Descartes: Racionalismo, Método y la Búsqueda de la Verdad Indudable

El Racionalismo de Descartes: En Busca de la Verdad Indudable

El tema central del pensamiento de Descartes es encontrar una verdad absolutamente indudable a partir de la cual poder edificar de nuevo el conjunto del saber humano. Las diversas ciencias son expresión de un único saber, el saber humano, y si ese saber carece de fundamento firme, todas las ciencias carecen de él. Para alcanzarlo recurrirá a la razón y a su modo de proceder, el método, sometiendo a crítica los saberes de su tiempo e inaugurando con esa decisión una nueva época: la Edad Moderna.

La Autonomía de la Razón en la Modernidad

Frente al pensamiento medieval, el pensamiento moderno se va a caracterizar por la afirmación radical de la autonomía de la razón. Esta autonomía implica:

  1. Que su ejercicio no sea coartado por ninguna instancia exterior a ella, sea la tradición, la autoridad o la fe religiosa.
  2. Que la razón es la capacidad humana a la que le corresponde juzgar sobre lo verdadero y lo conveniente tanto en el ámbito del conocimiento teórico como en el ámbito práctico de la moral y la política.

Pues bien, el pensamiento moderno comienza con Descartes. Es el introductor del racionalismo, una de las corrientes filosóficas modernas que se caracteriza por afirmar la autosuficiencia de la razón, la existencia de ideas innatas y la matemática como modelo de saber. Su objetivo va a ser encontrar un fundamento firme y seguro para el saber y las ciencias. Para lograr ese objetivo Descartes utilizará como único instrumento la razón, admitiendo sólo aquello que se ajuste a sus exigencias.

Intuición y Deducción: Los Modos de Conocer Según Descartes

Para Descartes es a la razón a la que debemos acudir para conseguir conocimientos ciertos y fiables. Por tanto será necesario conocer su estructura y su funcionamiento para poder aplicarla correctamente y alcanzar verdades firmes. De acuerdo con la estructura de la razón, hay para Descartes dos modos de conocer: la intuición y la deducción. Por intuición entiende Descartes una aprehensión intelectual (captación inmediata) tan clara y distinta de conceptos simples (naturalezas simples dice Descartes) que no deja lugar a dudas a una mente atenta. De este modo podemos intuir o captar de modo inmediato que uno mismo existe, que piensa, que el triángulo está definido por tres líneas, la esfera por una sola superficie, etc. En segundo lugar, entre unas intuiciones y otras aparecen conexiones que la inteligencia descubre y recorre por medio de la deducción. La deducción es por tanto una sucesión de intuiciones de conceptos simples y de las conexiones que se establecen entre ellos.

La intuición y la deducción constituyen el dinamismo interno de la razón, su modo de proceder y ejercitarse. Ahora bien, esto plantea un problema. Si la razón es la misma en todos los seres humanos ¿por qué hay opiniones contradictorias y discusiones sin fin? La respuesta es clara para Descartes: porque no empleamos bien la razón. No basta tener capacidad racional, hay que utilizarla bien. De ahí la importancia del método en Descartes: el método va a ser la forma de dirigir bien la razón y con su guía el hombre podrá alcanzar la verdad.

El Método Cartesiano: Cuatro Reglas para la Certeza

¿En qué consiste el método? En un conjunto de reglas sencillas cuya utilización procurará certeza al conocimiento. Estas reglas son cuatro:

  1. No admitir nada como verdadero si no sabemos con evidencia que lo es. Regla de la evidencia. Para Descartes es evidente todo aquello que percibimos clara y distintamente. Pensamos algo con claridad cuando lo pensado está presente y manifiesto a una mente atenta. Pensamos algo con distinción cuando lo pensado, además de ser claro, está separado y segregado de todo lo demás, de modo que no contiene en sí mismo nada más que lo que es claro.
  2. Dividir cada dificultad en tantas partes como sea posible y necesario para resolverlas mejor. Regla del análisis.
  3. Conducir con orden nuestros pensamientos comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer para subir poco a poco a los más complejos suponiendo incluso un orden entre los que no se siguen naturalmente unos a otros. Regla de la síntesis.
  4. Hacer revisiones tan generales de nuestros pasos que estemos seguros de no omitir nada. Regla de la enumeración.

Estas reglas indican un modo de proceder que no es arbitrario porque es el único método que responde la dinámica interna de la razón, es decir, al modo en que la razón funciona y se ejercita.

Hasta ahora, piensa Descartes, la razón ha sido utilizada de este modo sólo en el ámbito de las matemáticas produciendo resultados admirables. Nada impide que su utilización se extienda a todos los campos del saber.

La Duda Metódica: Un Camino Hacia la Certeza

La búsqueda de un punto de partida absolutamente cierto implica, como se sigue de la primera regla del método, eliminar todos los conocimientos, las ideas y las creencias que no aparezcan dotados de una evidencia absoluta, es decir, hay que eliminar todo aquello de lo que sea posible dudar. De ahí que Descartes comience su búsqueda con la duda. Y esta duda es metódica: es una exigencia del método, no una duda escéptica (que niegue la posibilidad de conocimiento verdadero).

Descartes va a proponer tres razones para dudar de nuestros conocimientos:

  • Hay que dudar de los conocimientos que provienen de los sentidos porque estos nos engañan en numerosas ocasiones.
  • Podemos dudar de los sentidos, pero no de que existan las cosas que percibimos. Por ello Descartes añade una razón para dudar de su existencia: la imposibilidad de distinguir vigilia y sueño.
  • La imposibilidad de distinguir absolutamente la vigilia del sueño permite dudar de la existencia de las cosas pero no parece afectar a verdades como las matemáticas. Dormidos o despiertos, los ángulos de un triángulo sumarán 180 grados. De ahí que Descartes añada un tercer motivo de duda: tal vez exista un genio maligno que me haga creer que lo que experimento o que las propias matemáticas son ciertas.

El Cogito: La Primera Verdad Indudable

La duda llevada al extremo parece conducir al escepticismo porque afecta incluso a la razón, fuente segura de todo conocimiento. Sin embargo Descartes afirma encontrar una verdad absoluta inmune a toda duda: la existencia del propio sujeto que piensa. Veámoslo:

Si pienso que el mundo existe, tal vez me equivoco al pensarlo, pero es indudable que yo lo pienso. Si pienso que la matemática es cierta, tal vez me equivoco al pensarlo, ya que un genio engañador puede hacérmelo creer pero incluso en esa situación, es indudable que yo lo pienso. Por tanto, mi existencia como sujeto que piensa, es decir, que duda, que se equivoca, que puede ser engañado, etc, es indudable. Descartes lo expresa con su célebre frase: “Pienso, luego existo”.

Tenemos una verdad indudable: la existencia del yo como sujeto pensante. Pero ¿cómo conseguir la certeza de que existe algo aparte de mi pensamiento?

Las Ideas y la Existencia de Dios

Para responder a este problema Descartes parte de la realidad del pensamiento del sujeto como actividad. Ahora bien, el pensamiento tiene contenidos (siempre que pienso, pienso algo). Esos contenidos reciben el nombre de ideas. Pues bien, Descartes considera que sometiendo a análisis las ideas podremos descubrir alguna que se refiera con certeza a una realidad distinta del sujeto pensante y que, en consecuencia, nos permita romper el cerco del pensamiento y salir a la realidad extramental. Para ello distingue tres tipos de ideas:

  1. Ideas adventicias: parecen provenir de nuestra experiencia externa. No nos sirven porque la experiencia no nos ofrece evidencias sino solo probabilidades (duda metódica).
  2. Ideas facticias: las construye la mente a partir de otras ideas. Por ello su validez es cuestionable.
  3. Existe un tercer tipo de ideas que no provienen de la experiencia ni son construidas a partir de otras ideas. ¿Cuál es su origen? La única contestación es que el pensamiento las posee en sí mismo, es decir, que son innatas (afirmación fundamental del racionalismo).

La idea de Dios es innata. No es adventicia porque no tenemos experiencia directa de Dios y no es facticia porque Descartes afirma que la noción de finitud y limitación presupone la de infinitud y por tanto no se deriva de ella.

Pues bien, Descartes afirma que la idea de Dios se refiere a una realidad extramental. Ella es la idea que buscamos. Pero para justificar esa afirmación Descartes deberá demostrara la existencia de Dios a partir de su idea. Entre los argumentos que utiliza destacan dos:

  • El argumento ontológico, ya utilizado en la Edad Media por San Anselmo. No cabe pensar en Dios (es decir, en un ser sumamente perfecto) al que le falte la existencia (es decir, al que le falte una perfección) del mismo modo que no cabe separar de la esencia de triángulo el que sus tres ángulos valen dos rectos, o de la idea de montaña la idea de valle.
  • Un argumento basado en la causalidad aplicada a Dios. Debe haber una proporción entre la causa y lo causado, de modo que la idea de infinito requiere una causa infinita, luego ha sido causada en mi por un ser infinito. Por tanto el infinito existe.

La Existencia del Mundo y el Dualismo Cartesiano

A continuación Descartes demostrará la existencia del mundo a partir de la existencia de Dios. Puesto que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que me engañe sobre aquello de lo que tenemos ideas claras y distintas. Y tenemos ideas claras y distintas del mundo entendido como extensión y movimiento. El mundo está exclusivamente constituido por extensión y movimiento.

A partir de lo anterior Descartes distingue tres ámbitos de la realidad: Dios o sustancia infinita, el yo o sustancia pensante y el mundo o sustancia extensa. El concepto de sustancia es fundamental en el racionalismo y Descartes la define como toda cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir. Descartes reconoce que esta definición solo puede aplicarse de modo absoluto a Dios porque el resto de los seres son creados y conservados por Él.

La realidad está constituida para Descartes por tres sustancias: la sustancia infinita, la pensante y la extensa. ¿Cómo entender al ser humano desde esta perspectiva? Descartes afirmará que el ser humano es un compuesto de dos sustancias distintas: la material, el cuerpo, y la pensante, el yo o alma (dualismo)

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