Descubriendo la Identidad: Libertad, Responsabilidad y Convivencia

¿Quién soy yo?

Al hablar de mí, aparecen mezclados distintos aspectos. Por un lado, reconocemos cualidades en nosotros mismos que no hemos elegido, como los rasgos físicos o psíquicos. Pero, por otro lado, adquirimos cualidades por nuestro propio esfuerzo y trabajo. Tanto las cualidades que no hemos elegido como las adquiridas son nuestras y constituyen nuestro «yo». Vivir en un sitio determinado, con una cultura y costumbres determinadas, nos condiciona de un modo u otro. Como decía Ortega y Gasset: «Yo soy yo y mis circunstancias». También somos en función de lo que aspiramos a ser, en función de un posible futuro. Por eso, somos el resultado de lo que hemos sido, lo que somos y de lo que seremos.

Somos Libres

Al centrar la atención en nuestra identidad personal, sabemos que se trata de un proceso que podemos, y a veces debemos, modificar gracias a que poseemos la libertad. Esta es lo primero que descubrimos en nuestra intimidad, lo más digno en nosotros mismos. La libertad es la capacidad de decidir cómo vivimos la vida. Todo ser humano es libre y responsable de lo que hace voluntariamente. El ser humano posee dos grandes cualidades:

  • a) Aquellas que poseemos desde que nacemos, que no hemos elegido y condicionan nuestras decisiones. Estas cualidades son propiedades naturales y constituyen lo que los antiguos llamaban naturaleza primera (ejemplo: una jugadora de baloncesto bajita).
  • b) Aquellas que sí elegimos, aquellas que son fruto de nuestras decisiones. Esas cualidades las llamamos propiedades adquiridas y se conocían como naturaleza segunda. Esta naturaleza está relacionada con la moral (ejemplo: ser un vago). La repetición de actos como este da lugar a que acabe formando parte de nuestro carácter o personalidad.

Aristóteles ya pensó sobre esto hace 25 siglos. Los griegos llamaban «êthos» al modo de ser adquirido a lo largo de nuestra vida, fruto de cada uno de los actos que elegimos. De ahí la importancia de nuestro actuar y de pensar bien. Porque somos libres, necesitamos meditar lo que vamos a hacer, siguiendo los dictámenes de la razón.

¿Soy Libre o Estoy Determinado?

Quienes dicen que somos libres señalan dos aspectos de nuestra libertad:

  • a) No estamos sometidos a una conducta fija y predeterminada. Solo el hombre está capacitado para la moral, es el único ser libre. Aunque podemos hablar de conductas aprendidas, nunca podremos descubrir en ningún animal esa capacidad.
  • b) Somos libres para elegir. Estamos obligados a decidir qué hacer. Ante las opciones que se nos plantean, tenemos que elegir. Esta elección se realiza en función de lo que consideramos mejor. En muchas ocasiones, nuestra elección se ve condicionada por las circunstancias.

Hay filósofos que defienden que el ser humano no es libre y que hay fuerzas ocultas que condicionan nuestro futuro, ya sea por el destino o por el entorno cultural e ideológico, que nos condiciona a no tomar una decisión libre.

Los deterministas sostienen: «No hay libertad, todo cuanto aparece en el mundo está predeterminado».

La mayoría de pensadores se inclinan por: «Somos libres, aunque nuestra libertad se vea condicionada por variables que influyen en las decisiones. La libertad no es absoluta».

¿Por Qué Soy Responsable de Mis Actos?

La segunda idea acerca de nosotros mismos es que ser libre para elegir y actuar tiene como consecuencia ser responsable de lo que has elegido y has hecho. Nuestros actos nos califican como buenos o malos, correctos o incorrectos. Somos responsables de todas las acciones que hacemos. Solo nos podremos eximir de nuestra responsabilidad si no somos conscientes de lo que hacemos. Ser consciente y tener voluntad para lo que vas a hacer son dos requisitos imprescindibles para la responsabilidad moral.

Existen dos tipos de actos realizados voluntariamente:

  • El acto voluntario directo, en el que existe voluntad y conocimiento.
  • El acto voluntario indirecto, en el que no existe voluntad, pero no se han evitado las causas que pueden provocar algo malo.

La responsabilidad moral no siempre coincide con la responsabilidad legal. El ámbito moral es personal, nos afecta como personas que somos. El ámbito legal es social, nos afecta como ciudadanos. No todo lo que marca la ley es necesariamente moral, ni todo lo moral queda reflejado en la ley.

Los Otros y Yo

Cuando hablamos de moral, nos referimos a lo que consideramos correcto, lo que le conviene a la persona. Mientras que inmoral es aquello que rechazamos como indeseable y nos encantaría que desapareciera. La palabra «moral» procede del latín «more»: costumbres, código de normas que un individuo comparte con su grupo. Porque hablar de libertad, moral, de valores, de normas, aun teniendo una dimensión personal, no se queda ahí, ya que las personas vivimos en sociedad. Somos responsables de que los demás dispongan de condiciones adecuadas para vivir dignamente. Si nos limitamos a vivir nuestra vida, no nos resultaría complicado aprender a convivir.

Como dijo Kant: «Obra de tal modo que trates a la humanidad, siempre como un fin y nunca como un medio».

O como reza el dicho popular: «No quieras para los demás lo que no quieras para ti».

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