Hume: Conocimiento y sus límites
Para Hume, no conocemos los objetos en sí mismos, sino las percepciones. Las percepciones son todo lo que está presente en la mente, ya sea por medio de los sentidos, las pasiones o el pensamiento; y pueden ser de dos clases: impresiones e ideas. Las impresiones las conocemos por medio de los sentidos y las ideas son copias de las impresiones, imágenes o representaciones suyas. Las ideas serán verdaderas siempre y cuando procedan de una impresión; si no, serán ficticias. Por lo tanto, nuestros conocimientos están limitados por las impresiones.
Las ideas se asocian de forma espontánea en la mente, según Hume, por las siguientes leyes: por semejanza, contigüidad y por causa y efecto; constituyéndose así nuestro sistema de conocimientos. Hay dos modos de conocimiento:
- Relaciones de ideas: se expresan mediante proposiciones analíticas, necesariamente verdaderas, en las que el predicado está contenido en el sujeto. A ellas se llega por el simple racionamiento y su verdad no tiene que ver con la experiencia, ejemplos: proposiciones de geometría o álgebra: el todo es mayor que las partes.
- Conocimiento de hechos: las proposiciones cuyo criterio de verdad es la experiencia, por lo que solo podemos estar seguros de lo que está presente a los sentidos o registrado en la memoria.
Crítica a la idea de causa: Aplicando lo anterior, vemos que nunca podremos tener conocimiento de hechos futuros, al no poder tener impresiones de lo que sucede en el porvenir. Sin embargo, en nuestras vidas sabemos que en el futuro se van a producir ciertos hechos, como cuando ponemos un recipiente de agua en el fuego, este se calienta. Hume observó que en estos casos nuestra certeza sobre lo que ocurrirá se basa en una inferencia causal para el futuro. Hay una conexión necesaria entre la causa y el efecto, por eso podremos conocer con certeza el efecto que se producirá derivado de su causa (calentar – fuego). Como tras lo primero ocurre siempre lo segundo, entre ambos hechos se da una sucesión constante que da lugar a la creencia de las cosas futuras, la cual proviene del hábito. (Creemos que va a pasar, pero no lo sabemos). La causalidad como hábito es útil.
La inferencia de que la realidad extra mental es la causa de nuestras impresiones es inválida a juicio de Hume, ya que no va de una impresión a otra, sino de las impresiones a una pretendida realidad, que está más allá de ellas y de la que no tenemos ninguna impresión o experiencia; por lo tanto, no podemos conocer la realidad extra mental. Aplicando el mismo razonamiento, tampoco podemos conocer la existencia de Dios, ya que no va de una impresión a otra, sino que pretende ir de nuestras impresiones a Dios; ni la existencia del yo, que no puede justificarse con una intuición del mí mismo, puesto que solo tenemos intuición de nuestras ideas e impresiones, y ninguna de ellas es permanente. Para Hume, el Yo está formado por percepciones (impresiones e ideas) más memoria, gracias a la cual vemos la conexión entre las distintas impresiones que se suceden.
Fenomenismo y Escepticismo
El fenomenismo de Hume concluye en su actitud escéptica. Un fenómeno es toda manifestación que se hace presente a la conciencia de un sujeto y puede ser percibido por él. Hume se hace escéptico al ver que su explicación de la realidad no era del todo satisfactoria, ya que la realidad conocida queda reducida a meras percepciones, meros fenómenos.
Moral y Religión
La teoría del conocimiento de Hume es una parte de su proyecto general de desarrollar una ciencia experimental humana.
Un código moral es un conjunto de juicios a través de los cuales se aprueban o reprueban ciertas conductas y actitudes. Ejemplo: aprobamos la generosidad y reprobamos el crimen. Pero, ¿en qué se basa la aprobación de unas cosas como la benevolencia y la reprobación de otras?
Para Hume, el fundamento de la moral no puede buscarse en Dios, porque no podemos conocer su existencia. Tampoco en la razón, en verdades eternas o en normas universales; la razón solamente sirve para apreciar los hechos o las relaciones entre ellos. Su función es conocer, pero no obligar. La razón fría y desinteresada no puede ser motivo de acción; sin embargo, los juicios morales determinan e impiden nuestro comportamiento.
Así pues, la moral no es objeto de la razón, sino del sentimiento; un ser que no sienta no puede ser moral, y los sentimientos son similares en todos los hombres. Por lo tanto, la moral (el código moral) está fundamentada en la naturaleza humana; y el criterio para discernir el bien y el mal es la utilidad y el gozo o fastidio que nos causa algo.
También en la propia naturaleza humana busca Hume el origen de la religión. El sentimiento religioso proviene de los sentimientos de miedo, esperanza, incertidumbre y temor ante lo misterioso. Por lo tanto, la religión, pensará Hume, no es más que un hecho social político útil para el pueblo, que no conviene quitarle.
Política
La sociedad es un resultado natural de la simpatía que atrae a los hombres para unirse con un fin de utilidad y bien común. Esta asociación necesita una organización y una autoridad que la hace convertirse en una agrupación política. La legitimidad de un poder solo se justifica con el bien que este procura a su pueblo y el hecho de que defienda los bienes necesarios para la vida en sociedad.