Desarrollo Moral según Kohlberg: Etapas y Características

Kohlberg comparte con Piaget la creencia en que la moral se desarrolla en cada individuo pasando por una serie de fases o etapas. Estas etapas son las mismas para todos los seres humanos y se dan en el mismo orden, creando estructuras que permitirán el paso a etapas posteriores. Sin embargo, no todas las etapas del desarrollo moral surgen de la maduración biológica como en Piaget, estando las últimas ligadas a la interacción con el ambiente. El desarrollo biológico e intelectual es, según esto, una condición necesaria para el desarrollo moral, pero no suficiente. Además, según Kohlberg, no todos los individuos llegan a alcanzar las etapas superiores de este desarrollo.

Kohlberg extrajo las definiciones concretas de sus etapas del desarrollo moral de la investigación que realizó con niños y adolescentes de los suburbios de Chicago, a quienes presentó 10 situaciones posibles en las que se daban problemas de elección moral entre dos conductas. El análisis del contenido de las respuestas, el uso de razonamientos y juicios, la referencia o no a principios, etc. (se analizaron 30 factores diferentes en todos los sujetos) fue la fuente de la definición de las etapas. Posteriormente, y para demostrar que estas etapas eran universales, Kohlberg realizó una investigación semejante con niños de una aldea de Taiwán, traduciendo sus dilemas morales al chino y adaptándolos un poco a la cultura china.

El desarrollo moral comenzaría con la etapa cero, donde se considera bueno todo aquello que se quiere y que gusta al individuo por el simple hecho de que se quiere y de que gusta. Una vez superado este nivel anterior a la moral se produciría el desarrollo según el esquema que estudiaremos. (Repetición eliminada para evitar redundancia)

Se presenta un ejemplo para ilustrar las etapas:

En Europa, una mujer estaba a punto de morir de cáncer. Existía un medicamento que los médicos pensaban que podría salvarla. Se trataba de un tipo de radio que un farmacéutico de esa misma ciudad había descubierto recientemente. El medicamento era caro, pero el farmacéutico cobraba diez veces más de lo que le había costado fabricarlo. El esposo de la mujer enferma, Heinz, acudió a todos sus conocidos para pedir prestado el dinero, pero solo pudo reunir la mitad de lo que costaba. Le dijo al farmacéutico que su esposa se estaba muriendo y le pidió que le vendiera el medicamento más barato o que le permitiera pagar más tarde. Pero el farmacéutico se negó. Heinz entró desesperado en la farmacia y robó la medicina para su mujer.

Nivel 1. Moralidad Preconvencional (hasta los 9 años)

Etapa 1. Orientación hacia la obediencia y el castigo.

En esta etapa el niño/a asume que autoridades poderosas transmiten un sistema de reglas fijo que él o ella debe obedecer sin cuestionar. Al dilema de Heinz, el niño dice típicamente que Heinz no debería haber robado la droga porque «está contra la ley,» o «es malo robar,» como si esto fuera lo único que importara. Cuando se le pide que explique por qué, el niño responde generalmente en términos de las consecuencias implicadas, explicando que robar es malo «porque te castigarían» (Kohlberg, 1958b).

(Párrafo repetido eliminado y fusionado con el anterior). Aunque la gran mayoría de los niños en la etapa 1 se opone al robo de Heinz, sigue siendo posible que algún niño apoye esa acción y todavía emplee el razonamiento de la etapa 1. Por ejemplo, un niño/a puede decir, «Heinz puede robarlo porque se lo pidió primero y no es como robar algo grande; no lo castigarían». Aunque el niño/a esté de acuerdo con la acción de Heinz, el razonamiento pertenece todavía a la etapa 1, pues la preocupación se centra en lo que las autoridades permiten y castigan.

Kohlberg llama a la etapa 1 pensamiento «preconvencional» porque los niños todavía no hablan como miembros de la sociedad. En lugar de eso, ven la moralidad como algo externo a sí mismos, como algo que los adultos les dicen que deben hacer.

Etapa 2. Individualismo e intercambio.

Los niños reconocen en esta etapa que no existe una sola visión correcta que es dada por las autoridades. Diversos individuos tienen diversos puntos de vista. «Heinz,» dirán, «puede considerar correcto robar el medicamento, pero el farmacéutico no.» Puesto que todo es relativo, cada persona es libre de perseguir sus propios intereses. Un niño dijo que Heinz podía robar la droga si quisiera que viviera su esposa, pero que no tendría que hacerlo si deseaba casarse con alguien más joven y atractiva (Kohlberg, 1963, p. 24). Otro dijo que Heinz podría robarlo porque «quizás tenía niños y necesitaba a alguien en la casa que se ocupase de ellos. Pero quizás no debería robarlo porque puede ser que lo metan en la cárcel durante más años de los que él podría soportar». Por tanto, lo correcto para Heinz, es lo que favorece sus propios intereses.

Los niños en ambas etapas, 1 y 2, hablan del castigo. Sin embargo, lo perciben de modo diferente. En la etapa 1 el castigo está vinculado a la conducta incorrecta; el castigo «prueba» que la desobediencia es incorrecta. En la etapa 2, en cambio, el castigo es simplemente un riesgo que uno desea naturalmente evitar.

Aunque las respuestas de la etapa 2 suenan a veces amorales, tienen cierto sentido de la acción correcta. Se trata de una noción del intercambio justo. La filosofía subyacente es de intercambio de favores: «Si tú haces esto por mí, yo hago esto por ti». Al escuchar la historia de Heinz, los individuos dicen a menudo que Heinz actuó correctamente al robar la droga porque el farmacéutico estaba poco dispuesto a hacer un trato justo; él «intentaba estafar a Heinz»; o bien pueden decir que debe robar por su esposa «porque ella puede que le devuelva el favor algún día» (Gibbs et al., 1983, p. 19).

Los individuos en la etapa 2 se dice que todavía razonan en el nivel preconvencional porque hablan como individuos aislados más que como miembros de la sociedad. Ven a individuos intercambiando favores, pero todavía no hay identificación con los valores de la familia o de la comunidad.

Nivel II. Moralidad Convencional (desde los 9 años hasta la adolescencia)

Etapa 3. Buenas relaciones interpersonales.

Los niños en esta etapa creen que la gente debe atenerse a las expectativas de la familia y de la comunidad y comportarse correctamente. Comportarse correctamente significa tener buenas intenciones y sentimientos interpersonales, como amor, empatía, confianza y preocupación por los demás. Heinz, hizo bien al robar el medicamento porque «era un buen hombre por querer salvarla» y «sus intenciones eran buenas: salvar la vida a alguien que ama.» Incluso si Heinz no amaba a su esposa, estas personas dicen a menudo que debe robar el medicamento porque «no creo que ningún marido deba quedarse sentado mirando como muere su esposa» (Gibbs et el al., 1983, pp. 36-42; Kohlberg, 1958b).

Si los motivos de Heinz eran buenos, los del farmacéutico eran malos. El farmacéutico, dicen los sujetos de la etapa 3, era «egoísta,» «codicioso,» e «interesado solamente en sí mismo, no en otra vida.» A veces, los entrevistados se enojaban tanto con el farmacéutico que dicen que deberían meterlo en la cárcel (Gibbs et al., 1983, pp. 26-29, 40-42). Una respuesta típica de la etapa 3 es la de Don, de 13 años de edad: «Realmente era culpa del farmacéutico, él era injusto, intentando cobrar excesivamente y dejando a alguien morir. Heinz amaba a su esposa y deseaba salvarla. Pienso que cualquier persona lo haría. No creo que lo metan en la cárcel. El juez miraría todos los puntos de vista, y se daría cuenta de que el farmacéutico cobraba demasiado.» (Kohlberg, 1963, p. 25).

Vemos que Don define la situación en función de los rasgos de carácter y motivos de los implicados. Habla del marido cariñoso, del farmacéutico injusto, y del juez comprensivo. Su respuesta merece la etiqueta de «moralidad convencional» porque supone que la actitud expresada sería compartida por toda comunidad: «cualquiera haría bien al hacer lo que hizo Heinz» (Kohlberg, 1963, p. 25).

Como se observa, se da un cambio de la obediencia incuestionable a una perspectiva relativista y a una preocupación por los buenos motivos.

(Párrafos repetidos eliminados y consolidados en uno solo)

Etapa 4: Sistema social y conciencia (ley y orden).

El punto de vista desde el cual el individuo ejerce su moral se identifica en esta etapa con el del sistema social que define los papeles individuales y las reglas de comportamiento. Las relaciones individuales se consideran en función de su lugar en el sistema social y se es capaz de diferenciar los acuerdos y motivos interpersonales del punto de vista de la sociedad o del grupo social que se toma como referencia.

Lo justo es cumplir los deberes que previamente se han aceptado ante el grupo. Las leyes deben cumplirse salvo cuando entran en conflicto con otros deberes sociales establecidos. También se considera como parte de lo justo la contribución a la sociedad, grupo o instituciones.

Las razones para hacer lo que está bien son mantener el funcionamiento de las instituciones, evitar la disolución del sistema, cumplir los imperativos de conciencia (obligaciones aceptadas) y mantener el autorrespeto.

Nivel III: Moral Postconvencional o Basada en Principios

Las decisiones morales en este nivel tienen su origen en el conjunto de principios, derechos y valores que pueden ser admitidos por todas las personas que componen la sociedad, entendiéndose ésta como una asociación destinada a organizarse de un modo justo y beneficioso para todos sin excepción.

Etapa 5: Derechos previos y contrato social (utilidad).

En esta etapa se parte de una perspectiva previa a la de la sociedad: la de una persona racional con valores y derechos anteriores a cualquier pacto o vínculo social. Se integran las diferentes perspectivas individuales mediante mecanismos formales de acuerdo, contrato, imparcialidad y procedimiento legal. Se toman en consideración la perspectiva moral y la jurídica, destacándose sus diferencias y encontrándose difícil conciliarlas.

Lo justo consiste en ser consciente de la diversidad de valores y opiniones y de su origen relativo a las características propias de cada grupo y cada individuo. Consiste también en respetar las reglas para asegurar la imparcialidad y el mantenimiento del contrato social. Se suele considerar una excepción por encima del contrato social el caso de valores y derechos como la vida y la libertad, que se ven como absolutos y deben, por tanto, respetarse en cualquier sociedad, incluso a pesar de la opinión mayoritaria.

La motivación para hacer lo justo es la obligación de respetar el pacto social para cumplir y hacer cumplir las leyes en beneficio propio y de los demás, protegiendo los derechos propios y los ajenos. La familia, la amistad, la confianza y las obligaciones laborales se sienten como una parte más de este contrato aceptado libremente. Existe interés en que las leyes y deberes se basen en el cálculo racional de la utilidad general, proporcionando el mayor bien para el mayor número de personas.

Etapa 6: Principios éticos universales (autonomía).

En esta última etapa se alcanza por fin una perspectiva propiamente moral de la que se derivan los acuerdos sociales. Es el punto de vista de la racionalidad, según el cual todo individuo racional reconocerá el imperativo categórico de tratar a las personas como lo que son, fines en sí mismas, y no como medios para conseguir ninguna ventaja individual o social.

Lo que está bien, lo justo, es seguir los principios éticos universales que se descubren por el uso de la razón. Las leyes particulares y acuerdos sociales son válidos porque se basan en esos principios y, si los violaran o fueran en contra de ellos, deberá seguirse lo indicado por los principios. Los principios son los principios universales de la justicia: la igualdad de derechos de los seres humanos y el respeto a su dignidad de individuos.

La razón para hacer lo justo es que, racionalmente, se ve la validez de los principios y se llega a un compromiso con ellos.

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