido la desventura de la oligarquía y posteriormente, con la democracia, en la que había depositado todas sus esperanzas, se volvió a desilusionar debido a la confusión existente en el poder y los vaivenes de la vida pública.
Comprendió que los Estados están todos mal gobernados, que sus leyes son irremediables y que todo dependía de la buena o mala suerte.
La filosofía permite a un gobernante a evaluar lo que es mejor para la sociedad y para los ciudadanos; por lo tanto, las personas más adecuadas para gobernar, que podrán liberar a las comunidades del flagelo de los malos gobernantes, son los filósofos o bien, aquellos que ya tienen el poder y se conviertan providencialmente en verdaderos filósofos.
El hombre debe vivir necesariamente en una sociedad organizada, porque necesita de la colaboración mutua para subsistir; de modo que la vida en comunidad tiene un propósito económico del que posteriormente emanará el principio de la división del trabajo.
Los seres humanos tienen distintas habilidades y aptitudes, y por medio de ellas pueden brindar su aporte individual de diferentes formas a la comunidad en que viven.
El Estado necesitará que haya personas capaces de realizar todas las tareas que requiere una sociedad para cubrir todas las necesidades de sus miembros.
No solo de actividades rudas se nutrirá esa sociedad, sino que a medida que se haga más grande y compleja irá requiriendo también otras tareas más refinadas como las relacionadas con el arte, la música, la docencia, la medicina, etc.; y cuando sus territorios resulten insuficientes para sus cubrir sus necesidades deberán extender sus dominios a las ciudades vecinas.
Así llega Platón al concepto de que la causa de las guerras es económica y a la necesidad de formar guardianes del Estado, tan sabios como sus gobernantes que puedan discernir quienes son los verdaderos enemigos.