La Demostración de la Existencia de Dios en la Filosofía de Descartes
La Idea de un Ser Perfecto y su Existencia
El tema central del texto es la demostración de la existencia de Dios. Descartes parte de la premisa de que la idea de un ser perfecto lleva en sí misma la existencia: como tengo la idea de Dios, que es el ser perfecto, y este contiene en sí la existencia, Dios existe. De este modo, se produce un salto del plano del conocimiento al plano de la existencia, del mundo real. A partir de la concepción de las ideas innatas de infinito, perfección, existencia y la propia idea de Dios, Descartes argumenta la existencia de Dios. La existencia y la infinitud son perfecciones de Dios. La esencia de Dios comprende su existencia, la incluye necesariamente, por eso, Descartes considera que no se puede concebir a Dios sin existencia. Si se concibe que Dios es absolutamente perfecto e infinito, esta idea no puede proceder del ser humano, puesto que es finito e imperfecto, y esta es una idea de perfección. Por ello, Descartes concluye que del hecho de que poseamos una cierta idea de un ser perfecto, es decir, Dios, se demuestra evidentemente que Dios existe.
La Imposibilidad del Engaño Divino
Ante la posibilidad de que Dios nos engañe, Descartes responde que esto no es posible, ya que esto sería una imperfección que no se puede encontrar en un ser perfecto. También podría objetarse que podríamos equivocarnos, pero también responde Descartes que el creador no puede habernos dado una facultad defectuosa. El error no depende de Dios, que no es falaz, sino verdadero. De este modo, Descartes ofrece algunas variaciones del argumento ontológico para demostrar la existencia de Dios que dio Anselmo de Canterbury en el siglo XI.
La Duda Metódica y la Existencia del Yo Pensante
Tal como se ha expuesto en las cuestiones anteriores, Descartes pretende una filosofía absoluta, con todo el rigor científico de las matemáticas, cuya validez fuese universal. Con este fin, Descartes aplica la duda metódica a todos los campos: el de los sentidos, el mundo exterior, incluso a los propios razonamientos, hasta llegar a una verdad que considera fuera de toda duda. La verdad inmutable, la base de toda la filosofía para Descartes, es la existencia del yo como sujeto pensante. El pensamiento, afirma Descartes, piensa siempre ideas. El problema es cómo garantizar que a la idea le corresponde una realidad.
Tipos de Ideas: Adventicias, Facticias e Innatas
Al analizar las ideas, Descartes distingue las ideas adventicias, aquellas que parecen provenir de nuestra experiencia externa; y las ideas facticias, ideas que construye la mente a partir de otras ideas, provienen, por tanto, de nuestra imaginación o voluntad, o de otras ideas. Ninguna de estas ideas puede servir como punto de partida para la demostración de la existencia de la realidad extramental. Las primeras, porque provienen del exterior, y su validez depende de la problemática existencia de la realidad exterior. Las segundas, porque al ser construidas por el pensamiento, también se pueden cuestionar. Pero Descartes acepta la existencia de un tercer tipo de ideas que no provienen ni del exterior, ni tampoco son construidas a partir de otras ideas, son las que el pensamiento posee en sí mismo, son innatas, como las ideas de pensamiento y de existencia, que no proceden de la experiencia externa ni son construidas por nosotros, sino que nos las encontramos en la percepción misma del “pienso, luego existo”.
La Idea de Infinito y la Demostración de la Existencia de Dios
Entre las ideas innatas, Descartes descubre la idea de infinito, que, como se ha comentado en los puntos anteriores, identifica con la idea de Dios. La existencia y la infinitud son perfecciones de Dios. La esencia de Dios comprende su existencia, la incluye necesariamente. Si se concibe que Dios es absolutamente perfecto e infinito, esta idea no puede proceder del ser humano, puesto que es finito e imperfecto. De aquí concluye Descartes que “del hecho de que yo posea una cierta idea de un ser perfecto, es decir, Dios, se demuestra evidentísimamente que Dios existe”.
Influencias de San Agustín y San Anselmo
La idea de Dios es, por tanto, una idea innata para Descartes, quien demuestra la existencia de Dios a partir de la idea de Dios. Un argumento parecido se encuentra en San Agustín: en nuestro entendimiento hay verdades necesarias, inmutables, eternas; el fundamento de esas verdades no puede ser el pensamiento humano que es imperfecto, por tanto, reciben su valor de la verdad eterna que es Dios. También admite Descartes el argumento ontológico de San Anselmo que prueba la existencia de Dios a partir de la idea de Dios (todos los hombres tienen una idea de Dios, entienden por Dios un ser tal que es imposible pensar otro mayor que Él; un ser tal ha de existir no solo en nuestro pensamiento, sino también en la realidad, ya que, en caso contrario, sería posible pensar otro mayor que Él y, por tanto, caeríamos en contradicción; luego, Dios existe no solo en el pensamiento, sino también en la realidad).