Contexto Histórico, Cultural y Filosófico
René Descartes (1596-1650), filósofo, matemático y físico francés, es considerado el padre de la filosofía moderna. Descartes vivió en una época de crisis tras las grandes esperanzas del Renacimiento. El siglo XVII estuvo marcado por la búsqueda de soluciones, y el estado de ánimo encontró su expresión en el Barroco, con una visión pesimista donde todo es movimiento y fugacidad.
La sociedad se mantenía estamental y se agudizaban los antagonismos sociales. Aunque los europeos creían en Dios, la fe se había desvanecido y el clero había perdido poder. La crisis religiosa supuso la ruptura de la unidad de Europa. Los intelectuales se enfrentaron a una grave crisis, las universidades decayeron y con ellas el ejercicio de la vida intelectual.
Dos hechos capitales influyeron en la concepción del mundo y en la valoración de las actividades humanas:
- La invención de la imprenta, que ofreció conocimiento, fuera del contexto religioso, a los laicos, y supuso el comienzo de las publicaciones en lenguas nativas.
- Tras las luchas medievales para la construcción de los Estados modernos, las monarquías absolutas intervinieron en el régimen interno de los demás Estados con un carácter imperialista y dominador.
En cuanto a la filosofía, la revolución científica del siglo XVII la llevó a situar en el centro de sus preocupaciones el problema del conocimiento, preguntándose por el origen y fundamento del conocimiento verdadero y por el método adecuado para alcanzar la verdad en las ciencias.
Racionalismo vs. Empirismo
Las dos grandes escuelas de este siglo, Racionalismo y Empirismo, se enfrentaron al mismo problema, pero lo enfocaron y resolvieron de maneras distintas.
El Racionalismo se caracteriza por conceder la primacía a la razón para alcanzar la verdad y sostiene como principio básico que nuestros conocimientos verdaderos de la realidad tienen su origen y fundamento en la razón. Para los racionalistas, el ideal de conocimiento es un sistema deductivo, tomando como modelo de saber las matemáticas. El Racionalismo tiene la pretensión de alcanzar un saber universal y necesario. Esta corriente filosófica supone una nueva imagen del mundo, caracterizada por tres principios: todo lo que sucede tiene una explicación, una causa; esa explicación puede ser descubierta por el hombre usando la razón.
El Empirismo defiende que el origen y fundamento de nuestro conocimiento se encuentra en la experiencia sensible, lo que significa un rechazo a la existencia de ideas innatas. Sus ideales les plantearán un importante problema: explicar cómo se originan, a partir de los sentidos, la construcción de las ideas y su desarrollo, por ejemplo, de las matemáticas, de universal validez. El método de conocimiento será la inducción, que parte de experiencias particulares para llegar a un enunciado universal.
En cuanto al Racionalismo, comienza con Descartes, quien busca un criterio de verdad para alcanzar la certeza en el conocimiento.
Actualidad de Descartes
Descartes restableció la confianza en las capacidades intelectuales, especialmente en la razón, una convicción de toda la Modernidad que llega hasta nuestros días. La racionalidad es una exigencia en muchos ámbitos, no solo en la filosofía, sino también en las ciencias naturales y sociales. También ha llegado hasta hoy la necesidad de un método para que nuestra razón avance en sus búsquedas o actividades. La conveniencia de un método, de una programación previa, forma parte viva del legado intelectual de Descartes.
El sistema filosófico cartesiano deduce racionalmente la realidad del mundo e implica un dualismo entre pensamiento y materia extensa. Este dualismo perduró hasta Newton, pero su aplicación al hombre, perdurará y, siglo tras siglo, se buscarán posibles respuestas para explicar la interacción entre ambos.
El mecanicismo que Descartes desprende de este dualismo ha tenido implicaciones positivas y negativas a lo largo de los siglos. El culto a la máquina, propio de la Revolución Industrial, tiene como trasfondo este mecanicismo.
El individualismo que se afirmó durante el Renacimiento tuvo su continuidad en el yo pensante del sistema de Descartes. El yo pensante y la subjetividad son la base del edificio cartesiano. Esta afirmación perdura a lo largo del mundo moderno; en el Romanticismo, el yo es el genio creador e intérprete de la realidad. Hoy, el yo, el individuo, ha de intentar conquistar su identidad en un mundo donde predomina lo que es impersonal: vestidos hechos en serie, motos tipificadas, una publicidad que quiere hacer que nos guste lo que nos gusta a todos, etc.