Contexto del Fragmento de la Obra: Discurso del Método
El Discurso del método contiene algo más que un problema de método. Este libro fue concebido como una introducción a tres ensayos más. Fue la primera obra impresa de Descartes y se publicó en 1637, en una edición francesa. En 1644, se hizo otra edición en latín. En tanto que introducción a estos ensayos científicos, no fue escrito como una descripción coherente del método científico en general, al menos tal y como se lo planteó en un escrito anterior: Reglas para la dirección del espíritu (1628). Entre 1620 y 1636, Descartes está comprometido en la redacción de un tratado de metafísica, Las reglas y El mundo. El mundo es abandonado en 1633, por miedo a correr la misma suerte que Galileo. La parte IV del Discurso es un resumen del Traité de métaphysique. En 1635, decide publicar Dióptrica y Meteoros, precedidos de una breve introducción en la sección final de la parte IV. En noviembre de este año, decide publicar también sus trabajos de geometría, lo que le obligó a redactar una nueva introducción; pero lo que hace es extractar de su manuscrito de las Reglas, sacando aquellas cuatro reglas aplicables a cualquier área científica. El Discurso no es una biografía intelectual, por mucho que esté escrita en primera persona. Este discurso se compone de seis partes. Mediante esta obra, da paso a la modernidad. La parte 2 contiene una nueva teoría del conocimiento con su metodología correspondiente (epistemología), y desde esta ha de entenderse la parte 1 como una crítica a las ciencias y un cuestionamiento del saber establecido. El nuevo fundamento metafísico (parte 4) permite entender mejor tanto el proyecto innovador de otra ética (parte 3) como las teorías físicas, antropológicas y lingüísticas (parte 5), y también los trabajos acerca de la naturaleza (parte 6).
Descartes se encuentra más creativo en la parte de la filosofía y la ciencia que en la de la política.
Posición de Descartes en la Historia de la Filosofía
En segundo lugar, atendamos a la posición de Descartes en la historia de la filosofía. La influencia de este pensador ha sido enorme, no sólo en filosofía, sino en muchos ámbitos del pensamiento. Ciertamente, hay que decir que él no es un innovador tan radical como a veces se ha presentado. Su pensamiento recibió muchas influencias y es difícil hallar un punto en el que sea plenamente original. En concreto, el sujeto moderno había sido creación de los renacentistas; la libertad de pensamiento tuvo muchos y muy anteriores defensores (por ejemplo, Lutero publicó en 1517 sus tesis); la duda y la evidencia del yo está en San Agustín (si fallor, sum; si yerro, existo); el innatismo tiene sus raíces en Platón, e incluso la idea de que dependemos de un Dios garante está en San Agustín (iluminismo) y muchos autores medievales (Avicena, San Buenaventura, etc.). Sin embargo, Descartes supo exponer de modo magistral ese conjunto de ideas que constituyen la modernidad, y presentarlo como un todo coherente. De ahí que la filosofía inmediatamente posterior dependa totalmente de él (Malebranche, Spinoza, Leibniz, Wolff) y su influjo deje una huella importante en otros muchos autores, por ejemplo, en Kant o Husserl (Meditaciones cartesianas).
Se puede decir que Descartes ha sido el padre de la filosofía moderna, en el sentido de que toda ella ha encontrado en Descartes un punto o un contrapunto de referencia.
Por último, cabe mencionar la importancia de Descartes en el campo de las matemáticas, al crear la geometría analítica.
El Contexto Histórico del Siglo XVII
En cuanto al tercer aspecto, René Descartes vivió en el siglo XVII (1596-1650), cuando el Renacimiento y la nueva ciencia ya habían triunfado. El Renacimiento había puesto en primer plano al sujeto humano, como un sujeto autónomo y libre, que había roto el yugo de la autoridad (libre interpretación de la Biblia, negación de la autoridad papal), había ensanchado su mundo (descubrimiento de América) y se consideraba capaz de dominar la naturaleza (ciencia y técnicas modernas, especialmente la matematización de la física). La escolástica estaba muerta, la crítica renacentista y científica había destruido el viejo orden de conocimientos, y se requería una nueva filosofía que respondiera a las nuevas necesidades del espíritu: ese fue el reto al que se enfrentó Descartes.
Por otro lado, la cuestión de la religión y de Dios estaban en primer plano: todos –protestantes y católicos– tomaban a Dios como fundamento de sus posiciones. Descartes no será ajeno a esta consideración: Dios es uno de los pilares de su filosofía. No sólo la idea de que existe Dios, sino que es algo que se puede demostrar filosóficamente y que, sin él, no hay ni ciencia rigurosa ni filosofía.
Esto da razón de las líneas de fuerza de la filosofía cartesiana. Como la filosofía escolástica había fracasado, era necesario superar la incertidumbre originada. Por el contrario, la física moderna se iba imponiendo poco a poco con paso seguro. Esto se debía al uso de un método nuevo: la aplicación de la matemática a la comprensión de la naturaleza, a la construcción de la ciencia física. De ahí toma Descartes la idea de la importancia del método para superar la duda y establecer el conocimiento verdadero: al igual que las matemáticas, Descartes busca una primera verdad indubitable, que, a su vez, le sirviese de punto de partida para una labor deductiva de tipo matemático. En esta labor, irían apareciendo todos los temas de su época: la certeza, el criterio de certeza, el sujeto libre, Dios (su existencia y la dependencia de todo respecto a él), etc.