CONOCIMIENTO Hume
David Hume es reconocido por su influencia en la filosofía empirista y por su análisis exhaustivo del conocimiento humano.
Para Hume, el conocimiento se basa en la experiencia, y su teoría se fundamenta en la distinción entre impresiones e ideas. Las impresiones son las percepciones vivas y directas que experimentamos a través de los sentidos o de emociones intensas, mientras que las ideas son representaciones menos vívidas que surgen de nuestras impresiones. Hume argumenta que todas nuestras ideas, incluso las más complejas, se originan en impresiones anteriores. Este principio de copia implica que nuestras ideas son copias o imágenes debilitadas de nuestras experiencias sensoriales previas. Además, clasifica las ideas en simples y complejas. Las simples son aquellas que no pueden descomponerse en partes más simples, como la sensación de color o sabor, mientras que las complejas son combinaciones de ideas simples o asociaciones entre ellas. Para comprender cómo se forman las ideas complejas, Hume introduce el concepto de asociación de ideas. Argumenta que nuestra mente tiende a asociar ideas de tres maneras distintas: por semejanza, contigüidad espacio-temporal y relación de causa y efecto. Estas leyes de asociación nos permiten ligar unas ideas con otras, formando así ideas más complejas a partir de la combinación de ideas simples. Además de analizar cómo se forman las ideas, Hume distingue entre dos tipos de proposiciones: relaciones de ideas y cuestiones de hecho. Las relaciones de ideas expresan verdades necesarias y universales, como las proposiciones matemáticas y lógicas, cuya negación conduciría a una contradicción. Por otro lado, las cuestiones de hecho son afirmaciones acerca del mundo que deben ser verificadas mediante la experiencia, ya que su negación no implica contradicción lógica. Hume también desafía los conceptos metafísicos como la causalidad, la sustancia o el yo, argumentando que no tienen fundamento en la experiencia y, por lo tanto, carecen de validez. Su posición fenomenista escéptica sostiene que solo podemos tener certeza de los fenómenos que percibimos directamente a través de nuestros sentidos. A pesar de su escepticismo, Hume no niega el valor de la ciencia. Reconoce su utilidad práctica, pero recalca que las afirmaciones científicas son creencias probables basadas en la experiencia y no verdades absolutas. En resumen, la teoría del conocimiento de Hume ofrece una perspectiva profunda sobre la naturaleza y los límites del conocimiento humano, desafiando las concepciones tradicionales y promoviendo un enfoque más escéptico y empirista.
REALIDAD (CRÍTICA DE LA METAFÍSICA) Hume
La crítica de Hume hacia la causalidad, la sustancia y el yo es una parte fundamental de su filosofía. Él desafía la idea de que existe una conexión necesaria entre causa y efecto, argumentando que esta noción no se deriva de la experiencia directa, sino más bien de un hábito mental generado por la repetición de experiencias similares. En otras palabras, cuando observamos que un evento A siempre es seguido por un evento B, asumimos automáticamente que A causa B de manera necesaria. Sin embargo, Hume sostiene que esta conexión no es necesaria en absoluto; simplemente hemos llegado a esperar que ocurra de esa manera debido a la repetición de la secuencia. En cuanto a la sustancia, Hume cuestiona la idea de que existen entidades independientes y perdurables que subyacen a las cualidades que percibimos. Por ejemplo, cuando vemos una manzana, tendemos a pensar que hay una «sustancia» manzana que permanece constante a pesar de los cambios en su color, sabor, etc. Sin embargo, Hume argumenta que no hay ninguna impresión sensorial directa de esta supuesta sustancia, solo percibimos sus cualidades. Por lo tanto, la noción de sustancia es solo una inferencia mental basada en nuestras experiencias sensoriales. En lo que respecta al yo, Hume desafía la idea de que existe una identidad fija y permanente que persiste a lo largo del tiempo. Al reflexionar sobre nuestra experiencia interna, no podemos encontrar ninguna impresión directa de un yo estable. Más bien, encontramos una sucesión de pensamientos, emociones y sensaciones que cambian constantemente. La noción de un yo estable surge de la memoria, que nos permite construir una narrativa coherente de nuestra identidad a pesar de los cambios en nuestras experiencias y percepciones. En conjunto, la posición de Hume sobre la causalidad, la sustancia y el yo refleja su enfoque fenomenista y escéptico. Él sugiere que solo podemos tener certeza de los fenómenos que percibimos directamente a través de nuestros sentidos. Aunque esta postura puede parecer desafiante para el conocimiento humano, Hume no niega el valor de la ciencia ni la utilidad de nuestras creencias cotidianas. Más bien, nos insta a reconocer que nuestro conocimiento está basado en creencias razonables y probables, en lugar de verdades absolutas e indiscutibles. ROSSEAU SOCIEDAD Jean-Jacques Rousseau, a diferencia de otros pensadores ilustrados, desafiaba la fe en la razón y el progreso, creyendo que la civilización había corrompido al ser humano en lugar de mejorar su condición. Él sosténía que, en su estado de naturaleza original, el hombre era bondadoso, libre y feliz. Sin embargo, con el surgimiento de la sociedad y el desarrollo de la razón, el hombre había perdido esa bondad natural y había sido corrompido por la búsqueda del poder y la propiedad privada. Rousseau destacaba la importancia de los sentimientos y las emociones sobre la razón, argumentando que la excesiva racionalidad había llevado a la decadencia moral. Propuso una reforma radical en la educación, abogando por un enfoque que fomentara la libre espontaneidad del niño, protegiendo su naturaleza bondadosa de las influencias negativas de la sociedad. Su obra «Emilio» ilustra esta idea, mostrando cómo un niño es educado de acuerdo con los principios de Rousseau. En el ámbito político, Rousseau propuso un nuevo contrato social basado en la soberanía del pueblo. En este modelo, cada individuo cede su libertad al grupo entero, garantizando así el predominio de la voluntad general sobre la voluntad de los individuos. Este concepto de voluntad general, que busca el bien común por encima de los intereses individuales, fue fundamental en su teoría política. Este enfoque político influyó en movimientos revolucionarios como la Revolución Francesa y la independencia de Estados Unidos. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en Francia, inspirada en las ideas de Rousseau, proclamó la igualdad de todos los seres humanos y establecíó los derechos fundamentales universales. A pesar de las críticas y controversias, el legado filosófico y político de Rousseau ha dejado una marca indeleble en la historia, inspirando la lucha por la dignidad humana y los derechos individuales en todo el mundo.