Platón: Del Mito al Logos
Para lograr una comprensión total de la realidad, que es la filosofía, el hombre se valió durante milenios de la explicación mitológica. Un mito religioso es un relato que narra las hazañas de los dioses acontecidas en un tiempo primordial, gracias a las cuales fueron establecidas las bases y los modos de vida que ahora conocemos. Uno de los fenómenos que siempre ha impresionado a los hombres ha sido la tormenta. La explicación mitológica trata de comparar los truenos y relámpagos con hechos de su vida cotidiana, por ello explicarían la tormenta como lanzas y flechas que los dioses envían desde el cielo para castigarles. En cambio, Anaximandro dejó escrito que la tormenta acontece a causa del viento.
Dicho esto, pasamos a describir a rasgos muy generales el panorama general de la filosofía en los siglos VI-V a. C. De las cuatro formas de comprender la filosofía en la antigüedad (el mundo físico -los filósofos presocráticos-, el interés político y la moralidad -sofistas y Sócrates respectivamente-, la metafísica -Platón-), los presocráticos iniciaron su andadura interesándose por la naturaleza (mundo físico) bajo el paradigma del cambio. Tales de Mileto (639-547 a. C) está considerado el primer filósofo occidental de la historia, ya que al preguntarse por el arjé, el Principio, lo Dominante, su respuesta no fue mitológica. Anaximandro (585-524 a. C.) también se preguntó por el arjé y su respuesta fue el apeiron, que significa lo indefinido e ilimitado. Dado que todo lo existente se caracteriza por ser limitado y concreto, el apeiron o lo ilimitado tiene que ser el origen auténtico de las cosas. Pitágoras (582-507 a. C) concibió la naturaleza como un todo viviente y divino donde hay armonía y orden. Empédocles (Agrigento, 493-433 a. C.) reconoce la existencia de los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego, a partir de cuya combinación se forman tanto los seres vivos como los inertes. Para explicar la reordenación y combinación de los elementos, Empédocles introdujo dos fuerzas: el amor/amistad (fuerza de unión) y la discordia. Los dos filósofos más relevantes de esta época presocrática fueron Heráclito de Éfeso (544-484 a. C.) y Parménides de Elea (510-450 a. C.). Para Heráclito, todo en la naturaleza está en cambio, y todo cambio es una lucha de contrarios.
Los Dos Mundos
Los hombres clasificamos las acciones de los demás y las propias como buenas o malas. Decimos: esto es malo, aquello es bueno. Y obramos en consecuencia con estas opiniones, según veíamos. No podemos saber si fue Sócrates o si es Platón quien afirma que lo bueno mismo, esa forma que tienen todas las acciones que se llaman adecuadamente buenas, es indefinible porque sólo consiste, precisamente, en lo bueno mismo y nada más.
La teoría de las ideas es la concepción central de la filosofía platónica y consiste en afirmar que las ideas/formas/esencias de las cosas son reales, más aún, son la verdadera realidad. Entre las ideas y las cosas hay una relación que Platón caracterizó en algunos diálogos como participación y en otros como imitación. La primera forma de relación fue criticada al comprender que lo que participa toma parte de la idea, por lo que se daría una relación incompleta. Parece más adecuado el segundo, pues la idea debe hacerse presente toda ella, pero como un reflejo, una copia.
Entre los objetivos de la teoría de las ideas destacamos los siguientes:
- A nivel gnoseológico, sólo puede haber auténtico conocimiento de lo estable, lo permanente (ideas o formas).
- A nivel ético, la vida privada y la vida pública sólo se salvan si existen valores absolutos de cuyo conocimiento es capaz el ser humano.
- A nivel político, la organización de la ciudad ideal debe contar con que sus gobernantes y jueces conozcan la idea de justicia y bondad para no equivocarse en sus decisiones.
Teoría del Conocimiento
En el mundo inteligible llegamos a conocer las ideas, y en él colabora un elemento emocional que impulsa al alma en su progreso hacia las ideas: el amor. Cuando sentimos no solamente percibimos, sino que también comprendemos otras propiedades que no podemos sentir. Ya la primera vez que hemos sentido, hemos tenido que pensar. Es enteramente como si la recordáramos, brota como un recuerdo o reminiscencia (en griego, anámnesis). Para Platón, todo conocimiento es una combinación de sensación y reminiscencia de ideas. Platón entiende la dialéctica como el método mediante el cual se asciende gradualmente desde el conocimiento sensible hasta el verdadero conocimiento. Para Platón, lo bueno y lo bello van intrínsecamente unidos, él une la eternidad y el tiempo. Parte del hecho de que lo bello es la idea eterna que mejor se refleja en la sensibilidad y, por tanto, la que más fácilmente puede inducir al hombre a la existencia filosófica. Pero para que la belleza pueda realizar esta obra es preciso que consigamos pasar del amor de los cuerpos sensibles al amor de lo bello mismo.
Concepción Antropológica
En Platón se percibe un dualismo antropológico entre dos principios opuestos: el cuerpo, que nos vincula al mundo sensible, y el alma, que nos vincula al mundo de las ideas. Los seres humanos consideran haber hallado una demostración de que el alma está más cerca de la realidad ideal que de la sensible. La muerte debe entenderse como la separación del alma inmortal, siendo necesario que el alma haya preexistido al cuerpo. El alma del hombre consta de tres partes o facultades:
- La suprema es lo racional, reminiscencia de las ideas y asociada, sobre todo, en el cuerpo, a lo más elevado y digno, la cabeza.
- La siguiente es lo irascible, asociada al pecho.
- La ínfima, lo concupiscible, asociada al vientre.
Lo concupiscible, o facultad del deseo inferior, suele buscar bienes muy distintos de lo racional, porque sólo persigue el placer. Lo irascible es la capacidad heroica del hombre, que sirve mucho más fácilmente a lo racional, y gracias a la cual se puede afrontar un gran peligro físico. Para Platón, el alma ha existido con anterioridad al cuerpo. El alma está condenada en una vida anterior a vivir en una prisión. Con el fin de explicar esta situación, recurre al mito del auriga, también llamado del carro alado. Las almas, los dioses principales, circulan por la bóveda del cielo para contemplar el lugar que queda más arriba, donde habitan puras las ideas. Emprenden entonces la cuesta arriba más ardua, que es, sin embargo, fácil para sus almas. El mito habla hasta de nueve clases distintas de vidas humanas, la superior de las cuales es la del filósofo. Si alguien consigue pasar filosofando las tres vidas de que dispone a lo largo de mil años, recuperará las alas y podrá abandonar esta asociación reiterada, penosa y peligrosa con el cuerpo.
Ética y Política
La educación es una exigencia de la propia naturaleza del ser humano. Para Platón, sin educación, la vida queda reducida a las vivencias primitivas, arcaicas y sin horizontes; no surgen las ideas que harán posible el conocimiento y la ciencia; se hacen inalcanzables las virtudes o excelencias prácticas. Los griegos dieron el nombre de virtud a la excelencia en cualquier orden de actividad. Platón establece las virtudes básicas, conocidas como cardinales, porque sirven de quicio a todas las demás:
- Sabiduría/Prudencia: agudeza de espíritu para hacer lo conveniente en cada situación.
- Fortaleza: esfuerzo y capacidad para sobreponerse al trabajo, al sufrimiento y al dolor.
- Templanza: dominio de uno mismo, serenidad, moderación.
- Justicia: virtud general que une y armoniza todas las demás, asignando a cada una su función.
Podríamos entender la política platónica como una extrapolación de su ética, es decir, si la justicia de un
alma depende de que cada una de sus partes realice la función propia, la justicia de la ciudad dependerá de que cada clase social realice la función que por su naturaleza le corresponde.