Justificación Filosófica de Locke
John Locke desarrolla su pensamiento en un contexto donde la filosofía se centra en dos grandes cuestiones: el conocimiento humano y la organización política de la sociedad. Su obra responde a estos problemas desde una postura empirista y liberal, sentando las bases del pensamiento moderno.
El Empirismo de Locke y los Límites del Conocimiento
En su Ensayo sobre el Entendimiento Humano, Locke se plantea hasta dónde puede llegar la razón humana. Frente al racionalismo de Descartes, que confiaba en la razón como herramienta para alcanzar la verdad absoluta, Locke establece una epistemología de límites:
- La razón no es ilimitada y no puede conocerlo todo.
- No existen ideas innatas, ya que todo conocimiento proviene de la experiencia.
- El ser humano solo puede conocer lo que sus sentidos le permiten percibir y lo que su mente puede reflexionar a partir de esas percepciones. Locke sostiene que el conocimiento proviene de la experiencia, pero es la razón la que organiza y conecta esas ideas.
Aquí Locke se opone al dogmatismo racionalista, que sostiene que la razón puede acceder a verdades universales e inmutables sin necesidad de la experiencia, confiando en principios lógicos y en la deducción como herramientas suficientes para conocer la realidad. Desde esta perspectiva, la razón es capaz de alcanzar conocimientos ciertos y absolutos. También se opone al escepticismo absoluto, cuyos defensores consideran que el conocimiento humano es falible y relativo, por lo que no podemos estar seguros de ninguna afirmación. Esto lleva a la conclusión de que cualquier intento de alcanzar la verdad está condenado al fracaso. Para Locke, la clave está en reconocer los límites del entendimiento y usar la experiencia como base del conocimiento.
Sin embargo, este planteamiento genera un dilema fundamental: conciliar Autonomía (Libertad) y Autoridad (Gobierno). La búsqueda de la paz, la seguridad y la satisfacción de las necesidades básicas son las prioridades que están en juego para conseguir ser feliz, según Locke, y para salvar esa aparente contradicción.
La Ética de Locke: Placer, Dolor y Bien Moral
En el ámbito de la ética, Locke propone que normas como «lo bueno», es decir, la verdad, dependen de relaciones necesarias entre ideas, sin importar su contenido cultural. Sin llegar a ser una ética formal, busca definir conceptos morales como «bondad» y «justicia», basándose en la experiencia, ya que considera que las ideas morales son esencias reales. Su visión sobre las ideas morales es similar a la teoría platónica de los arquetipos universales.
Locke vincula la moral con el concepto de placer y dolor:
- Lo bueno es aquello que genera placer o bienestar, ya sea individual o colectivo.
- Lo malo es lo que provoca dolor o sufrimiento.
A partir de estas ideas, concluye que el bien moral se alcanzaría cuando nuestras acciones voluntarias estén en conformidad con aquella ley que suponga que el bien (placer) aumente para nosotros.
La Teoría Política de Locke: Contrato Social y Derechos Naturales
Por otro lado, Locke desarrolla su teoría política en los Dos Tratados sobre el Gobierno Civil, donde defiende un modelo de sociedad basado en el pacto social y los derechos naturales.
Aquí se enfrenta directamente a Thomas Hobbes. Para Hobbes, en el estado de naturaleza los seres humanos están en una lucha permanente («el hombre es un lobo para el hombre») y, para evitar el caos, los individuos deben ceder todo su poder a un soberano absoluto (Leviatán). En cambio, Locke tiene una visión más optimista del estado de naturaleza: considera que los seres humanos nacen con derechos inalienables (vida, libertad y propiedad) y que el pacto social no supone una renuncia total a estos derechos, sino la creación de un gobierno limitado. El poder debe estar restringido por leyes para proteger los derechos naturales (vida, libertad y propiedad privada) que debe garantizar su protección. Locke plantea que:
- En el estado de naturaleza, los seres humanos ya poseen derechos inalienables: vida, libertad y propiedad privada.
- El pacto social no es una entrega total del poder al Estado, sino un acuerdo en el que los individuos crean un gobierno limitado, es decir, el poder debe estar restringido por leyes para proteger los derechos naturales.
División de Poderes y Derecho de Resistencia
El poder supremo en el Estado es el legislativo, encargado de hacer leyes para el bien común, sin perjudicar a los propietarios. Este poder debe ser el más importante, ya que las leyes deben ser universales y aplicarse por igual a todos. El rey, aunque tiene poder, está obligado a respetar y velar por el cumplimiento de las leyes; de lo contrario, perdería su autoridad, lo que justificaría una revolución. Para evitar abusos, el poder ejecutivo debe estar separado del legislativo, estableciendo una clara división de poderes, aunque Locke aún no separa el ejecutivo del judicial.
Finalmente, si el gobierno se vuelve tiránico y no cumple su función, el pueblo tiene derecho a la rebelión. Pero hay que aclarar que no es tanto rebelión como resistencia a la rebelión de los gobernantes frente a la ley y a la naturaleza misma de la sociedad civil; y siempre que la sublevación sea para defender o restaurar el orden establecido.