Demostración de la Existencia de Dios: De Aristóteles a Santo Tomás

1. Movimiento y Primer Motor

Entendemos como movimiento cualquier tipo de cambio que pueda sufrir una sustancia, entendida ésta como objeto de la realidad. Según Aristóteles, el movimiento es el paso de la potencia al acto. Es decir, el hecho de que algo que tenía posibilidades de cambiar, cambie de forma efectiva. Y esto es algo que podemos percibir en todas las cosas sensibles, tanto naturales como artificiales. Todas poseen esta estructura acto-potencia y el movimiento es uno de sus rasgos más característicos.

A partir de todo esto, Aristóteles muestra la existencia de Dios. El razonamiento y el ejemplo son idénticos a los que encontramos en la primera vía de Santo Tomás. Un cuerpo frío se calienta por la proximidad de otro cuerpo caliente, o lo que es lo mismo, lo que cambia, cambia por acción de otro. Pero esto no se puede prolongar indefinidamente porque, si no, nada cambiaría. Por lo tanto, es necesario admitir un primer motor que mueve y no es movido, al que Aristóteles llama Dios, acto puro.

En consecuencia, estas nociones presentes en el texto de Santo Tomás tienen su inspiración en la filosofía de Aristóteles, que aunque consideraba la naturaleza parte fundamental de la realidad, creía que ésta no se puede explicar a partir de ella misma.

2. Causa Eficiente y Ser Necesario

Para nosotros, causa es lo que Aristóteles denominaría causa eficiente y causa final. Sin embargo, para este filósofo, también se podría hablar de causa material y causa formal. En general, causa es todo principio de todo ser, aquello de lo que de algún modo depende la existencia de un ente, o dicho de otra manera, el factor al que nos referimos para explicar un proceso de cambio. En el ejemplo de Aristóteles, la causa eficiente de una estatua es el escultor y, por tanto, es extrínseca. Por tanto, este venir desde fuera es el que nos determina a pensar que tiene que haber un ser externo, causa última de todo lo creado.

Por otra parte, la característica básica de toda realidad es la contingencia. Para entender esto, es necesario entender la diferencia tomista entre esencia y existencia. Aquí se separa de Aristóteles, puesto que la existencia le viene dada al ente desde fuera. De esta manera, distinguimos la sustancia, compuesto de materia y forma, donde la forma es la esencia y la existencia. En conclusión, Santo Tomás cree que la contingencia de las cosas, para dar cuenta de su existencia, exige un ser necesario que la haya puesto en el ser: Dios.

3. Ser Perfectísimo e Inteligencia Ordenadora

El ser perfectísimo es el término al que llega Santo Tomás en la cuarta vía. El argumento no sigue de un tema formal, propuesto en las tres primeras vías, y su fundamento metafísico no descansa en una concepción aristotélica. La existencia de una realidad constituida por diferentes grados de ser hasta llegar a ser primero, al máximo grado de ser, es propia de la interpretación y adaptación de la filosofía platónica.

El concepto de inteligencia ordenadora aparece como término de la quinta vía. En ella apreciamos un fundamento metafísico que hunde sus raíces en la filosofía aristotélica. Considerar la realidad desde el punto de vista del sentido, de la intención o de la causa final, cuyo ser o causa primera no puede ser más que una inteligencia o voluntad supremas, responsables del devenir del mundo.

4. Existencia de Dios y Existencia del Mal

La presencia del mal en el mundo es debida al libre albedrío del hombre. Pero como el orden del mundo exige la realidad de los grados inferiores con relación a los grados superiores, podemos decir que el propio orden del mundo exige el mal. La pena es deficiencia de forma o de una de sus partes, necesaria para la integridad de la cosa.

La culpa es el acto humano de escoger deliberadamente el mal. El hombre tiene la facultad de percibir y tender al bien. Hay en él una disposición natural a entender los principios especulativos, de los que todas las ciencias dependen, y una disposición natural para entender los principios prácticos. Este habitus natural práctico es la sindéresis, que nos inclina al bien y nos aparta del mal. Las virtudes están basadas en este habitus general del entendimiento práctico.

Virtudes según Santo Tomás

Santo Tomás toma de Aristóteles la distinción entre:

  • Virtudes intelectuales
  • Virtudes morales: justicia, templanza, prudencia y fortaleza.

Pero estas virtudes no bastan para conseguir la beatitud eterna: son precisas las virtudes teologales, que Dios ha infundido directamente en el hombre:

  • Fe
  • Esperanza
  • Caridad

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