Diferencias entre Normas Morales, Jurídicas y Religiosas: Conceptos Clave de Kant y Nietzsche

Diferencias entre Normas Morales, Jurídicas y Religiosas

Normas Morales

Las normas morales obligan a un sujeto internamente porque es su propia conciencia la que les da fuerza. Si se viola la norma, la propia conciencia mostrará su desacuerdo, imponiendo una sanción interna como el remordimiento.

Normas Religiosas

Las normas religiosas obtienen su fuerza de Dios, a través de la comunidad religiosa y de la iglesia. La sanción es interna, pero la iglesia también está legitimada para interpretar en materia de normatividad. En última instancia, es el propio sujeto quien reconoce su obligatoriedad.

Normas Jurídicas

Las normas jurídicas son dictadas por quienes tienen la autoridad en un Estado y resultan obligatorias para todos los miembros de la comunidad política, estén o no de acuerdo con ellas. La sanción es externa, prevista en un código penal y aplicada por un juez. Las normas morales y religiosas son unilaterales (no otorgan derechos), interiores y autónomas. Las normas jurídicas son bilaterales (otorgan derechos a unos y obligaciones a otros), heterónomas (su fuerza proviene del Estado), exteriores y coercibles (existe la posibilidad de usar la fuerza para su cumplimiento). Están conectadas con los valores morales porque pueden ser válidas, aunque sean injustas. El derecho puede ser injusto, pero la moral no. En el caso de la desobediencia civil, se demuestra que hay normas válidas pero injustas. Otra diferencia es que las normas jurídicas no obligan a toda la humanidad, sino a aquellos que pertenecen a la comunidad para la que fueron creadas.

Definición de Moral Cívica

Para definir la moral cívica, necesitamos entender que una moral nunca puede ser impuesta desde afuera porque no tiene fuerza obligatoria, sino para quien la reconoce. Se refiere a la mínima moral que los ciudadanos comparten, por haber alcanzado la conciencia social a un nivel determinado. Esto incluye valores, principios, derechos y una actitud dialógica. El planteamiento de estos elementos es una tarea que cada sociedad debe plantearse.

Propuestas Morales para la Convivencia

  • Construir una convivencia y no una simple existencia.
  • Para lograrlo, se necesita abjurar de la moral de la adustez, obsesionada por prohibir.
  • Alejarse de una moral de frivolidad.
  • Optar por una moral de responsabilidad, que nos impulse a tomar en serio la construcción de nuestra realidad social, porque es un asunto serio.
  • Que asuman la responsabilidad aquellos que pueden dar respuestas a las preguntas razonadas en un marco de diálogo.
  • No se puede comprender en serio ninguna tarea si no estamos convencidos de que esa empresa vale la pena.
  • Que haya una convicción racional que no sea intolerante con otros ideales de vida, ni con otros proyectos de felicidad. Además, debe tener razones para mantenerse y estar siempre abierta a ser racionalmente criticada.

Convicciones Racionales Universales

  • Respetar la autonomía ajena y propia es mejor que avasallar a otros y rebajarse a sí mismo.
  • Los derechos humanos son algo respetable y defendible.
  • Cada persona es absolutamente valiosa y no puede ser tratada como un simple medio.
  • Cada persona es una interlocutora válida, que debe tenerse en cuenta en las decisiones que le afectan, porque sería una intolerancia no tomarlas significativamente en cuenta.
  • Ninguna de estas convicciones debe degenerar en dogmatismo e intolerancia, porque compartirlas significa optar por el fenómeno de la autonomía, el respeto y el diálogo.

La Misión de la Filosofía

La misión de la filosofía es la de la razón, es decir, fundamentar, dar la razón. En definitiva, tener razones que nos asistan para elegir, a la hora de educar, unos valores y unas actitudes en vez de otras.

Kant: Autonomía Moral y Principios Éticos

Autonomía Moral: Principio Subjetivo e Imperativo Categórico

El valor moral de una acción no reside en los efectos de la misma, sino en el motivo (la máxima), en el principio subjetivo del querer, donde se ve el valor moral de una acción. Obrar bien es obrar por deber; si obramos por deber, estamos determinando la voluntad por la razón y conseguimos, en efecto, una buena voluntad. Obrar mal es obrar movido, motivado por alguna inclinación. Lo que da el valor moral a la acción es la máxima por la cual se haya hecho. El imperativo categórico es un mandato ético, que manda sin condición; son expresiones de la ley moral, la ley que legisla el orden moral. Los imperativos hipotéticos son los que entran en consideración con la conveniencia; son imperativos cuyo cumplimiento se encuentra sujeto a una condición (se evalúan las consecuencias del cumplimiento del mandato). En los imperativos categóricos no entra en consideración la conveniencia, son incondicionados. Tienen la forma lógica de: “debes hacer X”. Los mandatos morales asumen la forma del imperativo categórico: la conciencia moral dice “no mentirás” sin someterlo a ninguna condición. El punto de partida de la ética de Kant no es el bien que deseamos como criaturas naturales, sino el deber que reconocemos interiormente como criaturas racionales.

Ejemplos: Conservar la Vida y Ser Benéfico

Conservar la vida es un deber. Kant explica que todo hombre tiene una inclinación inmediata a conservar su vida, por esto, esta acción no tiene un valor moral interior, carece de contenido moral, es una acción conforme al deber. Pero agrega Kant: si la adversidad, el dolor, el infortunio, le han quitado al hombre todo el gusto por vivir y, aun así, conserva su vida deseando la muerte, solo por deber y no por inclinación, entonces su máxima sí tiene un contenido moral. Ser benéfico en cuanto se puede es un deber, pero muchas veces sentimos un placer íntimo en hacerlo; en tal caso, esos actos, por muy conformes al deber que sean y llenos de amor, no tienen valor moral verdadero. Si somos benéficos sacrificando algo propio, en contra de nuestras inclinaciones, sin gusto, solo por deber, entonces sí nuestras acciones tienen valor moral (conectar con la libertad del hombre).

Autonomía de la Moral: Felicidad por Deber y Principio A Priori

La moral de Kant es autónoma porque es el propio sujeto el que se determina a sí mismo a obrar, a darse a sí mismo su ley, sin que le sea impuesta por nada a su razón. Conservar la felicidad es una inclinación del hombre, pero también un deber. Ser feliz no es la finalidad del hombre porque la finalidad del hombre no es la de satisfacer sus inclinaciones. Kant dice que, si la finalidad del hombre fuera ser feliz, no tendríamos a la razón como guía, tendríamos a los instintos, porque muchas veces la razón nos aleja de la felicidad. Cuanto más se preocupa la razón cultivada de alcanzar la felicidad, tanto más se aleja el hombre de la verdadera satisfacción. No es para la felicidad para lo que está destinada la razón; el destino de la razón es el de producir una voluntad buena, buena en sí misma, y eso solo se alcanza actuando por deber. Conservar la felicidad es un deber porque el hombre que no es feliz se aparta de la ley moral. Para Kant, no es la finalidad del hombre la de conseguir provecho de sus acciones, sino la de conseguir una voluntad buena. El deber, el imperativo categórico, es a priori de la voluntad en la moral, reside en la razón del hombre, y actuar por deber deja en el hombre, si bien no la felicidad, la satisfacción del deber cumplido. No queda otra cosa que pueda determinar la voluntad, más que objetivamente la ley y subjetivamente el respeto puro a la ley práctica. Por lo tanto, el hombre debe tener la máxima de obedecer siempre a esa ley, inclusive con perjuicio de sus inclinaciones. Ya que el valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se espera, ni tampoco en ningún principio de la acción que necesite tomar su fundamento en ese efecto esperado.

Lo Subjetivo y lo Objetivo en la Acción Moral: El Ejemplo de la Promesa Falsa

La moral de Kant se apoya en principios prácticos de dos tipos: las máximas, que son principios subjetivos que el sujeto considera válidos para su voluntad individual (motivos), y las leyes (prácticas), que son los principios objetivos válidos para todos (imperativo categórico). La ley moral objetiva se diferencia del principio subjetivo del querer (máxima), que son las que guían nuestras acciones, son fenómenos de la experiencia que dependen de la situación. La máxima debe poder ser universalizable para que mi acción pueda ser considerada buena. En el caso de la promesa falsa, Kant dice que la gente que adopta la máxima de prometer en falso no podría querer esto como ley universal. Porque si quisiese hipotéticamente hacerlo, se comprometería con el resultado previsto de una quiebra de la confianza que no podía obrar de su máxima inicial de prometer en falso. La máxima de prometer en falso no es universalizable y, por lo tanto, no puede incluirse entre los principios comunes de ninguna pluralidad de seres. La máxima de rechazar la promesa en falso es una exigencia moral; la máxima de prometer en falso está moralmente prohibida. Kant no considera la promesa en falso en razón de sus efectos, sino porque no puede quererse como principio universal. La mentira, la deslealtad, la infidelidad a los compromisos solo puede ser posible como excepción, siempre que no se conviertan en ley universal. Si se convirtiera en ley universal, se destruirían a sí mismas, contradicen el propio pensamiento de ser universales y no pueden ser pensadas. La ley moral establece que obramos moralmente bien cuando nuestra máxima puede ser admisible como ley válida para todo ser racional. Cada hombre debe actuar en nombre de toda la humanidad, no concebirse como una excepción y evaluar si la máxima de su acción puede ser universal. La ética de Kant se apoya en principios prácticos que pueden ser de dos tipos: las máximas (principio subjetivo que el sujeto considera válidos para su voluntad individual) y leyes prácticas, que son principios objetivos válidos para todos que pueden constituir auténticos deberes morales.

La Filosofía como Superación de la Dialéctica Natural

La ética de Kant es una ética formal, autónoma y universal. Formal porque nos da la forma (imperativo categórico) y no el contenido; autónoma porque el hombre es su propio legislador, el que decide libre y voluntariamente, guiado por la razón, actuar según el deber (necesidad de una acción por respeto a la ley); y es una ética universal porque es para todos por igual, con hombres considerados como fines en sí mismos y nunca como medios. La dialéctica natural es cuando se tiene un deseo, se tiene la inclinación y el deber. La tendencia es acomodar la ley a nuestro gusto, o sea, torcemos la ley de manera que le quede bien a uno. La dialéctica natural es el conflicto entre el quiero y el debo, se tira una cosa pero se hace otra, se modifica la ley. En el fondo de uno mismo, se siente un remordimiento, se pierde la tranquilidad porque se modificó la regla. La filosofía práctica sirve para encontrar la tranquilidad moral y para conservar las leyes. Este conflicto entre el quiero y el debo nos deja paralizados, y lo que se necesita para superar esta dialéctica natural es la filosofía práctica, que nos ayuda a salir de la perplejidad, para recibir enseñanza acerca del origen de los principios morales. El hombre en su vida diaria se ve ante situaciones de conflicto entre el deber y las inclinaciones, entonces, guiado por la razón, da un giro hacia la filosofía práctica (tránsito) y recibe ayuda para seguir apegado a los principios morales. Esta dialéctica natural se da porque el hombre muchas veces se aparta del deber y se guía por inclinaciones.

Nietzsche: Crítica a la Moral y la Responsabilidad

La Observación Psicológica y el Comportamiento Humano

Nietzsche habla de la observación psicológica como reflexión sobre lo humano y cómo se aparta de la universalidad de los hombres y se refiere al hombre particular. Para él, es necesario ver lo particular, todos somos distintos. Le interesa ver el trasfondo que hay en los valores como el autosacrificio, el no egoísmo, etc. Considera que es más fácil creer en valores que ver la realidad. Por ejemplo, el hombre en el acto de bondad actúa por interés, porque le interesa llegar a las consecuencias (ser tratado bien, como bueno) y no por el acto en sí. Además, es más fácil ser bueno, porque es más difícil asumir las consecuencias de ser malo. El autor dice que detrás de esa aparente bondad hay un retroceso, un peligro, una represión de los instintos naturales.

La Virtud como un Fantasma de las Pasiones

Para actuar impunemente, el hombre proclama una moral de siervos y se aparta de la moral de señores. La moral de siervos tiene su origen en el instinto de venganza contra toda forma de vida superior y pretende igualar a todos los hombres; es pasiva, no crea valores, los encuentra ante sí. Se basa en la compasión, la bondad, la virtud. La aparente humildad esconde decepciones. La moral de señores a la que aspira Nietzsche es una moral activa basada en la arrogancia, en la fe en sí mismo, que implanta valores; moral propia del superhombre. Las malas acciones son motivadas por el instinto de conservación, por la aspiración al placer y al deseo de huir del dolor; por eso, al ser motivadas así, no son malas. Nietzsche legitima todos los actos y dice que el egoísmo es inocente. Hacemos daño, robamos, matamos para protegernos, para prevenir un infortunio personal. El ser humano ha colocado sobre sí un peso inmenso y se ha hecho esclavo de valores, de la virtud, de la metafísica, la moral y la religión. Nietzsche descubre el trasfondo demasiado humano de todo lo ideal, y así el hombre se libera con el desenmascaramiento psicológico. Por eso, la virtud es un fantasma metafísico que trae la noción de culpa, pecado y resentimiento (Nietzsche lo llama artimañas de teólogos) y, mediante la observación psicológica, va a ver de dónde realmente surgen los sentimientos morales.

Hombre Moral y Mundo Inteligible

No existe el hombre moral; el que actúa por deber no está más cerca del mundo inteligible, no está más allá de lo físico porque actúa en el mundo físico, igual que el que no actúa por deber. La metafísica es la ciencia que trata los errores fundamentales del hombre como si fuesen verdades. Nietzsche afirma que el hombre moral no está más cerca del mundo metafísico inteligible, ya que detrás de cada acción moral hay un interés personal; por lo tanto, detrás de ese hombre moral no está el mundo metafísico sino el mundo físico. Nietzsche hace un paralelismo entre ciencia y naturaleza: la naturaleza no tiene un destino predeterminado, ni hay un fin, no sabe, no conoce hacia dónde se dirige, y los humanos menos podrán saber sobre un fin o destino. Para Nietzsche, existen razones no morales que están unidas a nuestros conocimientos y determinaciones biológicas. Somos humanos, demasiado humanos; no debemos colocarnos por fuera de lo natural, de lo animal. Nietzsche pretende colocarnos otra vez dentro de la naturaleza.

El Arrepentimiento y la Responsabilidad

Siempre que optamos, tenemos la sensación de que podríamos haber hecho las cosas de otro modo. Este arrepentimiento es producto de la sociedad, que nos hace creer que nuestra acción es libre y querida; entonces sentimos remordimientos. También se nos hace creer que lo que yo quiero está antes de lo que yo hago. Para Nietzsche, primero se existe y luego viene el creer; no cree en la esencia.

La Irresponsabilidad del Hombre y la Esencia de las Acciones

Es la gota más amarga porque se creía, desde la moral y la iglesia, que el hombre era libre para poder culparlo y darle el derecho a Dios de castigarlo. Si el hombre no es libre, no puede ser culpado de nada, porque el hombre es una ley más, una fatalidad en el devenir del mundo. Se creía que existía la voluntad libre y que toda acción era querida, y que el origen de la acción estaba en la conciencia. Para Nietzsche, esto es mentira; el hombre es como es y se pensaba que debía ser de este u otro modo. Si no hay libertad, no hay culpa ni responsabilidad. El hombre no es libre, no puede ser culpado absolutamente de nada. Nada se puede calificar de bueno o de malo. La conciencia es el resultado de la inhibición de los instintos, un instinto de crueldad que se ha refrenado y se ha vuelto hacia adentro, y forma parte de la esencia del ser humano. La mala conciencia viene de la culpa, pero nadie es responsable de existir ni de ser de este u otro modo. (Los títulos de nobleza serían: hombre virtuoso, hombre que cumple con el deber, responsable de sus acciones, etc.)

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