En contraste con la antigua concepción teleológica-finalista, según la cual la naturaleza y su estructura habían sido creadas por Dios, surge el mecanicismo cartesiano. Este sostiene una visión distinta del mundo, explicando a partir de las propiedades geométricas de los cuerpos, sus movimientos y las leyes de la naturaleza, todos los fenómenos de la misma. No obstante, este mecanicismo sigue aceptando que Dios tiene un gran papel en la naturaleza, defendiendo que este es la última causa de todo lo que hay en el mundo, pues ha creado la materia, a excepción del ser humano, y mantiene el mundo tal y como es, además de dar movimiento al mundo físico.
El Dualismo Cartesiano: Cuerpo y Alma
Esta forma de proceder lleva a Descartes a defender la posición filosófica del dualismo antropológico, según el cual el ser humano es un compuesto irreducible de cuerpo y alma, dos tipos de sustancias de naturaleza opuesta, distintas e independientes. Es importante señalar que el alma y el cuerpo están estrechamente unidos, y la gran insistencia de Descartes en afirmar el alma como ser pensante, una sustancia completamente diferente e independiente del cuerpo, materia extensa, y que, pese a esa estrecha unión, puede existir sin él.
El Alma como Sustancia Pensante
Por una parte, el alma es la sustancia cuyo atributo principal es el pensar. Tiene el poder de ejercer toda la actividad mental consciente como la imaginación, el entendimiento, la sensación, y la voluntad. Además, no posee cualidades materiales, ni está sometida a leyes físicas. Por ello, sus funciones superiores son aquellas que realiza por sí misma, sin influencia del cuerpo, como nuestros pensamientos, en los que Descartes incluye la voluntad y el entendimiento. Esto le otorga al ser humano libertad frente al determinismo de las leyes mecánicas.
El Cuerpo como Sustancia Extensa
Por otro lado, el cuerpo es una sustancia extensa, como cualquier otro cuerpo físico natural. Ocupa un espacio tridimensional y la causa de su movimiento no está en él mismo. Además, el cuerpo es percibido por los sentidos y divisible en partes por el entendimiento, es decir, podemos pensar sus partes separadamente. Por último, a diferencia del alma, su comportamiento está regido por las leyes mecánicas. Algunas de las funciones corporales son la marcha, la respiración, la nutrición y la circulación de la sangre. En estos casos, Descartes defiende que el ser humano se comporta como una máquina.
La Interacción entre Cuerpo y Alma: La Glándula Pineal
No obstante, sí existe una relación entre el alma y el cuerpo. Y esta conexión, según Descartes, se hallaría en la glándula pineal, que se localiza en la parte posterior del cerebro. En ella se produce la interacción entre el cuerpo y la mente, es decir, a través de esta glándula llegan al alma (o no) los ‘’espíritus animales’’ a través de los nervios estimulados por los objetos externos y de esta manera el alma tiene conocimiento de esa sensación. Este proceso también se puede producir involuntariamente desde el alma de quien emanan estos ‘espíritus’ hacia el resto del cuerpo.
Mecanicismo, Libertad y Pasiones
El mecanicismo es el lastre de la sustancia extensa, que por su naturaleza, es dependiente tanto de Dios como de las leyes físicas, se rige por el mecanicismo. En cambio, el alma, al no ser extensible, sólo depende de Dios y es libre e inmortal. Esto también es justificado por la existencia de pasiones involuntarias, no controlables e irracionales, que no atienden al dictamen racional. Estas pasiones últimas, las irracionales, hacen que el alma pueda ejercer su libertad, pues como he dicho tiene voluntad o libertad y entendimiento o razón, y puede escoger una opción u otra distinta.
Referente a las pasiones, estas no tienen ni naturaleza buena ni mala, somos nosotros quiénes se la atribuimos cuando las usamos para según qué fines. Por lo tanto, para Descartes pueden servir como ejercicio de control del alma racional, y como no se puede permanecer indiferente a las elecciones, a no ser que se sea un ignorante, siempre se ejercerá la libertad. Hecho que es un claro convencimiento cartesiano, pues según Descartes, que el humano (con alma) sea libre es una de sus características más relevantes, que lo llevan a diferenciar entre los animales regidos por los sentidos e instintos, que no poseen voluntad, lógicamente.
Conclusión: La Unidad del Ser Humano
Por tanto, Descartes defiende un dualismo antropológico, en el que el ser humano es la unión íntima entre el cuerpo y la mente, dos sustancias que son una sola, aunque sean metafísicamente distintas. Por ello, Descartes enunció que hay un dualismo de mente y cuerpo, y que su interacción es evidentemente real. El cerebro es el principal ámbito de la mente o conciencia del alma, pero la mente se distribuye por todo el cuerpo y el punto de interacción entre ambos es la glándula pineal.