El hilemorfismo y la polis ideal de Aristóteles

El hilemorfismo de Aristóteles

Aristóteles, al no creer en la existencia de las Formas platónicas, propone su propia teoría metafísica basada en la substancia. El experto en Aristóteles, G. Reale, lo explica así:

La materia (hyle) es un principio constitutivo de las realidades sensibles, sirviendo como sustrato de la forma (la madera es el sustrato de la forma de la mesa, la cerámica es el sustrato del jarrón, etc.). Si elimináramos la materia, eliminaríamos todas las cosas sensibles. Sin embargo, la materia por sí misma es potencialidad indeterminada y solo puede actualizarse y transformarse en algo determinado si recibe tal determinación mediante una forma. La materia, por lo tanto, solo impropiamente es substancia.

La forma (eidos), en cambio, al ser el principio que determina, actualiza y realiza la materia, constituye la esencia de cada cosa y, por lo tanto, es substancia de pleno derecho. No se trata de la forma trascendente de Platón, sino de una forma intrínseca a la cosa misma (una forma-en-la-materia).

El compuesto de materia y forma, denominado synolon por Aristóteles (que significa el conjunto o el todo), también es una substancia de pleno derecho, ya que reúne la substancialidad del principio material y del principio formal.

El hombre como animal político

El hombre es un animal político, no solo por ser gregario, sino porque vive en una sociedad políticamente organizada. Aristóteles afirma: “Quien no puede formar parte de una comunidad, quien no necesita de nada y se basta a sí mismo, no es parte de la ciudad, es una fiera o un dios”. Como animal que habla, el hombre encuentra en la polis su lugar natural, su centro de comunicación.

El concepto de ciudadanía

Aristóteles no considera ciudadanos a todos los habitantes de la polis. La ciudadanía implica participar en los asuntos públicos: legislación, gobierno y justicia. Tradicionalmente, las mujeres, los niños, los extranjeros y los esclavos no eran considerados ciudadanos en la polis griega. La concepción de Aristóteles es aún más restrictiva, excluyendo también a los trabajadores libres por carecer del tiempo libre necesario para dedicarse a los asuntos públicos. Estos habitantes no ciudadanos acaban siendo un apoyo para que los ciudadanos puedan vivir mejor.

La esclavitud

A diferencia de Platón, Aristóteles defiende una concepción social esclavista. Los esclavos lo son por naturaleza, pertenecen potencialmente a alguien y su razón se limita a la sensibilidad. Son instrumentos, el primero quizás, para el uso de los ciudadanos, proveyéndoles de bienes y servicios con su cuerpo y capacidad de trabajo.

Las formas de gobierno o constituciones

La constitución es la estructura que ordena la ciudad, estableciendo el funcionamiento de los cargos y la autoridad soberana. El gobierno puede ser ejercido por:

  1. Una sola persona
  2. Un grupo pequeño de personas
  3. La mayoría de las personas

Y puede ejercerse:

  1. Por el bien común
  2. Por el interés propio

De esta forma, existen seis posibles combinaciones o formas de gobierno.

Principios del Estado ideal

Armonía

El Estado debe incrementar la virtud de los ciudadanos para alcanzar la felicidad colectiva, ya que la felicidad individual solo es posible en una ciudad feliz. No hay lugar para el egoísmo.

Autarquía

La polis es independiente y libre. Aristóteles define al ciudadano como quien participa en las deliberaciones y tiene la capacidad de opinar, y a la ciudad como la reunión de ciudadanos capaces de vivir autárquicamente. La ciudad debe tener una medida humana, con la población y el territorio justos para satisfacer las necesidades de los ciudadanos sin producir cosas superfluas.

Educación

La educación, de carácter moral, es labor del Estado y forma a los mejores ciudadanos posibles. Su propósito es configurar la cualidad moral de los jóvenes. Como el propósito del Estado es uno, todos deben recibir la misma educación. En la propuesta de Aristóteles, los ciudadanos gobiernan directamente: de jóvenes son guerreros, aprovechando su fuerza; después, consejeros; y de ancianos, sacerdotes, aprovechando su prudencia.

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