La Edad Moderna, en los siglos XVII y XVIII, estuvo marcada por conflictos religiosos y políticos, el crecimiento de nuevas potencias y el poder absoluto de los monarcas. En el siglo XVIII, hubo muchas críticas al antiguo sistema, pidiendo más libertad y democracia. Filósofos como Hume cuestionaron de dónde viene el poder y cómo conocemos las cosas, defendiendo la experiencia y la razón como base del conocimiento.
Las repercusiones del empirismo en el pensamiento moderno son muy amplias, tanto en el campo de la filosofía política como en la teoría del conocimiento. En el ámbito del conocimiento, el empirismo de Hume y Locke fomentó actitudes críticas y científicas, influyendo en corrientes como el positivismo y el neopositivismo, que proponen verificar las ideas mediante la experiencia. También sentó las bases de la filosofía del lenguaje moderna, al enfocarse en el análisis empírico del conocimiento.
La Edad Moderna, en los siglos XVII y XVIII, estuvo marcada por conflictos religiosos y políticos, el crecimiento de nuevas potencias y el poder absoluto de los monarcas. En el siglo XVIII, hubo muchas críticas al antiguo sistema, pidiendo más libertad y democracia. Filósofos como Hume cuestionaron de dónde viene el poder y cómo conocemos las cosas, defendiendo la experiencia y la razón como base del conocimiento.
El Conocimiento y la Causalidad según Hume
Hume, en este fragmento, analiza cómo las personas construimos conocimiento a partir de la relación entre causa y efecto. Según él, nuestras ideas sobre el mundo no se basan únicamente en lo que percibimos directamente, sino en las conexiones que establecemos entre los hechos mediante la experiencia. Esta capacidad de relacionar hechos es fundamental para entender el mundo, pero Hume señala que no se trata de un conocimiento seguro o universal, sino de una relación que se basa en la costumbre.
De lo que duda Hume es de la certeza de estas relaciones. A pesar de estar acostumbrados a que ciertos efectos aparezcan después de unas causas (como que el fuego produzca calor), no tenemos nada que nos asegure que siempre será así, ya que no existe una base racional que nos asegure que en el futuro todo se va a comportar como en el pasado. Esto no quiere decir que nuestras conclusiones sean *fiables*, sino que nacen de nuestra experiencia y expectativas.
Hume también destaca que las relaciones de causa y efecto no son propias, sino resultado de nuestra interacción constante con el mundo. No necesitamos una conexión que podamos percibir directamente, sino que es una asociación que creamos en base a lo que vivimos. Esto nos puede llegar a hacer pensar hasta dónde llega el conocimiento humano, ya que no sabemos hasta qué punto podemos confiar en lo que creemos saber.
En conclusión, Hume nos hace reflexionar sobre nuestras certezas. Aunque la relación de causa y efecto es esencial para comprender el mundo, también tenemos que saber que está basada en pensamientos o hábitos, pero que nunca tienen una verdad absoluta.
Texto 1
La Crítica de Hume a la Noción de Sustancia
En este fragmento, Hume cuestiona una de las ideas fundamentales de la filosofía tradicional: la noción de “sustancia”. Según él, esta idea no viene de nuestra experiencia directa del mundo, ya que todo lo que conocemos se basa en las impresiones que recibimos por los sentidos: como colores, sonidos, sabores o texturas; pero a pesar de eso no hay una impresión concreta que podamos reconocer como “sustancia”, lo que significa que no percibimos una sustancia al margen de las cualidades que asociamos con ella.
Para Hume, lo que nosotros llamamos “sustancia” no es más que un conjunto de cualidades propias que se presentan juntas, ya que la idea de esta para él surge de nuestra imaginación, al agrupar estas cualidades e interpretarlas como un todo único, no por separado.
Además, Hume defiende que esta idea de sustancia se conecta con nuestra necesidad de explicar cómo las cosas están unidas y cómo estas se relacionan. Sin embargo, estas conexiones no las podemos percibir directamente, ya que son resultado de las interpretaciones y costumbres que nosotros tenemos al observar el mundo.
Todo este análisis pone en duda una de las bases de la filosofía clásica: que existe una realidad subyacente que sostiene las cualidades de las cosas. Hume entiende que lo que entendemos como “realidad” es una construcción mental basada en nuestras percepciones y en cómo las organizamos.
En conclusión, Hume rechaza la idea de sustancia como algo independiente o esencial, y reconoce que nuestras ideas sobre el mundo son el resultado de cómo experimentamos y asociamos todas las cualidades que percibimos en todo único, lo que demuestra que nuestras creencias se pueden ver influenciadas por la forma en la que procesamos toda la información que obtenemos y cómo intentamos con esta darle sentido al mundo.