Descartes y el racionalismo
Descartes inaugura el racionalismo corriente de pensamiento que defiende la existencia de ideas innatas y que toma como ciencia modelo a las matemáticas. Para usar bien la razón, Descartes y los racionalistas ven necesario utilizar un método que nos permitan establecer verdades evidentes.
La duda cartesiana
La duda cartesiana era una duda metódica, pero no escéptica. Los motivos en los que Descartes fundaba la duda eran las falacias de los sentidos, la confusión del sueño con la vigilia y la existencia de un Dios engañador/ genio maligno. La duda se llama metódica porque la finalidad de Descartes se basa en conseguir verdades indubitables. Será una duda hiperbólica/exagerada por lo que dudara hasta de lo absurdo, como si está despierto o dormido.
La razón según Descartes
Según Descartes la razón es la única facultad que puede conducir al hombre al conocimiento de la verdad. Para ello es preciso que siga un método que consta de cuatro reglas. La primera de ellas es la evidencia
Relación con la filosofía de Ortega
A continuación vamos a relacionar la filosofía de Ortega con la de Descartes desde tres puntos de vista: ontológico, epistemológico y antropológico. Para Descartes la única realidad cierta es la percibida con certeza a través de la razón. Tal realidad es una y la misma para todos los sujetos que intenten conocerla aplicando el método. Se trata por tanto de una realidad absoluta. Ortega, sin embargo, propone una realidad perspectivista, es decir, vinculada a la vida y a la historia. La realidad estaría compuesta, así, de la suma de las perspectivas de los sujetos que traten de conocerla.En el plano epistemológico, para Descartes el conocimiento de la realidad se realiza a través de la razón. Esta razón (la sustancia pensante) es universal (común a todos los sujetos) y se encuentra completamente desligada del mundo material (es decir, de la vida concreta de cada persona). Se trata, de nuevo, de una razón abstracta. De hecho, cuando la razón se deja llevar por los sentidos, pierde la posibilidad de alcanzar la verdad. Para Ortega, sin embargo, el conocimiento se realiza siempre desde una vida (unas condiciones corporales, socioculturales e históricas concretas), es decir, desde un punto de vista. Por tanto, ningún sujeto concreto podrá alcanzar un conocimiento de la realidad absoluto y definitivo (cosa que Descartes sí creía posible). Sin embargo, sí que podrá alcanzar una parte de la verdad.En cuanto a la antropología, el sujeto cartesiano se encuentra dividido en sustancia pensante (mente) y sustancia extensa (cuerpo), siendo la primera la esencia del “yo” y algo absolutamente indudable. Para Ortega, sin embargo, lo que define al ser humano es su vivir. Este vivir, a diferencia de Descartes, incluye tanto lo mental como lo físico, es decir, todas aquellas circunstancias que nos hacen ser quienes somos: nuestro cuerpo, nuestra situación social e histórica, etc. El ser humano es un ser histórico: es un proyecto, se hace incesantemente a sí mismo dentro del marco de libertad que le ofrece su circunstancia. Por tanto, frente al ser humano abstracto de Descartes, el de Ortega es un hombre concreto, de carne y hueso.
Contexto de Descartes
Descartes (1596-1650) fue filósofo, matemático, físico y creador del racionalismo. El contexto de la primera mitad del siglo XVII nos ayudará a comprender mejor su filosofía. En el ámbito cultural, el protagonismo que va adquiriendo el individuo durante el humanismo y el Renacimiento, provocan la crisis del teocentrismo medieval para dar lugar a un enfoque antropocéntrico, en el que la razón se va independizando de la fe. En el ámbito de las ciencias, Copérnico, Kepler y Galileo gestaron una revolución científica que provocó la caída del modelo geocéntrico y la consolidación del heliocentrismo. Esto generó mucha inseguridad y desconfianza, al poner de manifiesto que las grandes certezas que resultaban hasta entonces incuestionables eran ideas equivocadas. Todo este desarrollo científico fue posible gracias a la matematización de las ciencias. Sólo las matemáticas proponían demostraciones indudables. Por ello, el método cartesiano será deudor de «lo matemático». Descartes espera así obtener en la metafísica éxitos semejantes. Dos grandes corrientes marcarán la época moderna en filosofía: el racionalismo y el empirismo. Aunque opuestas, ambas darán lugar al giro epistemológico dentro del pensamiento (se centran en fundamentar el conocimiento). Descartes renegó del método escolástico en el que fue educado (en el colegio jesuita de La Flèche), y se propuso abandonar ese pensamiento medieval, que giraba en torno a Dios y a la autoridad de los filósofos antiguos (sobre todo Aristóteles), y centrarse en el hombre mismo y en el poder de su propia razón. La filosofía de Guillermo de Ockham, unos siglos antes había supuesto ya el primer paso en este proceso que liberaba a la fe de la razón y viceversa. Una tercera línea de pensamiento fue el escepticismo, representado por Michel de Montaigne, que negaba la posibilidad de alcanzar certezas absolutas. Descartes asumirá también esta desconfianza, pero intentará vencerla transformando la duda escéptica en metódica.