Contexto de Descartes
René Descartes nació en La Haye en 1596. Proveniente de una familia acomodada y amante de las letras, se educó en el colegio La Flèche, donde recibió una formación clásica y filosófica. Al finalizar sus estudios, se dedicó a viajar, impulsado por el deseo de leer en el «gran libro del mundo». Posteriormente, decidió dedicarse a la investigación y redacción de sus obras. Murió en Estocolmo en 1650. Hombre cauto y prudente, intentó evitar el enfrentamiento político y religioso. Cuando se disponía a publicar el Tratado del Mundo, se enteró de la condena de Galileo, razón por la cual no lo publicó, ya que en él aceptaba la hipótesis copernicana, motivo de la condena del astrónomo italiano. Con Descartes se inicia la filosofía moderna, que concibe al hombre como un ser racional y libre, dueño de su destino. El Discurso del Método está escrito en francés. El tema de la obra es un tratado del nuevo método ideado por él, que considera el más adecuado para la investigación científica y filosófica.
Noción de Duda y Certeza en Descartes
La filosofía de Descartes comienza con la duda. Se propone dudar de todo aquello de lo que no encontremos un motivo sólido para creer. Se trata de una duda metódica, cuya regla es dudar de todo aquello que no sea evidente, de todo lo que no se presente de forma clara y distinta. Tenemos un motivo para dudar de los sentidos, ya que es posible que las cosas no sean tal y como las percibimos. Cuando decimos que estamos seguros de la existencia de objetos materiales, lo hacemos porque nos basamos en nuestros sentidos: vemos, oímos, tocamos algo y por eso decimos que es real. A veces nos equivocamos al razonar, por eso Descartes introduce la hipótesis del genio maligno, un ser poderoso y perverso que tiene poder sobre nuestra naturaleza y nos hace confundir lo verdadero con lo falso. Esta duda es radical y exagerada; su fundamento es teórico, universal y provisional. No es una duda escéptica. La certeza, por otro lado, sería siempre subjetiva y no nos garantiza que estemos en lo cierto.
Alma y Cuerpo según Descartes
Entendemos por sustancia aquello que existe de tal manera que no necesita nada más para existir; por lo tanto, solo puede ser Dios. Por ello, Dios es la sustancia infinita, el alma es la sustancia pensante y el cuerpo la sustancia extensa. La filosofía de Descartes se basa en una ontología dualista, que defiende que estamos formados por alma y cuerpo. El alma, que es espiritual, es libre. Descartes señala la distinción entre el cuerpo y el alma, así como la relación entre ambos, admitiendo que el alma está alojada en el cuerpo. El alma pensante es sujeto y voluntad. De la unión entre el alma y el cuerpo nacen las pasiones en el cuerpo, que obligan al alma a controlarlas.
Noción de Pensamiento e Ideas
«Pienso, luego existo» (Cogito, ergo sum). De aquí se obtienen dos conclusiones:
- Que soy una cosa que piensa, que tiene ideas; que mi actividad consiste en pensar, lo cual se expresa mediante ideas.
- Nada confirma que esto sea verdad, excepto la claridad con la que se me presenta.
Para Descartes, el conocimiento recae sobre las ideas y no sobre las cosas, por eso se le considera el iniciador del idealismo moderno. Es necesario demostrar la inexistencia del genio maligno y la realidad exterior al conocimiento. Solo son evidentes las ideas que piensa el yo. Descartes distingue tres tipos de ideas:
- Ideas adventicias: Aquellas que parecen provenir de nuestra experiencia externa.
- Ideas facticias: Construidas por la mente a partir de otras ideas.
- Ideas innatas: Ideas que el pensamiento ya posee; son innatas.
El Cogito y el Criterio de Verdad
Descartes descubre como primera verdad que existe y piensa. San Agustín había dicho que, si nos equivocamos, existimos. La primera verdad, «pienso, luego existo», es una intuición intelectual: para poder pensar es necesario existir. Para Descartes, el cogito es una intuición, es la captación de una idea clara y distinta.
Descartes distingue dos clases de principios:
- Abstractos: Constituyen la base del pensamiento.
- Reales: Se apoyan en la realidad, que es la primera verdad de existencia.
El cogito es la única verdad indudable. Sé que existo en el momento en que estoy pensando. Descartes deduce, partiendo del cogito, dos nuevas verdades:
- Referida al yo.
- Referida a la verdad.
Las Demostraciones de la Existencia de Dios
Descartes busca demostrar la existencia de Dios a partir del análisis de las ideas. Es evidente que debe haber tanta realidad en la causa como en el efecto, pues el efecto no puede obtener su realidad si no es de la causa. Lo mismo ocurre con las ideas. Dios es una sustancia infinita e inmutable, cualidades que yo no poseo. A partir de la idea de Dios, Descartes aporta la prueba del argumento ontológico. Dice que en la idea de Dios no se puede prescindir de su existencia real. Demostrada la existencia de Dios, este se convierte en la garantía de que lo que yo pienso de forma clara y distinta es verdadero, y de que existe un mundo exterior con el que mis ideas se corresponden. Su Dios es perfecto, no puede ser engañador, ya que todo defecto o vicio es una imperfección.