El Cogito Cartesiano: Fundamentos, Ideas y Demostración de la Existencia de Dios

El Cogito: La Primera Verdad del Sistema Cartesiano

La primera verdad del sistema cartesiano es «pienso, luego existo» (cogito ergo sum). No se trata de la conclusión de un razonamiento, sino de una intuición: al dudar, el yo se da cuenta de que existe. Más aún, cuanto más insiste el yo en dudar de todo lo demás, con más certeza advierte que está pensando y existe.

Con el «pienso, luego existo», Descartes encuentra una verdad segura con la que refutar a los escépticos. La duda se estrella con la existencia del yo, la cual es patente mientras se piensa. A partir de aquí, el filósofo procede a explicar otras verdades que considera que están incluidas en la primera: la esencia del yo, el criterio de la verdad y la existencia de Dios. Cada una de las afirmaciones ocupa un lugar preciso que solo se establece cuando se está seguro de su verdad.

La Res Cogitans: La Segunda Verdad

La segunda verdad descubierta por Descartes afirma: «yo soy una cosa que piensa». Una vez que sé que existo, me pregunto qué soy. Descartes sigue el sistema escolástico que distingue entre la existencia de algo y su esencia.

Para Descartes, la esencia o naturaleza del yo requiere introducir algunas definiciones cartesianas muy importantes en toda la filosofía moderna:

  • Sustancia: aquello que para existir no necesita otra cosa.
  • Modo: aquello que para existir necesita de otro.
  • Atributo: la característica esencial de una sustancia.

Descartes distingue tres tipos de sustancia:

  1. El yo, cuyo atributo es el pensar.
  2. Dios, cuyo atributo es la infinitud o perfección.
  3. El mundo, cuyo atributo es la extensión.

La segunda verdad descubierta se refiere a la naturaleza del yo. Descartes repone el dualismo platónico que había sido refutado por Aristóteles y, de nuevo como Platón, expresa: «yo soy mi alma, una cosa que piensa (res cogitans) enteramente distinta del cuerpo». La razón para sostener esto es que la existencia del cuerpo no es indudable y, en cambio, la del pensamiento sí. El yo es una sustancia cuya esencia consiste en pensar.

Descartes plantea el problema de la comunicación entre ambas sustancias, que no resuelve con eficacia. Cada vez que la mente da una orden al cuerpo y este la ejecuta, se produce necesariamente una comunicación entre la sustancia pensante y la sustancia extensa.

El Criterio de Verdad

El criterio de verdad es la norma general con arreglo a la cual cabe reconocer que una determinada proposición es verdadera. Un conocimiento puede ser verdadero o falso. Pero, según Descartes, también le preocupa si al ser humano le es posible alcanzar certeza sobre aquello que conoce.

El criterio cartesiano de verdad está formulado en la primera regla del método: “Podré estar seguro de que un conocimiento es verdadero cuando lo perciba clara y distintamente, esto es, de tal modo que no pueda dudar de su verdad”.

Tiene dos dificultades:

  • Es un criterio meramente formal. Se refiere a lo que, en general, haría falta para reconocer una verdad que está clara fuera de él. Faltaría llenar ese criterio con una verdad concreta y que manifieste cómo se percibe de modo claro y distinto. El criterio de verdad es la claridad y distinción, pero precisamente aquella distinción y claridad que tiene el cogito.
  • El criterio de claridad y distinción vale para saber que aquello que el yo percibe clara y distintamente es seguro subjetivamente, pero no vale para asegurar que es así en realidad. Hace falta asegurar el criterio de claridad y distinción a través de la prueba de que el yo ha sido creado por Dios, que es bueno. La existencia de un Dios bondadoso es la garantía definitiva o última del criterio de verdad.

Clasificación de las Ideas

Descartes consideró tres criterios:

  • Según su adecuación a la realidad:
    • Verdaderas: representan lo que existe.
    • Falsas: representan lo que no existe.
  • Según el criterio de verdad:
    • Claras y distintas: indudables.
    • Confusas: no cumplen con el criterio de claridad y distinción.
  • Según su origen o procedencia:
    • Adventicias: ideas que parecen venir del exterior, pero que coinciden con la realidad que muestran los sentidos. La verdad de estas ideas es dudosa, puesto que Descartes prohíbe declarar verdadero aquello que conocemos a través de los sentidos.
    • Facticias: son las producidas por la imaginación y que no coinciden con la realidad; todas son falsas.
    • Innatas: las que están ya en la mente o en el alma. No las ha podido producir el propio sujeto, que, si lo hubiera hecho, podría modificarlas a su antojo. Descartes concluye que tales ideas han sido puestas en el sujeto por Dios.

Las Pruebas de la Existencia de Dios

Características:

  • Han de partir del cogito, que es lo único seguro.
  • No puede tratarse de demostraciones realizadas mediante la deducción, ya que ha quedado invalidada en el segundo motivo de la duda metódica.
  • Las dos primeras parten de un efecto y la aplicación de causalidad; la tercera prueba parte de la idea de ser perfecto y es una prueba a priori.

Descartes propuso tres pruebas para la existencia de Dios:

  1. La idea de Dios concebida como sustancia infinita y eterna. No es adventicia ni tampoco facticia; la idea de Dios ha de ser innata. Solo Dios, como ser infinito y real, puede ser la causa de la idea de infinito que posee el sujeto pensante.
  2. Puesto que comprobamos que el sujeto es un ser finito, imperfecto y limitado, no puede haber sido su propia causa y debemos concluir que Dios es su causa.
  3. Conocida con el nombre de «prueba ontológica»: la formulación cartesiana de esta prueba viene a decir que la esencia del ser perfecto contiene la existencia y que no es posible pensar el ser perfecto como no existente. Al ser evidente que es posible pensar el ser perfecto, por lo tanto, ha de existir necesariamente. (Precedentes: 1ª y 2ª Hipona, 3ª Anselmo de Canterbury).

La Conclusión del Sistema Cartesiano

La existencia real del ser perfecto, junto con la convicción de que este ser perfecto es el creador del sujeto, permite:

  • Cancelar la hipótesis del genio maligno, ya que se sabe que el creador no es un ser falso, sino un ser bueno.
  • Asegurar que aquellas ideas que el yo percibe clara y distintamente se corresponden con la realidad. Es preciso tener presente que solo queda asegurada la existencia de aquello que se percibe de modo claro y distinto.

Analizamos la doctrina cartesiana sobre el mundo:

  • Se trata del modelo mecanicista. El mecanicismo es la teoría sobre la realidad material. Para el mecanicismo, la realidad física es un sistema determinado de cuerpos en movimiento que obedecen a fuerzas operantes en un espacio geométrico matematizable.
  • El mecanicismo es determinista, puesto que sostiene que si se conocen los elementos presentes en un estado de la materia, puede predecirse con total exactitud los estados siguientes. Mientras las formas aristotélicas incluyen su despliegue conforme a un plan prefigurado, el mecanicismo solo tiene en cuenta la causalidad eficiente.
  • El mecanismo incluye la reducción de las propiedades de la realidad material, puesto que excluye de la realidad las denominadas cualidades secundarias, es decir, todas aquellas que no pueden ser traducidas a ecuaciones matemáticas.

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