El Alma en la Filosofía de Platón: Dualismo, Conocimiento y Política

La Filosofía de Platón y la Influencia de su Contexto

La filosofía de Platón se encuadra en el siglo IV a.C., por lo que ya existía una cierta tradición en Grecia anterior a este pensador. Toda la corriente presocrática, la escuela pitagórica y, por supuesto, los sofistas, a quienes desprecia profundamente, influyen en gran manera en su manera de filosofar. Nace en Atenas en el 427 a.C. en el seno de una familia aristocrática bien posicionada. Sus tíos, por ejemplo, formaron parte del brutal gobierno de los 30 tiranos. Es discípulo de Sócrates y maestro del mismísimo Aristóteles, por lo que sus diálogos de juventud se verán influidos por la condena a muerte de su maestro, hecho que llevó muy mal durante toda su primera etapa, ya que culpó de esa atrocidad a la propia democracia y también de la derrota de Atenas frente a Esparta en la Guerra del Peloponeso.

El Dualismo Platónico: Cuerpo y Alma

Uno de los puntos esenciales de la filosofía de Platón es la **visión dualista del ser humano**. Para él, el hombre está dividido en cuerpo y alma, y esta consideración puede tomarse desde cierta óptica como un saber del alma. En el *Timeo* llega a afirmar que es lo único que posee inteligencia propiamente dicha. Además, y dado que es el «recipiente» del intelecto, sin alma no existe la capacidad de conocimiento y, por tanto, el mundo no resultaría comprensible. En la Grecia clásica había ya toda una tradición popular que postulaba la existencia del alma y que casi por completo a los ritos misteriosos, vinculados en muchas ocasiones al culto de Apolo o de Baco, dios del vino. En estos ritos, los iniciados solían tomar una droga llamada «Kikeón», muy conocida entre ellos, y que hacía que sus almas entrasen en contacto directo con el Dios, hecho que provocaba una serie de visiones que quedaban asociadas al conocimiento y a la inteligencia propiamente dichas. En Tracia, existía una antigua escuela adivinatoria que creía en un ente inmortal capaz de recordar vidas pasadas.

El Alma como Principio Motor y la Inmortalidad

El alma juega, en otro orden de cosas, un papel muy importante como **principio motor de los cuerpos** y, por tanto, de las relaciones humanas. Para Platón, el alma está siempre en continuo movimiento, por lo que no puede morir, es **inmortal**, mientras que el cuerpo es un mero «envase» de la misma, finito y corruptible. El alma es lo más valioso que posee el hombre, puesto que comprende equilibrio y orden, mientras que el cuerpo se mueve por instintos y apetitos difíciles de complacer. En diferentes diálogos se citan las formas de interacción del alma respecto al cuerpo. En *Timeo*, por ejemplo, se afirma que los hábitos viciosos pueden llevar al alma a un estado de esclavitud, y en *Las Leyes* se cita la idea del «factor hereditario».

La Reminiscencia y la Conexión con el Mundo de las Ideas

Para Platón, la defensa de la existencia del alma es la mejor solución a la falta de sentido del mundo material, lleno de contradicciones. El alma servirá de vínculo de conexión entre el mundo sensible y el inteligible, ya que es preexistente al cuerpo, es decir, el alma, antes de encarnarse en un cuerpo, ha permanecido al menos durante un tiempo en el **mundo de las Ideas** (**Mundo Inteligible**: **Dualismo ontológico**). Por esta razón, ha conocido la verdadera esencia de las cosas y existe en ella una «huella», un recuerdo borroso de las Ideas propiamente dichas. Esta es la **teoría de la reminiscencia**, tomada de su maestro Sócrates. De este modo, es evidente que Platón centrará su estudio en el alma, en tanto que es más importante que el cuerpo.

El Mito del Carro Alado y la Purificación del Alma

Para explicar la relación entre alma y conocimiento, Platón utiliza el **mito del carro alado** que aparece en el *Fedro*. Según esta alegoría, las almas marchan en el mundo de las Ideas en la procesión de los dioses; cada una encima de un carro alado conducido por un auriga que guía a dos caballos, uno blanco, bueno y hermoso, y otro negro, malo y desobediente. Cuando ese carro pierde las alas, marcha a la deriva hasta que se agarra a algo sólido, o sea, el cuerpo, pasando a ser un mortal. El drama humano reside en el hecho de que el caballo negro nos arrastre siempre hacia los apetitos desenfrenados y el blanco tienda a dirigirse hacia las buenas acciones. Según Platón, el supremo deber humano consiste en no dejarse arrastrar por las opiniones mudables y **purificar el alma alcanzando la verdad**. La **anamnesis** será, pues, una característica propia del hombre en cuanto que posee el alma y que ha de prevalecer en la mente del filósofo-rey. Solamente escuchando al alma racional será posible alcanzar el mundo de las Ideas.

El Alma y el Camino hacia la Verdad, el Bien y la Virtud

El hecho de que el alma sea capaz de alcanzar el mundo inteligible deberá pasar indefectiblemente, según Platón, por un trabajo exhaustivo de «doma» del cuerpo. Es decir, para alcanzar la inmortalidad y no perderse en un continuo devenir de cuerpo en cuerpo, habrá tenido que conducirle hasta la **Verdad**, el **Bien** y la **Virtud**. El alma no negará nunca las pasiones, ni las reprimirá, simplemente les dará forma y estructura para que se dirijan hacia las Ideas. Este es, pues, el «destino» de toda alma.

La Estructura Tripartita del Alma y la Ciudad Justa

En el ámbito del lenguaje, el concepto de alma escondía a su vez dos conceptos complementarios de los que los pitagóricos ya habían hablado anteriormente, «psiqué» y el «thymós». El primero es únicamente un aliento vital, es decir, el soplo de vida que insufla, por ejemplo, Zeus a Prometeo en el momento de enviarlo en auxilio de los hombres. El que tan solo sirve para dar vida al cuerpo humano. El segundo, es el carácter propio de cada individuo. Una de sus tesis principales tiene mucho que ver con su visión política: ya que, para él, el **alma virtuosa** será el principio y el modelo a partir del cual se organice la «**Ciudad Justa**». Así pues, para Platón, el alma consta de tres partes y no solamente dos como hemos visto hace un momento. Existe una parte **racional**, otra **irascible** y una última **apetitiva**, que se corresponden con las virtudes de la **sabiduría**, la **valentía** y la **moderación** respectivamente. Esta división tripartita sirve para explicar los conflictos internos y las tendencias opuestas entre las que se debate continuamente el alma. El predominio de cada una de ellas determina tres tipos de personalidad diferentes que determinarían las tres clases en las que debería dividirse el Estado Ideal:
  • **Filósofos-gobernantes**: predomina la parte racional y su virtud será la sabiduría.
  • **Guardianes**: predomina la parte irascible, cuya virtud debe ser obligatoriamente la valentía.
  • **Productores**: predomina la parte apetitiva, y cuya virtud debe ser la moderación de los deseos y apetitos que dominan al cuerpo.

La Política Platónica: Reflejo del Alma en la Sociedad

La política platónica está diseñada desde las Ideas y desde el alma. Él opinaba que si cada individuo tomaba conciencia de su alma eterna y de su «tipo» concreto, la Ciudad Justa debería reflejar justamente las almas de los ciudadanos que la forman, estableciéndose las tres categorías de habitantes de la misma y de las que ya hemos hablado en el párrafo anterior. En consecuencia, esta ciudad ideal conjugaría las almas racionales de los filósofos, avezados en el conocimiento de las Ideas, con las almas pasionales de los gobernantes y las sensuales de los obreros, artesanos y productores. Este sería, sin duda, el gobierno ideal que acabaría con los problemas de la democracia griega que Platón siempre había denunciado.

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