Descartes y Hume: Filosofía, Conocimiento y Ética

Teoría del Conocimiento en Descartes

Para Descartes, lo fundamental es buscar un conocimiento cierto y seguro, sin ningún tipo de duda. Por eso, su prioridad será buscar un método que nos ayude a modo de guía a razonar. Define la intuición como el conocimiento de las ideas simples que surgen de la propia razón de forma clara y distinta, cuya verdad es evidente. La deducción es la sucesión de intuiciones de las ideas simples y de las conexiones que la razón descubre para llegar a verdades complejas, juicios o leyes.

El método que debe llevarse consta de dos pasos:

  • El análisis, por el que se dividen las ideas complejas hasta llegar a las ideas simples y evidentes.
  • La síntesis, por la que, mediante la deducción, se llega a una conclusión que permite comprender lo complejo.

Para llegar a la verdad, usará la duda metódica que consta de: la primera duda (sentidos), la segunda duda (la realidad extramental) y la tercera duda (ideas de razón o de los razonamientos). La primera intuición de una verdad indudable es “pienso, luego existo” y si existo, lo hago como un yo pensante, un cogito. Este cogito se divide en tres ideas: innatas (las nacidas conmigo), adventicias (extrañas y proceden de fuera, como sol, muerte, calor) y facticias (dragón, unicornio, las inventadas).

Metafísica y Teología en Descartes

Entre las ideas innatas se encuentra la idea de infinito, que Descartes identifica con la idea de Dios. Para él, esta idea no es adventicia ni facticia, por lo que deberá ser innata. Descartes aplicará la idea de causalidad para demostrar la existencia de Dios, donde terminará afirmándolo. La sustancia infinita es infinita, omnisciente, perfecta y buena. Así, Dios es el fundamento de que a las ideas sobre el mundo exterior les corresponda una realidad extramental, pues Dios es bueno y no engaña.

Para Descartes existen tres sustancias: la sustancia que piensa (mente), infinita y perfecta (Dios), y finita y extensa (materia). Por otro lado, los atributos son las cualidades que acompañan necesariamente a la sustancia, y los modos son las variaciones de los atributos (dudar, deducir, sentir…). La perfección (de la sustancia de Dios) no puede tener modos. El ser humano es esencialmente su mente, su pensamiento, en el que coexisten dos sustancias: la pensante (mente) y la extensa (cuerpo), que son independientes.

La Antropología en Descartes

El hombre está formado por cuerpo y alma. El cuerpo está sometido a las leyes naturales por ser materia, es decir, que su atributo primario es la extensión que se manifiesta a través de la figura y el movimiento. El alma tiene como atributo el conocimiento (deseos, pasiones, memoria…). En el caso del ser humano, se plantea un problema: el de las relaciones cuerpo-alma, es decir, materia-mente. El alma y el cuerpo están conectados a través de la glándula pineal, localizada en el cerebro. El alma comunica al cuerpo sus pensamientos y recibe de este las impresiones. El alma siente y sufre los posibles sentimientos (odio, tristeza, alegría…).

La Ética en Descartes

Descartes nunca llegará a desarrollar la ética moral, que consideraba la culminación del saber, pero trató el tema de la felicidad y el estudio de las pasiones. Llevó a cabo una conducta basada en la moderación. La primera exige el respeto a las leyes y la implantación de la religión. La segunda, actuar una vez tomada la determinación de hacerlo, y la tercera ordena practicar el control de los propios deseos antes que tratar de mostrarlos a los demás. Su pensamiento ético se basa en una tendencia intelectualista: si vemos algo que es malo, no es imposible realizarlo. Considera que la felicidad es la satisfacción espiritual o tranquilidad del espíritu. La felicidad depende de nuestra propia virtud y sabiduría, como también de los bienes externos (salud, riqueza, honores).

Teoría del Conocimiento en Hume

Como empirista, el interés fundamental de Hume reside en el análisis del origen, valor y límite de nuestros conocimientos. Hume distingue dos elementos en la razón: las impresiones, que son percepciones fuertes e intensas, vivaces (como las sensaciones de los objetos y las reflexiones sobre nosotros mismos), y por otro lado, las ideas (representaciones internas, débiles de esas impresiones, son fruto de la memoria, la imaginación, o el entendimiento) y pueden ser tanto simples (calor, olor, tono…) como complejas (el fruto, la canción). La facultad que agrupa las ideas simples es la imaginación. Para esa agrupación sigue unas leyes de asociación (semejanza, contigüidad espacio-temporal y causa-efecto). Esa idea, siempre pálida imagen de una impresión, adquiere el carácter universal.

Las relaciones de ideas son los conocimientos de lógica y matemáticas. Kant las llamará analíticas a priori, ya que su valor es independiente de la experiencia y de los hechos. Las proposiciones de este tipo expresan simplemente relaciones entre ideas, de modo que el principio de contradicción sería la guía para determinar su verdad o falsedad. El conocimiento de los hechos son objetos presentes, pasados o futuros. En el caso futuro, es posible gracias a la idea de causalidad. Afirman algo nuevo de la realidad, son sintéticas y su verdad o falsedad se describe a posteriori, recurriendo a la experiencia.

Crítica a la Metafísica en Hume

Hume sostiene que solo podríamos conocer la relación causa y efecto por la experiencia, nunca por el razonamiento ni la deducción. Es, por tanto, el hábito, la costumbre de ver sucederse dos fenómenos, lo que nos lleva a creer que uno es la causa del otro, no una conexión necesaria entre ellos. Y, en segundo lugar, la creencia de que esa misma asociación de fenómenos volverá a repetirse necesariamente. Nunca la razón puede ir más allá de la experiencia, lo que le lleva a la crítica de los conceptos metafísicos.

Para Hume, el concepto de sustancia es un concepto vacío, ya que no corresponde a ninguna impresión sensible, sino que se refiere a un soporte de agrupaciones de impresiones. La sustancia corporal (el mundo) hay que interpretarla como una idea completa, elaborada por la mente a partir de las ideas asociadas entre sí por semejanza o contigüidad. Hume recurre a la imaginación para intentar explicarla. Hume estudia el tema de Dios y la vida futura, teniendo en cuenta las críticas a la sustancia y a la idea de causalidad. Hume no reconoce la existencia de Dios, ya que no es demostrable racionalmente. El conocimiento humano es limitado, lo mejor es adoptar un escepticismo moderado.

Ética: El Emotivismo Moral en Hume

La moralidad es considerada por Hume una cuestión de hecho. Ofrece argumentos detallados con los que rechazar la posibilidad de que la razón sea la fuente de la moralidad, que derivan de un análisis del conocimiento. Lo que denominamos “bueno” y “malo” no puede ser considerado como algo que constituya una cualidad o propiedad de un objeto moral. Por lo demás, la moralidad no se ocupa del ámbito del ser, sino del deber ser. Por tanto, se trata de un conocimiento de relación de ideas (semejanza, contrariedad, de grados de cualidad o de proporciones en cantidad y número), que todo ello se encuentra en las cosas materiales (animales, nosotros mismos, pasiones…). Lo fundamental es “común por naturaleza humana”, es el fundamento y raíz de la moral y, por ello, las acciones se dirigen al interés común. Hume peca de ingenuidad.

Política en Hume

Hume está convencido de que las formas de gobierno no dependen de los seres humanos, por lo que, analizando adecuadamente la experiencia, se pueden extraer conocimientos generales y seguros sobre la sociedad, semejantes a los que nos ofrecen las creencias empíricas. La política no versa sobre el “deber ser”. Hume reflexiona desde el análisis de las ventajas y la utilidad que podrían reportar determinadas medidas. Las teorías políticas del contrato o pacto social sugieren una existencia social del ser humano, a la que dieron a llamar “estado natural”, en la que cada cual sobrevive utilizando sus propios recursos, sin ningún tipo de existencia social. Hume piensa que la experiencia muestra únicamente el origen de las sociedades políticas como resultado de la fuerza e imposición de la conquista o de la guerra. En definitiva, un sistema de poder es legítimo cuando es útil a los ciudadanos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *