Nociones Fundamentales en la Filosofía de Descartes
2.1 Duda y Certeza
En el Discurso del Método y en las Meditaciones Metafísicas, Descartes se propone encontrar un juicio absolutamente cierto, cuya verdad no pueda ser cuestionada. Entiende el concepto de verdad como certeza, es decir, como ausencia de toda duda. Una vez determinado si existe o no tal certeza, procede a considerar como falso todo conocimiento en cuanto se puedan encontrar razones para dudar de su verdad. A la hora de actuar, es preciso ser constantes y firmes una vez tomada una decisión.
A partir de aquí, se exponen las diversas fases por las que pasa la duda:
- Primero, se considera como falso el conocimiento de las cosas tal y como nos lo presentan los sentidos, en virtud de que en más de una ocasión nos han engañado. No son una fuente fiable de conocimientos y serán tenidos por falsos.
- Segundo, considera las demostraciones matemáticas, de las que es posible dudar en cuanto que muchos se equivocan al razonar y nadie puede estar seguro de no ser uno de ellos. En su obra Meditaciones Metafísicas, da otra razón: existe la posibilidad de un genio maligno que hubiese creado mi mente de suerte que, por más claro que vea la verdad de un juicio matemático, este pueda ser falso.
- Y en tercer lugar, duda no ya de que las cosas sean como nos las muestran los sentidos, sino incluso de que existan de un modo exterior a nosotros. La razón de esta duda radica en que es imposible distinguir racionalmente el estado de vigilia del de sueño.
Alcanzar la certeza absoluta implica que hay que empezar dudando. La duda se convierte en radical por cuanto no importa que las razones puedan resultar extrañas y ajenas a nuestro modo común de considerar las cosas; la duda es también sistemática. Se trata de una duda estrictamente filosófica o metafísica por poseer estas dos características y por ser el método utilizado con vistas a determinar si se pueden establecer o no unos cimientos firmes para el conocimiento humano. Viene a ser, como en el método de Sócrates, la ironía.
En consecuencia, Descartes considera que su método sólo es válido en el terreno del conocimiento o en la investigación de la verdad, y no en el terreno de la moral, en el que se determina la diferencia entre el bien y el mal.
2.2 Alma y Cuerpo (Res Cogitans y Res Extensa)
Alma: sustancia espiritual, cuyo atributo esencial es el pensamiento, mientras que por extensión (cuerpo) entendemos la sustancia corpórea. Además, está la sustancia infinita que se corresponde con Dios. Descartes considera que hay tres sustancias.
Descartes considera al alma como separada del cuerpo. Por otro lado, mi existencia como ser pensante no prueba por sí misma la existencia de mi cuerpo, por no hablar ya de la de otros cuerpos. Pero encuentro en mí mismo ciertas facultades y actividades, como el poder cambiar de posición y el movimiento local, que claramente implican la existencia de una sustancia corpórea o extensa, el cuerpo.
Si bien, tanto la existencia de mi cuerpo como la de los otros cuerpos, por la hipótesis del genio maligno, sólo quedará garantizada si se prueba la existencia de Dios y su bondad, cosa que hace Descartes.
En su opinión, alma y cuerpo no son una sola sustancia. El alma debe entenderse como espíritu, constituida por el pensamiento, como una cosa completamente distinta del cuerpo y que no necesita de él para ser, puesto que el pensamiento es independiente de la materia, del cuerpo, de los sentidos.
Descartes define la sustancia como «una cosa existente que no requiere más que de sí misma para existir». Lo que percibimos no son sustancias como tales, sino atributos de sustancias. Los atributos son las propiedades que se consideran esenciales.
Para Descartes, el atributo principal de la sustancia espiritual es el pensar, en tanto que el del cuerpo es la extensión.
En el ser humano, según Descartes, el alma está unida al cuerpo a través de la glándula pineal, localizada en el cerebro. El alma puede existir independientemente del cuerpo porque no lo necesita para pensar.
Descartes cree que el cuerpo debe entenderse como materia constituida por la extensión, el espacio lleno: los cuerpos son realidades extensas. Esta es la única idea clara y distinta. El atributo por el que conocemos esta sustancia es la extensión en longitud, anchura y profundidad, “res extensa”. El resto de características que podamos atribuir a los cuerpos presuponen la extensión. Los animales son pura extensión, no poseen mente alguna.
Para probar la existencia de los cuerpos, Descartes necesita probar previamente la existencia de Dios, de un Dios bueno que no permite que siempre me engañen los sentidos, haciéndome ver un mundo inexistente.
Encontramos así, pues, dos líneas de pensamiento, a saber, la que pone el acento en la distinción entre alma y cuerpo, expuesta en el Discurso del Método, y la que acepta y trata de explicar la interacción y la unidad total del hombre, expuesta en las Meditaciones Metafísicas.
2.3. Pensamiento e Ideas
Por pensamiento, entendemos un acto mental de tipo cognoscitivo. Sin embargo, Descartes se refiere con esta palabra a todo contenido mental, a todo lo que se encuentra en la mente. Entiende por “pensar” “todo lo que se produce en nosotros de modo que lo percibimos inmediatamente por nosotros mismos; por esto, entender, querer, imaginar, sentir hacen referencia a la misma cosa: pensar”. Incluye las impresiones, emociones o pasiones, en la medida en que son procesos mentales conscientes.
Tenemos ya una verdad absolutamente cierta: la existencia del Yo como sujeto pensante. Esto es, aunque puedo dudar de todo, no puedo dudar de que esté dudando; no puedo dudar de mi pensamiento, y si pienso, es porque existo.
Indudablemente, ese criterio de verdad fue sugerido a Descartes por las matemáticas. Una proposición matemática verdadera se impone a la mente, por así decirlo, por sí misma. Del mismo modo, yo afirmo la proposición «pienso, luego soy».
La actividad de pensar ha de tener también siempre un objeto o contenido. Los contenidos de la conciencia se dividen en ideas, que son como imágenes que representan las cosas.
Tenemos, por un lado, el pensamiento como actividad (yo pienso) y, por otro, las ideas que piensa. Las ideas son aquellas cosas que podemos pensar y que están en nuestra mente. Se pueden clasificar, por un lado, en ideas verdaderas y falsas, según su adecuación a la realidad; según el criterio de verdad, podemos diferenciar las ideas claras o indudables frente a las ideas confusas; y, finalmente, según su origen, podemos diferenciar, por un lado, las ideas adventicias, que son aquellas que parecen provenir del exterior, las conocemos a través de los sentidos; por otro lado, las facticias, producidas por la imaginación, y las cuales no corresponden a la realidad (por ello estas serían falsas), como la idea de hada o quimera; finalmente, las ideas innatas, que son aquellas que ya se encuentran en el alma o la mente. El sujeto no puede modificarlas, pues no las ha producido él. Por esto, Descartes deduce que dichas ideas han debido ser puestas en el sujeto por Dios.