Dualismo Antropológico: Mecanicismo y Libertad en Descartes
René Descartes, figura cumbre de la filosofía francesa y padre de la filosofía moderna y del racionalismo, nació en La Haye. Estudió en el colegio jesuita de La Flèche, una de las instituciones educativas más prestigiosas de Europa. Tras completar sus estudios de derecho, se unió al ejército y participó en la Guerra de los Treinta Años. En 1637, publicó su influyente obra, El Discurso del Método. Años después, aceptó la invitación de la reina Cristina de Suecia, quien estaba interesada en su filosofía, y se trasladó a su corte. Sin embargo, el clima riguroso de Suecia y el horario exigente de las lecciones contribuyeron a su prematura muerte.
La Búsqueda de la Certeza: El Método de la Duda
¿Cuáles son las verdades que podemos conocer con certeza? Esta es la pregunta central del Discurso del Método. Descartes rechaza la filosofía escolástica y aristotélica, considerándolas incapaces de satisfacer las demandas científicas de la época, y se embarca en la búsqueda del fundamento del conocimiento. El filósofo parte de la duda, exponiendo diferentes razones por las cuales podemos dudar de la veracidad de lo que conocemos. Se propone rechazar como absolutamente falso todo aquello en lo que pueda existir la menor duda, con el objetivo de descubrir si, tras este proceso, queda algo enteramente indudable.
Descartes argumenta que es posible dudar de todas las percepciones de los sentidos, ya que estos a menudo nos engañan. Además, no podemos distinguir con certeza entre el sueño y la realidad. De esta duda surge una certeza temporal: ni siquiera en sueños podemos dudar de las verdades matemáticas. Sin embargo, Descartes plantea una posibilidad aún más radical: la existencia de un genio maligno. Nadie puede asegurar que no estamos bajo el dominio de un ser que nos confunde incluso en lo referente a las nociones matemáticas. A pesar de todo, hay algo que escapa al poder de este genio: si me engaña, es porque existo; si me engaño a mí mismo, también existo. En resumen, la duda nos lleva al pensamiento, y por ello Descartes afirma: “Pienso, luego existo”.
El Dualismo Cartesiano: Sustancia Pensante y Sustancia Extensa
Esta afirmación es indudable, ya que la misma duda presupone la capacidad de pensar de quien duda, lo que nos introduce en el dualismo cartesiano. Esta es la primera verdad que el método de la duda cartesiana revela: podemos afirmar que existen objetos externos y materiales que percibimos con claridad y distinción, es decir, como sustancia extensa. Podemos hablar de una sustancia pensante y una sustancia extensa, pero el ser humano es ambas a la vez. Es evidente que el sujeto que piensa existe, por lo tanto, la existencia y la condición de ser pensante son certezas, deduciéndose que existe como una sustancia que piensa. Para Descartes, la garantía de que las cosas materiales existen realmente es la existencia de Dios.
Mecanicismo: El Cuerpo como Máquina
La sustancia extensa es la naturaleza, formada por materia dotada de movimiento y sometida a leyes puramente mecánicas. Según Descartes, estas leyes rigen no solo el movimiento de los cuerpos, sino también el de los seres vivos, que son considerados como máquinas, una concepción conocida como mecanicismo. Descartes sostiene la diferencia entre la sustancia pensante, no sujeta a las leyes de la mecánica, y el cuerpo humano, considerado como una máquina. Precisamente por esta razón, Descartes enfrentó dificultades para explicar cómo interactúan estas dos sustancias diferentes en el ser humano, o cómo el hombre es a la vez mente y cuerpo. Cada una de estas dos sustancias finitas del ser humano son irreductibles e independientes: “el alma, por la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta más fácil de conocer que éste y, aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es”.
Los animales son pura sustancia extensa, al igual que el cuerpo humano; pero el hombre posee un espíritu libre e inmortal que domina sobre el cuerpo. Descartes creyó encontrar el punto de encuentro entre cuerpo y alma en la glándula pineal, que de alguna manera unificaría lo que es diferente.
Libertad y Necesidad
La filosofía moderna desarrolló un concepto de libertad relacionado con la idea de necesidad. Para Descartes, que separaba radicalmente el mundo de la necesidad del mundo del pensamiento, la libertad se manifiesta cuando la voluntad se deja guiar por la razón. Descartes resuelve el problema de la libertad mediante el dualismo antropológico: el cuerpo está determinado por las leyes de la naturaleza, ya que nuestro organismo es entendido como una máquina compleja, mientras que el alma no está sometida a las leyes mecánicas de la física, lo que deja espacio para la libertad en el hombre.
Conclusión: La Certeza en la Duda
En conclusión, Descartes buscó la forma de estar totalmente seguros de los conocimientos. Dudó de los sentidos, que son engañosos, ya que no podemos saber si lo que percibimos es la realidad o un sueño; e incluso dudó de las matemáticas, planteando la posibilidad de que estemos sometidos a un genio maligno que nos confunde. Así llegó a la afirmación indudable: “Pienso, luego existo”. A partir de ella, introdujo el dualismo cartesiano: sustancia extensa (cuerpo) y sustancia pensante (alma); el hombre es ambas, y estas interactúan en la glándula pineal.