Res Extensa y la Filosofía de Descartes
La Res Extensa: El Mundo Material
Descartes argumenta que la existencia de los cuerpos está garantizada por Dios, la sustancia infinita. La esencia de los cuerpos reside en la extensión (Res Extensa), en contraposición al pensamiento o alma (Res Cogitans), que es inextensa.
Descartes distingue dos tipos de cualidades:
- Primarias: Extensión, figura y movimiento. Estas son cualidades objetivas, susceptibles de un conocimiento claro y distinto, medibles y cuantificables mediante procedimientos matemáticos. Descartes geometriza los cuerpos.
- Secundarias: Color, olor, sonido… Estas son subjetivas y causan sensaciones en nosotros.
El Enfoque Mecanicista: La Materia en Movimiento
Descartes concibe el cuerpo humano como una máquina. Un cuerpo humano defectuoso es comparable a un reloj mal construido, mientras que un cuerpo sano se asemeja a un reloj con todas sus piezas funcionando correctamente.
El cuerpo humano es una sustancia cuyo atributo es la extensión, es decir, materia en movimiento con longitud, amplitud y profundidad. El mundo, en su totalidad, es un gran mecanismo explicable en términos cuantitativos. Este modelo mecánico unifica toda la realidad.
La materia son las piezas, las ruedas y los engranajes. El movimiento se transmite a través de las diversas partes, siguiendo leyes precisas.
De manera similar, el universo contiene una vasta cantidad de materia que transmite el movimiento a los planetas en sus órbitas, de acuerdo con leyes matemáticas. Este mecanicismo implica que la materia está en movimiento según leyes matemáticas perfectas, provenientes de Dios, el infinito.
Superando el Solipsismo en la Filosofía Cartesiana
Ningún filósofo, incluido Descartes, defendió el solipsismo de manera radical. Sin embargo, en el ejercicio de la duda metódica, Descartes parece abrazar esta perspectiva. Tras dudar de la existencia de los cuerpos y las mentes, descubre su propia existencia como ser pensante, pero aún no sabe si existe alguien más, cayendo en el solipsismo. Inmediatamente, intenta demostrar que no está solo, demostrando la existencia de Dios. La bondad de Dios garantiza la creencia en la existencia de las cosas físicas y de otras mentes, superando así la duda metódica y eliminando la «soledad radical».
Solipsismo: Teoría idealista subjetiva según la cual solo existen el individuo y su conciencia, de modo que el mundo objetivo, incluidos los seres humanos, existe únicamente en la conciencia del individuo. Descartes recurre a Dios para superar este problema.
La Res Infinita
La Concepción Humana de Descartes: El Dualismo Cartesiano
Descartes destaca que la característica de los cuerpos es la extensión, mientras que la sustancia del alma es inextensa. Por lo tanto, cuerpo y alma son realidades distintas con naturalezas no coincidentes: el cuerpo no puede pensar, y el alma es la esencia del ser humano, que puede existir sin el cuerpo. La existencia del individuo persiste mientras piensa. Según Descartes, el pensamiento no depende de nada material, por lo que «el alma es enteramente distinta del cuerpo, y hasta más fácil de conocer que este, y, aunque el cuerpo no existiera, el alma no dejaría de ser todo lo que es».
Descartes expone una concepción dualista del ser humano: el alma como una sustancia pensante y el cuerpo como una sustancia extensa. El ser humano es una unión de estas dos sustancias independientes.
Afirmar que uno es una cosa que piensa equivale a decir que uno es «una mente, un alma, un intelecto o una razón». Aunque la naturaleza de las dos sustancias requiera que estén separadas, el grado de integración del cuerpo con el alma es tan estrecho que ambas forman una totalidad. Por ejemplo, una herida en el cuerpo causa dolor, y el hambre produce la necesidad de alimento. Se trata de una verdadera unión que expresa una relación de interacción entre alma y cuerpo.
Problemas del Dualismo
El dualismo alma-cuerpo generó un gran debate. La princesa Elizabeth de Bohemia preguntó a Descartes cómo era posible que el alma y el cuerpo interactuasen si son tan diferentes. Descartes respondió con ambigüedad, afirmando que ciertamente experimentan la interacción y remitiendo a Dios.
Descartes escribió Las pasiones del alma para explicar cómo influyen las pasiones en el cuerpo. Sin embargo, en esta obra tampoco superó su dualismo, remitiendo a la glándula pineal, en el cerebro, que consideraba la sede del alma. Aquí se registran todas las actividades y, a través de los nervios y la sangre, pasan al resto del cuerpo. Concluyó que el alma controla las pasiones sin dejar que la dominen.
El dualismo de Descartes también condiciona la libertad de la voluntad humana. En relación con el cuerpo, todo se rige por leyes naturales mecánicas. Solo el alma es libre, con capacidad de iniciativa, y controla las acciones del cuerpo. El cuerpo, como mecanismo, puede ser objeto de estudio y experimentación científica.
Por su libertad, el ser humano tiene capacidad de autonomía: la subjetividad racional decide sin que ninguna fuerza ajena la prive de hacerlo. La libertad es exclusiva del ser humano. Descartes concedía una gran importancia a la libertad: «es propiamente la cosa más noble que puede haber en nosotros, tanto que nos hace semejantes a Dios y parece eximirnos de estar sujetos, y, por tanto, el buen uso de esa libertad es el más grande de todos nuestros bienes». Por otro lado, la posición dualista convierte a los animales en puras máquinas o simples autómatas por el hecho de no tener alma. Son únicamente extensión y materia con acciones y movimientos. A estos seres vivientes no les pertenece ni la libertad ni el alma, y sin alma no encontraremos tampoco ni sentimientos ni emociones.