El Existencialismo y la Libertad Humana: Una Perspectiva Filosófica

La Nada y la Libertad

La nada no es algo extraño al hombre (h), sino la consecuencia implícita en su libertad, pues el hombre es el único que puede introducir su capacidad de decir «no» en el ser. Porque somos humanos somos libres; porque somos humanos podemos decir no. Por eso Sartre (S.) identifica la nada con la libertad: el ser humano existe en una actividad, realiza actos mediante los cuales se va definiendo, va llegando a ser sí mismo. La nada está en el origen y en el fin del ser humano: cuando vivimos una existencia auténtica también somos conscientes de nuestro límite: la muerte, la nada. La angustia y la nada son, para Sartre, el destino de la humanidad. La dignidad humana reside en la libertad, gracias a ella el ser humano siempre trasciende su situación concreta, aspira al futuro sin estar determinado por su pasado, se traza metas y construye su ser, de ahí que el existencialismo sea también una doctrina de la acción.

Visión Técnica del Mundo

Tiene su origen en Platón. La esencia precede, por tanto, a la existencia. Esta visión del mundo se consuma en el triunfo de la técnica. En el mundo técnico, la esencia precede a la existencia. El triunfo de la técnica a nivel planetario supone un modo de interpretar la realidad regido por la calculabilidad, la utilidad y la rentabilidad. El mundo, y el propio hombre, quedan reducidos a «cosa».

Existencialismo

La tesis básica del existencialismo es que la existencia precede a la esencia, es decir, que no existe una naturaleza humana que nos determine, sino que estamos condenados a ser libres. Frente al ser en sí, existe el ser para sí, el hombre, capaz de proyectarse libremente en el porvenir. Nuestras decisiones determinan lo que somos, de ese modo la toma de decisiones implica necesariamente la angustia, el desamparo y la desesperación, pues cada uno de nuestros actos determina qué será de la humanidad entera.

Proyecto

El ser humano está condenado a ser libre, y por tanto, a proyectarse en el porvenir. Es necesario distinguir entre el querer cotidiano consciente y el proyecto de vida que hemos elegido. Cada una de nuestras decisiones obedece a ese proyecto. En este caso, en el pensamiento de Sartre existe una diferencia esencial entre lo que creemos que estamos haciendo y lo que realmente estamos haciendo.

Esencia/Existencia

La distinción esencia/existencia tiene su origen en Tomás de Aquino. Su objetivo es separar radicalmente a Dios de las criaturas. Para el existencialismo, por el contrario, Dios no existe y el hombre es un ser en el que la existencia precede a la esencia, su naturaleza no viene dada de antemano por un ser superior. En definitiva, un ser que está arrojado en el mundo y condenado a ser libre.

Realidad y Nada

La angustia es el sentimiento que acompaña inevitablemente al hombre a causa de su libertad. El hombre se define por sus acciones y, al mismo tiempo, sus decisiones comprometen a la humanidad entera. Sartre reelabora el imperativo categórico kantiano. Tengo que pensar en mi voluntad como legisladora universal.

El peso de esa responsabilidad es la causa de nuestra angustia. No sólo eso, sino que, Dios no existe y tampoco la Idea del Bien, así que estamos solos a la hora de elegir. El desamparo, por tanto, es otra consecuencia de la libertad.

Responsabilidad-Elección

Si el hombre es consciente de que su elección implica a la humanidad entera no podrá dejar de sentir una responsabilidad extrema, una profunda angustia. La mayoría actúa como si su elección solo le afectase a sí mismo, actúa, dice Sartre, de mala fe. No son capaces de enfrentarse a la catástrofe de que todo el mundo actuase como ellos y prefieren pensar que ya habrá otros que tomen la decisión correcta. Para liberarnos de la angustia nos encerramos de nuevo en la caverna platónica o renunciamos a pensar por nosotros mismos.

Libertad (Horkheimer)

En la historia real la libertad que se persigue es la libertad política o económica. Poder hacer lo que queramos, poder elegir entre muchas cosas, verse limitado lo menos posible. Esta es la libertad que buscan los individuos, las clases sociales y la nación. Sin embargo, la libertad que importa a la Historia de la Filosofía, la libertad de pensamiento padece hoy una enfermedad extraña. Una mayor permisividad no significa un aumento de libertad. Resulta escandaloso el contraste entre los logros materiales alcanzados y la repugnancia de la mayoría a esforzarse por participar y dinamizar la vida política de un país. Esa es la vulnerabilidad más grave de la democracia porque cuando los logros decaen y se extiende la crisis, la mayoría se cree débil e impotente para cambiar el curso de las cosas y recurre a los discursos peligrosos de líderes salvapatrias. Los frankfurtianos critican diversos aspectos de las predicciones de Marx. Consideran que el proletariado ya no podía ser una clase revolucionaria que transformara la sociedad alienante capitalista porque dicho sistema había conseguido aburguesarlo, integrarlo en el sistema de consumo creciente: a mayor justicia, más represión y vuelta al totalitarismo.

Dios (Marx)

Consiste en un extrañamiento del hombre en tanto que este renuncia a su verdadero ser para pasar a compararse con Dios. Pero el hombre olvida que en realidad Dios es una creación humana, de hecho, Dios es la representación de un hombre con todas sus cualidades positivas desarrolladas hasta el infinito. Dios es una invención humana negativa que solo sirve para rebajar el verdadero valor del hombre concreto. Marx añadirá a esta crítica el papel ideológico de la religión que es el opio del pueblo: la religión es el consuelo espiritual, la ideología que sirve para que el proletariado se resigne a su vida penosa y miserable a partir de la llegada de un más allá en el que será recompensada. El proletariado no se revela contra la burguesía porque la religión es el opio del pueblo.

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