Este texto es un fragmento del Discurso del método, donde Descartes plantea algunas de las cuestiones más importantes de su método filosófico: la aplicación de la duda como instrumento metodológico de su sistema y la necesidad de un ser más perfecto que el ser humano, o sea, la existencia de Dios. El autor propone en el texto algunos de los argumentos que le llevan a probar la existencia de Dios a partir del argumento de la perfección y, con ello, nos muestra una de las ideas fundamentales de su pensamiento.
Argumentos sobre la Duda y la Perfección
Los argumentos que constituyen el hilo organizativo del texto se ordenan del siguiente modo:
- Cuando se reflexiona sobre la duda, se advierte que conocer es una actividad intelectual más perfecta y superior que la propia duda metódica.
- Reconoce que puede distinguirse la existencia de una perfección, pese a la imperfección del ser humano, cuya naturaleza es imperfecta.
- Sin embargo, la posibilidad de pensar en una perfección que supera mi propia imperfección no puede venir de mí mismo, porque yo soy imperfecto, sino de un ser que sea más perfecto que yo.
A partir de esta reflexión sobre la duda y aún admitiendo que el conocimiento positivo (y no meramente el conocimiento negativo y dubitativo, que se mueve en la cuerda floja de la inseguridad) posee una mayor perfección que la duda, el autor aporta un nuevo nivel reflexivo: la posibilidad de cómo un ser imperfecto (que solo conoce realidades imperfectas) pueda plantearse por sí mismo la idea de perfección.
La Necesidad de un Ser Perfecto
Por lo tanto, la idea de perfección no puede alcanzarse únicamente desde el nivel de imperfección que caracteriza al ser humano; es más, es necesario que se halle una naturaleza perfecta, que sea capaz de servir de referencia a la perfección, o sea, que permita advertir la diferencia existente entre la imperfección de la duda y la perfección del conocimiento positivo. Se trata, además, de una naturaleza superior, puesto que el ser humano es imperfecto; por eso él no podrá resolver esa casuística. De ahí que sea necesaria la existencia de Dios, el ser superior, cuya existencia es cierta: puesto que necesitamos de la existencia de un ser perfecto que se sitúe frente a la radical imperfección humana.
Argumentación Epistemológica
Descartes une un argumento epistemológico a la necesidad de plantear la existencia de Dios, mediante una argumentación deductiva. Estos términos hacen referencia a aspectos diferentes de la actividad intelectual. Sabemos que la duda es un procedimiento negativo, que se dedica a cuestionar los fundamentos de conocimientos anteriores y que elimina, purga, todos aquellos elementos considerados contradictorios, mal fundados o erróneos. Incluso nos convence para que borremos todo lo que no es clarividente, todo lo que no ostente el calificativo de evidencia.
El conocimiento, por el contrario, es una actividad intelectual de carácter positivo, que tiene su base en la admisión de verdades evidentes, bien fundadas y ciertas, ante las que no cabe duda alguna. Todos estos conocimientos pasarán a la escala de los argumentos deductivos, hasta formar un sistema.
Concepto de Ser Omniperfecto
El ser omniperfecto es la idea de lo infinito, sin posibilidad de duda. Sin negatividad, todas las cualidades (infinito, eterno, todopoderoso, etc.). No duda. Se conoce desde la imperfección, hace falta ser perfecto del que dependa. No somos perfectos por duda. El omniperfecto contiene todas las ideas claras y distintas; no duda, no depende de ser imperfecto. Tiene que venir de él la idea… No puede provenir de él; algo perfecto la ha puesto en él. Causa de lo imperfecto, creador. No es una idea facticia ni venida de fuera, es innata e implica a Dios.
La Sustancia en la Filosofía de Descartes
Para Descartes, la sustancia es lo existente, la existencia completa que tiene en sí la causa de su existencia. Existen sustancias finitas y sustancias infinitas: las que no tienen en sí su propia causa y las que la tienen. Cada sustancia se identifica por un atributo, que equivale a su misma esencia y debe ser una idea clara y distinta que, además, tiene un modo, una forma en la que está dispuesta. Estos conceptos de sustancia, modo y atributo se convertirán en pilares del racionalismo occidental y serán objeto de crítica y sometidos a revisión por los empiristas.
Tipos de Sustancias Finitas
Las sustancias finitas son de dos tipos: el alma y los cuerpos materiales. No tienen en sí mismas la causa de su existencia; además, cada una de ellas tiene una esencia propia, un atributo. Según esto, el alma se caracteriza por el pensamiento: es res cogitans; por el contrario, el cuerpo se caracteriza por la extensión: es res extensa. El ser humano, que se compone de alma y cuerpo, tiene, por tanto, una combinación de pensamiento y de extensión. Esto lo conduce a grandes problemas, pues los dos atributos son diferentes, lo que afecta a sus concepciones antropológicas o a sus teorías físicas.
Contribuciones a la Física y la Antropología
Las sustancias finitas –res cogitans y res extensa– tienen una gran importancia en el desarrollo de la antropología y de la física cartesiana. En el campo de la física, el autor realiza una aportación imprescindible a esta ciencia a partir de la filosofía. Descartes desarrolla una física de carácter deductivo, para lo cual aplica argumentos matemáticos nada desdeñables, si tenemos en cuenta que el autor ya había realizado una importante contribución en el campo de la geometría analítica.
Según él, el universo se compone de fragmentos de materia. Critica Descartes las antiguas concepciones del átomo, del vacío o de las cualidades secundarias de los cuerpos materiales. El universo sigue, según su criterio, las leyes de la extensión, atributo específico de la materia, y del movimiento. Analizar la extensión, según las leyes matemáticas y del movimiento, equivaldrá también a analizar el universo material.
Junto a los dos tipos de sustancias finitas (las realidades pensantes y las realidades extensas), Descartes reconoce en Dios la sustancia infinita. Dios es la perfección y la garantía de verdad, al tiempo que el fundamento del universo y de las demás sustancias finitas.