Descartes: Método y Filosofía
El segundo precepto o paso es el del análisis y consiste en «analizar» los problemas hasta reducirlos a más sencillos, de manera que sean captados por la intuición de forma clara y distinta.
El tercer y cuarto pasos son, por una parte, la síntesis, que es el paso de los pensamientos simples a los complejos a través del método deductivo. Y, en último instante, está el paso de la enumeración, que permite extender la evidencia captada por la intuición a la deducción.
Elaboración del Método Cartesiano
La elaboración de este método y su aplicación le permite, tal como se dijo antes, por una parte, el hallazgo de la primera verdad «Cogito ergo sum» sobre la que construirá su edificio filosófico y, por otra parte, le suministra el criterio de verdad. Pero también le permite establecer la definición de su ser, es decir, es una sustancia que piensa y no necesita del cuerpo para existir, aunque esté estrechamente relacionado con este.
El problema con el que se enfrentará el pensador ahora es el solipsismo, que de alguna manera es el «encarcelamiento» del filósofo en su propio pensamiento y la dificultad que supone salir del mismo y explicar la existencia del mundo extramental. Para solucionar este obstáculo, se servirá de las ideas, que son la forma que adoptan nuestros pensamientos, entre las cuales se encuentra la idea de Dios, una idea innata, sumamente perfecta y con la mayor realidad objetiva. Esta, a diferencia de las demás ideas, tiene una existencia comprendida en la misma idea. Esta existencia de Dios en la propia Idea de Dios será demostrada a través de tres argumentos: el argumento de causalidad referido a la idea de Infinito, el argumento de la idea de perfección y el argumento ontológico.
Por tanto, la conclusión final a la que llega Descartes es que Dios existe. Además, es el garante de la verdad de la existencia de las cosas materiales, de las cuales el filósofo tiene ideas en su pensamiento. Por otra parte, este Dios tan perfecto y bueno no permitirá que se engañe sobre la cuestión de la existencia de las cosas materiales. El error se deberá entonces única y exclusivamente a la prevención, la precipitación y a la libre voluntad que elige erróneamente aquello que no se presenta de manera clara y distinta.
La Duda Cartesiana
En conclusión, Descartes, a través de la duda metódica de carácter universal e influenciada en cierta manera por el método de las matemáticas, alcanza su objetivo, que es encontrar una primera verdad que servirá de base para el conocimiento filosófico «Pienso, luego existo», y además halla el criterio de verdad que le permitirá distinguir la verdad de la falsedad. Este criterio, junto con Dios como garante de la verdad, permitirá obtener el verdadero conocimiento, pese a que algunas veces nos equivocamos, pero eso ocurre bajo nuestra responsabilidad, ya que somos seres imperfectos y libres con tendencia a la equivocación. En ningún caso podemos responsabilizar a Dios de nuestra equivocación, que es la cumbre de la perfección, y tampoco a nuestra razón, que bien dirigida por nuestra parte no se equivocaría. Los únicos culpables de nuestros errores somos nosotros mismos.
La duda en la filosofía cartesiana se convierte en el método que le permite establecer su famoso cogito «Pienso, luego existo», a partir del cual se hallan a su vez los criterios generales de certeza, que son la claridad y la distinción.
Crítica a Estoicos y Escépticos
Ahora bien, Descartes, como el máximo representante del racionalismo en aquella época, rechaza duramente la antigua filosofía de los estoicos medievales y a los escépticos. Los primeros, porque tenían una concepción de las ciencias que no funcionaba, es decir, porque defendían una serie de posturas muy arraigadas en el catolicismo, como, por ejemplo, la absoluta confianza en la iglesia en detrimento y menosprecio a la razón. Y en cuanto a la crítica a los escépticos, viene por el hecho de que ellos dudan de todo y no consiguen dar un paso adelante y avanzar en su filosofía, ya que, como no aceptan nada como verdadero y se niegan a aceptar la posibilidad de alcanzar una verdad absolutamente cierta, se quedan en un estado de bloqueo mental y se mantienen de esta manera en la epojé, una situación que garantiza la tranquilidad y la paz interior.
Duda Metódica
A diferencia de estas corrientes filosóficas, Descartes confía en la razón y en la posibilidad de alcanzar una certeza absolutamente verdadera. Para ello, utilizará la duda como un método, de ahí la denominación la duda metódica, bajo cuya especulación somete principalmente tres «elementos»: los sentidos, que nos engañan y nos proporcionan un conocimiento probable, pero no seguro. A continuación, analiza la confusión que existe entre la realidad y el sueño, que a veces forma como un todo conjunto confuso en el cual es difícil distinguir la vigilia del sueño. De esta manera, duda incluso de la propia existencia del mundo material, cuya «visión» podría ser fruto de la imaginación. Y ya como un caso extremo, Descartes duda sobre la posibilidad de la existencia de un Genio Maligno, cuya misión consistirá en arrastrarnos hacia el error y la equivocación constantemente, incluso entonces cuando estábamos seguros de haber encontrado la certeza.
Hecho este análisis, es conveniente destacar que el «uso» de la duda cartesiana no es una tendencia que se acerca de forma extrema al escepticismo, sino que es una duda de carácter metódico que precisamente tratará arrebatar al escepticismo y encontrar una certeza absolutamente verdadera que permitirá el desarrollo del resto de su filosofía.
Pasos de la Duda Metódica
De ahí, el camino para encontrar la primera certeza sea la duda metódica, que consistirá de cuatro pasos: siendo la primera la evidencia, que es la no admisión como verdadero de todo aquello de lo que no se tiene evidencia. Para evitar que nos suceda tal cosa y caer en el error, sería conveniente no precipitarnos en aceptar lo confuso como verdadero y no excedernos en la prevención, no aceptando la evidencia por exceso de desconfianza. Y, además, seguir el criterio de verdad, que es la claridad, equivalente a su vez a la nítida presencia de un conocimiento en la mente, y la distinción, que es la singularización del conocimiento de entre la pluralidad.