Descartes: Método, Duda, Metafísica y Libertad

Descartes: Un Viaje al Corazón del Racionalismo

El Método Cartesiano

Descartes se propuso, siguiendo el modelo de las matemáticas, hacer de la filosofía una ciencia. Creía que era posible, con un método similar al matemático, construir mediante la razón un sistema de proposiciones universalmente ciertas, basado en principios indubitables. Este método sería aplicable a cualquier otra ciencia, porque la razón es una para todos los hombres, y de eso se desprende la unidad del saber. Es preciso, por tanto, determinar la estructura de la razón, que conoce por dos tipos de operaciones: La intuición, una luz o instinto natural que nos permite conocer con absoluta certeza, y la deducción, o encadenamiento de conexiones necesarias a partir de principios ciertos. Para garantizar el empleo correcto de estas dos operaciones, Descartes propone unas reglas:

  • Evidencia: Tomar en consideración únicamente aquellas ideas que se presenten a la razón como verdaderas, con total claridad, sin obstáculos y distinción, es decir, las intuiciones.
  • Análisis: Descomponer los conocimientos hasta los elementos más simples (intuiciones).
  • Síntesis: A partir de las ideas más simples, reconstruir lo complejo por un proceso de deducción.
  • Enumeración: Revisar y comprobar los procesos de análisis y síntesis para no omitir nada.

La Duda Metódica

Descartes necesitaba encontrar una verdad que resistiera a toda duda. Dudará de todo conocimiento adquirido por tradición, fe o autoridad. La duda es una exigencia del método en el momento del análisis, por tanto, es una duda metódica y no escéptica (no es demoledora ni un estado permanente, sino punto de partida para alcanzar la verdad); es universal (de todos los principios filosóficos), pero teórica (no se extiende al plano de las creencias). Descartes da razones para la duda: el engaño de los sentidos, la imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño y la hipótesis de un genio maligno que se dedique a engañarnos en nuestros razonamientos. Las dos últimas hipótesis son improbables, pero nos permiten dudar.

La Metafísica Cartesiana

Las tres sustancias: La primera verdad absoluta es la existencia del propio sujeto que piensa y duda (pienso, luego existo). El cogito es la primera verdad, pero también el criterio de toda verdad: aceptar como verdadero lo que se le presente con la misma claridad y distinción que el cogito. La existencia del yo no parece implicar la existencia de ninguna otra cosa. Será necesario, pues, aplicar la deducción a partir de los dos elementos con los que cuenta: el yo y las ideas que piensa el yo. Descartes entiende que todas las ideas son igualmente reales en cuanto que todas son actos mentales (una realidad subjetiva), pero no todas tienen la misma realidad si se considera que la idea representa un objeto (realidad objetiva). Las ideas las clasifica según su origen como adventicias (parecen provenir de una realidad exterior que aún no ha sido demostrada), facticias (las construye la mente a partir de otras ideas) e innatas (las posee el pensamiento por sí mismo).

Entre las innatas, Descartes encuentra la de infinito, que solo puede provenir de un ser que contenga esa cualidad (Dios). A partir de la idea de Dios, Descartes prueba su existencia mediante dos argumentos: El argumento de la objetividad de las ideas, una idea requiere una causa real proporcionada (la idea de un ser infinito requiere una causa infinita), y el argumento ontológico (tomado de San Anselmo), la idea de Dios es la de un ser que reúne todas las perfecciones, y una de ellas es la existencia. Por tanto, Dios ha de existir o no sería un ser perfecto. Descartes afirma que Dios garantiza el principio de evidencia (no permitiría que me engañase al percibir algo con absoluta claridad y distinción).

Esta afirmación supone incurrir en un círculo vicioso: Dios garantiza el principio que se ha seguido para demostrar la existencia de Dios. Dios garantiza también la existencia del mundo (no permitiría que nos engañásemos al percibir los cuerpos como dotados de extensión). Ahora bien, lo que Dios garantiza son las cualidades primarias (longitud, anchura…) que son las cualidades objetivas de los cuerpos. Las cualidades secundarias (color, olor…) son subjetivas, las cosas las causan en nosotros. Descartes las elimina de la física: todo se reduce a materia y movimiento. Dios es la causa primera del movimiento y conserva invariable la cantidad de movimiento que hay en el universo, porque es inmutable. Las leyes fundamentales de la física son el principio de inercia, el principio de dirección del movimiento y el principio de conservación del movimiento.

El universo de Descartes es mecanicista: no hay causas finales y todo se explica por leyes mecánicas, incluso los animales (autómatas sin alma) y los cuerpos humanos. Descartes llega así a distinguir tres sustancias, a cada una de las cuales corresponde un atributo: Res cogitans o sustancia pensante (el alma o la mente). Le corresponde el atributo del pensamiento. Res infinita o Dios, a la que corresponde la perfección y Res extensa o el mundo (los cuerpos) a la que corresponde la extensión como atributo. La sustancia es aquello que existe de tal modo que no necesita ninguna otra cosa para existir. Descartes considera que solo la res infinita es sustancia en sentido absoluto (no necesita de ninguna otra para existir), pero las otras dos lo son en sentido relativo (son independientes la una de la otra). Esta independencia se plantea como un problema, pues es evidente que entre ellas existe una conexión.

Descartes ha separado tajantemente las dos sustancias cuerpo y alma, y recurrirá a la glándula pineal, como sede del alma, para explicar la conexión entre ambas: desde la glándula pineal el alma acciona sobre el cuerpo. No es una solución muy satisfactoria, dado que el dualismo cartesiano deja de ser partido en dos, y los filósofos racionalistas que sucedan a Descartes tratarán de salvar el abismo que separa a ambas sustancias.

Libertad y las Pasiones

La libertad es una idea clave en Descartes (idea innata). Separar las sustancias era la única manera de salvar la libertad del hombre, que no encaja en el universo mecanicista cartesiano. El hombre es libre porque tiene alma. En el alma, el yo, señala dos facultades: entendimiento o razón y voluntad. La voluntad se caracteriza por ser libre. La libertad no consiste en la indiferencia, sino en elegir lo que la razón propone como bueno. El error se produce cuando la voluntad acepta sin tener evidencia suficiente. Las pasiones pueden perturbar la voluntad y Descartes las caracteriza como involuntarias (el alma no las controla), y con frecuencia en desacuerdo con la razón. No se trata de eliminarlas, sino de ordenarlas de acuerdo con la razón, que muestra al hombre el camino del bien (ideal estoico del autodominio).

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