El Empirismo de David Hume: La Experiencia como Límite del Conocimiento

Contexto de la Investigación sobre el Conocimiento Humano

La Investigación sobre el conocimiento humano, publicada en 1748 por el filósofo escocés David Hume, presenta las ideas centrales del empirismo clásico del siglo XVII. Esta obra condensa los puntos principales de su anterior Tratado sobre la naturaleza humana, profundizando en la formulación de los principios empiristas.

El libro se divide en doce secciones que abordan temas como los tipos de filosofía, el origen de las ideas, la asociación de ideas, las dudas escépticas sobre el entendimiento, la probabilidad, la idea de conexión necesaria, la libertad y la necesidad, los milagros y la filosofía escéptica.

Hume y el Empirismo

David Hume, figura destacada de la Ilustración británica, es reconocido como uno de los fundadores del empirismo. Su obra se caracteriza por un enfoque empírico, escéptico y naturalista, evidente en trabajos como El Tratado sobre la naturaleza humana, Investigación sobre los principios de la moral, Ensayos sobre moral y política y Diálogos sobre la religión natural.

El empirismo, en contraste con el racionalismo, sostiene que la experiencia sensorial es la fuente del conocimiento. Hume, pionero en plantear el problema de la inducción, argumenta que la validez universal de las leyes inductivas es cuestionable, ya que no podemos garantizar resultados para casos futuros no experimentados.

Hume aspiraba a ser el «Newton de las ciencias morales», buscando fundamentar la ciencia y la filosofía en la investigación empírica de la naturaleza humana. Su teoría del conocimiento se enmarca en su filosofía práctica, que abarca la ética, la política y la historia. Hume defendió el deísmo, sosteniendo que el conocimiento genuino se limita a la interpretación de los hechos «positivos» (reales, perceptibles y verificables).

El Positivismo y la Herencia de Hume

Las ideas de Hume influyeron en el positivismo de Comte, que limita el conocimiento a la interpretación de los hallazgos «positivos». Esta postura considera la experiencia sensorial como la base del conocimiento, interpretada a través de la razón y la lógica.

El positivismo lógico del siglo XX, heredero del positivismo subjetivo-idealista de Berkeley y Hume, busca fundamentar la ciencia en el análisis lógico del lenguaje. Sus objetivos principales son establecer una base positiva para la ciencia y adoptar el análisis lógico del lenguaje y los conceptos científicos.

Límite del Pensamiento y Principio de Copia

.Hume explica en el texto que tenemos la sensación de que el poder de nuestro pensamiento es ilimitado, hasta el punto de que con él podemos ir más allá de las leyes humanas y naturales e inventar cualquier ficción («formar monstruos y unir formas y apariencias incongruentes»). Esto es lo que pensaban los racionalistas, que la razón tiene una capacidad ilimitada para conocer la realidad. Sin embargo, están equivocados, ya que en realidad, en lo que se refiere al verdadero conocimiento, nuestro pensamiento está muy limitado. El límite del pensamiento viene dado por la experiencia, concepto con el que Hume pretende xpresar la captación en sentido amplio de datos procedentes del mundo exterior. Nos encontramos así con el principio del empirismo: la experiencia es la fuente y el límite de todo conocimiento. La mente humana es una página en blanco que sólo se llena de contenidos a través de la sensacion, de la captación de datos

sensacion, de la captación de datos

procedentes de los objetos del mundo exterior, y sólo podemos confiar en la verdad de esos datos. Cuando nuestra imaginación empieza a mezclar y combinar esos datos y da lugar a conceptos más complejos nos acercamos al territorio de la ficción, en el que no hay verdad.

La base sobre la que se asienta esta limitación es el principio de copia, que es una ley básica del pensamiento: «todos los materiales del pensar se derivan (o son una copia) de nuestra percepción interna o externa», como lo define Hume en el texto. 


Este principio asegura que dada cualquier idea, siempre es posible encontrar su origen en una percepción anterior. Así, mi idea del color rojo tiene su origen en mi percepción del rojo. Hume señala que por compleja que sea la idea que analicemos, siempre deberíamos poder descubrir las percepciones de las que procede. En el caso de que combinando percepciones lleguemos a construir seres ficticios de los que no tenemos sensación directa alguna, como los unicornios, las montañas doradas o Dios, jamás podremos afirmar con verdad que tales seres que existen.

Para demostrar esto Hume nos da en el fragmento dos argumentos.


En primer lugar, afirma que todas nuestras ideas por complejas que sean están formadas a partir de ideas más simples y si analizamos su contenido siempre podremos encontrar esos elementos más simples que las constituyen. Hume señala que si nos fijamos en una idea tan compleja como la de Dios, nos damos cuenta de que se forma aumentando al máximo características que nosotros poseemos y que obtenemos a partir de la observación. En segundo lugar, nuestro autor sostiene que si una persona carece de alguno de los sentidos es incapaz de obtener ideas relativas a ellos.


Por ejemplo, un invidente no tiene ideas relativas a los colores por no haber tenido nunca una impresión de ellos. Puesto que hay dos tipos de impresiones, de sensación y de reflexión y estas últimas se corresponden con los sentimientos, Hume extiende la argumentación al terreno de la moral y concluye que las personas moderadas son incapaces de comprender

las conductas crueles y vengativas al no haber experimentado nunca estos sentimientos.

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