Platón y el Alma en la República
En La República, diálogo de Platón con Sócrates, se explora la naturaleza del alma. Platón, desde una perspectiva dualista (cuerpo y alma), sitúa el alma en el mundo inteligible, el reino de las ideas, accesible solo a través de la inteligencia (logos) y la mente (nous). Este mundo, perfecto e inmutable, es central en la filosofía platónica. Para Platón, el alma, al igual que las ideas, es inmortal, perfecta y bella.
En su búsqueda del conocimiento, el alma, según Platón, se basa inicialmente en las imágenes de los objetos imitados, las cuales pertenecen al mundo sensible, captado por los sentidos. Este mundo sensible, que contiene la apariencia del ser, se contrapone al mundo inteligible, donde reside la verdadera esencia del ser.
Platón propone la dialéctica como la ciencia que permite acceder al conocimiento de las ideas. Este método se divide en dos momentos: ascenso (sinagogué) y descenso. El ascenso implica partir del mundo sensible (de las cosas que son copias imperfectas de las ideas) hacia el mundo de las ideas. Este proceso, impulsado por el amor al conocimiento, se basa en los métodos de composición y división, que facilitan el acceso a las ideas. Platón enfatiza que el conocimiento de las ideas no se basa en el mundo sensible, evitando así el descenso.
Además, Platón introduce la teoría de la reminiscencia, según la cual todo aprendizaje es un recuerdo de un conocimiento preexistente en el alma, aunque olvidado. Esta teoría se conecta con la mayéutica de Sócrates, un método que, a través del diálogo y preguntas, permite acceder a las ideas y llegar a conclusiones absolutas. Este proceso dialógico incorpora el arte de la retórica.
Platón, valorando el orden (inherente a la naturaleza) y el logos (inteligencia, razón, lenguaje), utiliza este último para conectar y expresar las ideas.
Platón y la Teoría de las Ideas
Dentro del marco filosófico, Platón basó todas sus teorías y pensamientos en la teoría de las Ideas (que se encuentran en el mundo inteligible).
Copérnico, Kepler y Galileo: Revolución Astronómica
Copérnico y el Heliocentrismo
La teoría de Copérnico es heliostática, colocando al Sol en el centro del universo, con los planetas girando a su alrededor en órbitas circulares. Para ajustar su modelo a las observaciones, Copérnico retomó la teoría de los epiciclos. Atribuyó a la Tierra tres movimientos: traslación, rotación y declinación (del eje terrestre). Utilizando cálculos trigonométricos, determinó la distancia de Venus al Sol.
Kepler y las Leyes del Movimiento Planetario
Johannes Kepler buscaba justificar una visión teológica, ilustrando matemáticamente la grandeza del Creador. En 1609, formuló sus dos primeras leyes del movimiento planetario:
- Las órbitas de los planetas alrededor del Sol son elípticas, con el Sol en uno de los focos.
- En intervalos de tiempo iguales, el radio vector que une un planeta al Sol barre áreas iguales.
En 1619, en su obra Armonía del Mundo, enunció su tercera ley: los cuadrados de los períodos orbitales de los planetas son proporcionales a los cubos de sus distancias medias al Sol.
Galileo y las Observaciones Telescópicas
Galileo Galilei, figura clave de la ciencia de su época, destacó por la validez de sus teorías y su búsqueda de la verdad. Sus observaciones con el telescopio, construido según indicaciones de Holanda, revolucionaron la astronomía. Observó la Luna, descubriendo su semejanza con la Tierra, lo que desafiaba la idea de la perfección de las esferas celestes. Comprobó que los planetas no tienen luz propia, incluyendo la Tierra. Observó la Vía Láctea como una multitud de estrellas y descubrió los cuatro satélites principales de Júpiter, lo que refutaba la idea de que todo giraba alrededor del Sol.
Las principales contribuciones de Galileo a la física son:
- El descubrimiento de que la trayectoria de un proyectil es una parábola, resultado de la combinación de dos movimientos.
- Sus experimentos sobre la caída de los cuerpos en vertical y en planos inclinados.
- La formulación del principio de inercia.