Comparación entre Descartes y Hume
Vamos a comparar a René Descartes, padre del racionalismo, que vivió en la primera mitad del siglo XVII, con David Hume, máximo representante del empirismo inglés, que vivió en el siglo XVIII, siglo de la Ilustración inglesa. La principal fuente de conocimiento del racionalismo es la razón, mientras que la del empirismo es la experiencia sensible. En cuanto a los tipos de ideas, los racionalistas admiten que hay ideas innatas, mientras que los empiristas niegan las ideas innatas. El modelo de ciencia que llevan a cabo los racionalistas son las matemáticas, sobre todo la geometría, y los empiristas, la física de Galileo y Newton. Los racionalistas prefieren el método deductivo, mientras que los empiristas prefieren el método inductivo. Por último, los racionalistas piensan que se puede alcanzar el conocimiento universal, mientras que los empiristas dicen que no hay conocimiento universal, solo probable.
David Hume: Vida y Obra
David Hume nació en Escocia en 1711. Estando en Francia, escribió uno de sus libros más importantes: Tratado sobre la naturaleza humana. En 1748 hizo la primera versión de su Investigación sobre el entendimiento humano. Hume murió en Edimburgo en 1776. Para Hume, las percepciones, es decir, todo lo que hay en la mente, se distinguen entre impresiones o ideas. Esta distinción lleva a Hume a rechazar toda idea metafísica, pues no hay impresiones que se correspondan con la idea de sustancia, causa, «yo», etc. En conclusión, en cuanto a la metafísica, los racionalistas hablan de sustancias y otros términos, y los empiristas desprecian los conceptos metafísicos; rechazan la metafísica.
Las Tres Sustancias según Descartes
Aplicando su método, Descartes llegó a distinguir las tres sustancias que componen la totalidad de lo que es real: el yo pensante, Dios y el mundo (4ª parte).
El Yo Pensante
La duda metódica y universal nos ha llevado a una realidad incuestionable: la existencia de un yo pensante, es decir, de una sustancia que piensa, un alma. Descartes concluye que no puedo dudar de la existencia de mis pensamientos, de mis ideas, de mi subjetividad. La subjetividad es el conjunto de pensamientos, ideas, representaciones… que fluyen en el yo. No tenemos la seguridad de que estas representaciones subjetivas se correspondan necesariamente con hechos del mundo exterior. El reto de Descartes es encontrar la manera de conocer si las ideas sobre el mundo no son sueños ni ilusiones, es decir, conocer si hay cosas objetivas y cómo son estas cosas.
El yo piensa diferentes ideas:
- Adventicias o adquiridas: son las ideas que provienen de fuera, de la experiencia sensible, de mi percepción del mundo o de la enseñanza. Estas ideas pueden resultar erróneas, ya que muchas veces tenemos ideas diferentes sobre un mismo objeto extremo.
- Ficticias o artificiales: son las ideas que inventamos arbitrariamente nosotros mismos. Por ejemplo, la idea del animal mitológico llamado centauro, idea que es ilusoria.
- Innatas o naturales: son las ideas que no proceden de la percepción de los objetos exteriores ni han sido construidas por nosotros, sino que emergen de la propia facultad de pensar. Son unas ideas que nuestra mente capta y ha de adoptar necesariamente sin poder modificar nada.
La Sustancia Divina: Dios
Descartes considera que el yo pensante no es perfecto, y que la misma duda metódica se ha establecido para corregir sus errores, ilusiones e imprecisiones, pero, a pesar de eso, el yo pensante posee la idea de perfección. La idea de perfección innata en nosotros es la idea de un ser perfecto, es la idea de Dios. Según Descartes, esta idea de perfección o de Dios no puede provenir de nosotros, seres imperfectos; por lo tanto, tiene que haber sido una realidad divina la que le ha hecho surgir en nuestras mentes. Del conjunto de ideas que posee el yo pensante, sobresale una idea muy privilegiada, una idea que permite ir más allá de la propia subjetividad, es la idea innata de Dios. La demostración de la existencia de Dios es una pieza fundamental en la metafísica cartesiana. Dios es la realidad que permite superar mi subjetividad. Fuera de mi yo hay otra realidad, la sustancia perfecta, un ser que no puede permitir que mis ideas claras y distintas sean un engaño. Dios se convierte en garantía del conocimiento. En Dios existen dos grandes verdades eternamente establecidas por él: todas las verdades matemáticas que descubrimos están en Dios, las leyes de la naturaleza son decretadas por Dios de la misma manera que un rey decreta leyes en sus reinos. En sus argumentos a favor de la existencia de Dios, Descartes incorpora el antiguo Argumento ontológico de San Anselmo, ya que para Descartes las ideas tienen una realidad indiscutible. Así como la idea de triángulo es inseparable de sus propiedades, la esencia de Dios es inseparable de su gran propiedad, la existencia. A este ser perfecto no le puede faltar una perfección como es la existencia.
La Sustancia Extensa
Justificación del Método Cartesiano
El Método y las Cuatro Reglas (2ª parte)
La herramienta humana es valiosa y eficaz. La ciencia tiene un método que le permite la seguridad en el conocimiento, pero a la filosofía le falta un método adecuado. Descartes propone un método eficaz y que él ya había comprobado, el método utilizado por los geómetras. Descartes introduce un método matemático en la filosofía, para dotar a la razón humana de un criterio de verdad definitivo. Descartes, de acuerdo con Galileo, ve la matemática como la ciencia racional que pone orden en el caos de datos que nos proporciona la experiencia. Esta confianza de Descartes en el método se basa, no solo en la perfección de este, sino también en su concepción de la razón humana como una facultad que puede formular las cuestiones más complejas y darles respuestas. En el Discurso del método de 1637, Descartes establece las cuatro reglas fundamentales de su método: la de la evidencia (intuición), la del análisis, la de la síntesis y la de la enumeración.
La Duda Metódica y el «Cogito, Ergo Sum» (4ª parte)
La famosa duda universal y metódica de Descartes se fundamenta en las siguientes razones:
- Duda de los sentidos: Los hombres, guiados por los sentidos, durante milenios, afirmaban que la Tierra inmóvil era el centro del universo. Los sentidos nos han engañado muchas veces; por esto, Descartes duda de todos los datos que se originan en los sentidos, duda de su mano, de su cuerpo y de toda la realidad material del mundo.
- Duda de los razonamientos lógicos: Una buena parte del saber tradicional escolástico se fundamenta en la razón y en su poder discursivo, pero en la época de Descartes este saber se ha vuelto confuso e incierto, entonces, es válido dudar de todos los razonamientos que se han tenido por demostrativos.
- Dificultad entre sueño y vigilia: Al despertar es cuando se reconoce el sueño como sueño, no mientras se sueña, según Descartes. Por eso, existe la posibilidad de que todos los pensamientos del estado de vigilia sean en realidad sueños que no reconozcamos como tales.
- El genio maligno: Para que su duda sea universal, hasta el punto de extenderse a las proposiciones matemáticas, supone la existencia de un «genio maligno, astuto y engañador» que le lleva a considerar como evidentes cosas que no lo son.
La duda de Descartes no es escéptica, es un paso que se da con la esperanza de encontrar después una verdad indudable. La duda cartesiana lleva más allá de la duda: se autosupera. Cuando dudo, pienso, y la acción de pensar implica la existencia de un ser que piensa. «Pienso, luego existo» («cogito, ergo sum»), esta será la primera verdad incuestionable a la cual acceda Descartes, es una intuición: absolutamente nada permite dudar de ella, es evidente, clara y distinta. El «cogito, ergo sum» cumple dos funciones:
- Justifica la existencia de un yo pensante diferenciado del cuerpo. El cuerpo, percibido mediante los sentidos, se encuentra bajo la duda metódica.
- Se convierte en un principio modélico. Así, todo lo que sea evidente, claro y distinto será aceptado como verdad.
El Corpus Aristotélicum
Gran parte de la obra de Aristóteles fue a parar a Roma, y Andrónico de Rodas, director del Liceo, la ordenó y publicó con el nombre de Corpus aristotelicum. Estas obras conservadas son escritos esotéricos y se clasifican de la siguiente forma:
Crítica de la Teoría de las Ideas
El contacto entre Platón y Aristóteles es innegable, y también lo es la influencia que ejerció el primero sobre el segundo. Pero Platón centra su interés en el abstracto e inmutable mundo ideal, y Aristóteles se acerca y anda en el mundo sensible y palpable que nos rodea.
- Para Platón, las ideas son aquellas que hacen inteligible el mundo físico, porque constituyen la esencia de las cosas.
- Aristóteles se educó en esta concepción de la realidad; aunque pronto le surgieron dudas, que se convirtieron en crítica abierta y rechazo. Algunos inconvenientes que Aristóteles veía en la teoría platónica son: es inadmisible la existencia de ideas perfectas de todo lo malo y negativo que hay en el mundo. La esencia de una cosa, su causa, no puede existir separada de esa misma cosa.
La Realidad Sustancial
La concepción metafísica de la realidad que sostiene Aristóteles es muy sencilla. La realidad, aquello que es y existe, es lo que Aristóteles denomina sustancia. Las sustancias no son sino los individuos concretos que nos rodean, a diferencia de Platón, que solo reconocía como auténtica la realidad ideal. Para Aristóteles, todo lo que nos rodea son sustancias y constituyen la única y auténtica realidad. La realidad sustancial constituye una síntesis de dos mundos platónicos.
El Hilemorfismo
Es la teoría que defiende la composición material y formal de toda sustancia. Del griego hylé (materia) y morphé (forma). Toda sustancia es un compuesto de materia y forma. En otras palabras, en los individuos concretos, en las sustancias, hay dos dimensiones que corresponden a dos realidades. Por una parte, la materia, componente físico, y por otra parte, la forma, conjunto de cualidades específicas de una cosa que hacen que sea aquello que es. En realidad, materia y forma constituyen un compuesto inseparable.
Potencia y Acto
Las sustancias se transforman, aparecen y desaparecen. Ninguna sustancia es inmune al paso del tiempo.
Según Parménides, la generación, transformación y destrucción de las cosas es aparente; el ser es perfecto y eterno.
Para Aristóteles, el error de Parménides radica en el hecho de no darse cuenta de que existen diversas maneras de ser o no ser. La distinción entre no ser relativo y no ser absoluto nos lleva a una distinción típicamente aristotélica: potencia y acto. Por ejemplo: una semilla no es un árbol en acto, pero sí lo es en potencia. El árbol es árbol en acto, pero en potencia puede ser una mesa, un armario, una silla… Potencia: capacidad que posee la materia de una sustancia de asumir o recibir una forma diferente de la que tiene. Ejemplo: la madera es en potencia una mesa, un banco, por lo que tiene la capacidad de adquirir la forma de todas estas cosas. Acto: es la realidad actual de cualquier sustancia y es la forma particular que haya recibido la materia. Siempre es consecuencia de la potencia. Este binomio, acto y potencia, es lo que hace posible la explicación del fenómeno físico del cambio. Todo ser está en acto de alguna cosa y tiene diferentes potencias. Todo cambio consiste en la actualización de una potencia.
Teoría de las Cuatro Causas
La explicación del cambio se completa con la teoría de las cuatro causas. Para Aristóteles, la causa es todo aquello que es necesario para que se produzca un fenómeno. Las cuatro causas son: causa material, causa formal, causa eficiente y causa final. Ejemplo: las cuatro causas que se pueden atribuir a la escultura de Zeus son: el mármol del que está hecha (causa material), la idea o modelo con que ha trabajado el artista (causa formal), el artista de la obra (causa eficiente) y el objetivo que ha motivado al artista, por ejemplo, honrar a los dioses (causa final).
El Teleologismo
La causa final es la de mayores repercusiones. Afirmar que todo fenómeno responde a un objetivo supone defender que «la naturaleza no hace nada en vano». Para Aristóteles, todo en la naturaleza tiende a un fin: mejorar y perfeccionarse, actualizando sus potencias (el árbol dando fruto, el cachorro creciendo…). Esta concepción teológica o finalista de la naturaleza se convertirá en la concepción predominante durante la Antigüedad y la Edad Media.
De la Cosmología a la Teología
Según Aristóteles, el universo es un cosmos finito en el espacio y eterno en cuanto al tiempo, y que se encuentra dividido en dos mundos: el sublunar o terrestre y el supralunar o celeste.
Según la física aristotélica, el movimiento necesita un motor que lo produzca. Aristóteles deduce la existencia de un primer motor inmóvil. Este motor mueve todo el universo a través de la esfera de las estrellas fijas.
El primer motor inmóvil, que es la causa del universo, es acto puro. Será también forma pura sin materia, pues la materia comporta potencialidad y movimiento. El primer motor mueve como causa final y no como causa eficiente. Este primer motor es dios en el sentido de que es la causa suprema del universo. La cosmología nos ha llevado a hablar de la divinidad, es decir, nos ha conducido hasta la teología.
Cuadro 3: Obras de Aristóteles
Escritos de… | Principales obras |
Lógica | Categorías, Sobre la interpretación… |
Ciencias naturales | Historia de los animales, Generación de los animales |
Psicología | Sobre el alma, Sobre la memoria… |
Física | Sobre el cielo, Física… |
Metafísica | Metafísica |
Ética y política | Gran moral, Política… |
Estética | Retórica, Poética… |
Cuadro 4: Cosmología Aristotélica
Mundo sublunar / Mundo supralunar
Es | Mundo celeste |
Formado | El resto de los planetas y esferas que explican su movimiento |
Características | Perfecto e incompatible |
Elementos | Éter, quinto elemento incorruptible |
Tipos de movimientos | Circular, es perfecto e inalterable |