El Legado de la Ilustración: La Razón y la Libertad en la Filosofía de Kant

Contexto Cultural y Filosófico

Kant definió su tiempo como una época de Ilustración. Las reformas promovidas por la monarquía prusiana, bajo el reinado de Federico II, crearon las condiciones propicias para este movimiento. Federico II, amigo de Voltaire, hizo suya la idea de progreso, continuando el desarrollo económico y militar iniciado por su padre. Aplicó medidas propias del despotismo ilustrado: suprimió la tortura, garantizó la libertad de culto y expresión, medidas que Kant aplaudió. El monarca insistió en la educación, instauró la enseñanza obligatoria y creó la Academia de las Ciencias de Berlín. En lo filosófico, la Ilustración alemana presentó características especiales, destacando su carácter racionalista. A diferencia del racionalismo tradicional, que defendía una razón que argumenta a partir de ideas innatas para llegar a conocimientos ciertos, la Ilustración apuesta por un concepto de razón que se separa de este. Kant asume los rasgos propios de la razón ilustrada: una razón autónoma que apuesta por el análisis y la crítica, se juzga a sí misma y discute sus posibilidades y límites. Según Kant, el racionalismo había aceptado que la razón puede alcanzar la verdad y el bien. En sentido contrario, Hume había concluido la imposibilidad de un conocimiento verdadero sobre el mundo y de una moral basada en leyes objetivas. Kant se propuso analizar en qué medida las intenciones racionalistas estaban establecidas, dando lugar a su periodo crítico.

El Pensamiento Crítico de Kant

Kant se ocupó de buscar las condiciones que hacen posible el conocimiento universal y necesario, concluyendo que tales condiciones se cumplen tanto en matemáticas como en física, pero no en la metafísica. En segundo lugar, analizó la moral en un mundo que Newton había descrito como determinado por leyes físicas, un mundo en el que aparentemente no cabe la libertad.

Kant y la Idea de la Ilustración

La época de Kant, según él mismo, no es una época ilustrada completamente. Los seres humanos todavía necesitan de alguien que los dirija en el uso de la razón. Sin embargo, se trata de una época de Ilustración, porque la legislación de Federico II otorga libertad religiosa a sus ciudadanos. Así, los obstáculos para utilizar autónomamente la razón están desapareciendo, y el ser humano está emprendiendo el camino para salir de su minoría de edad. Una época ilustrada es aquella en la que los humanos son capaces de utilizar la razón sin necesidad de que nadie los dirija. La época de Kant es una época de Ilustración porque ha comenzado la lenta transformación que conduce a la mayoría de edad. Este proceso aún no se ha completado, pues falta mucho para que los humanos estén preparados para pensar en materia de religión sin la guía de otros. El uso de la razón exige unas condiciones que no se dan plenamente en la sociedad de Kant y que, como él señala, no son fáciles de conseguir, porque requieren un largo periodo de libertad para que todos los humanos se acostumbren a pensar por sí solos. Se puede decir que se está iniciando el proceso de Ilustración. La libertad, en este contexto, es el uso público de la razón; es el uso de la razón que realizan quienes han alcanzado la Ilustración, y que contribuirá a la Ilustración de los demás.

La Epistemología y la Ética Kantianas

Epistemología: Kant le da un papel central a la razón en su teoría del conocimiento. Su propósito es superar el racionalismo y el empirismo. El racionalismo desconfió de los sentidos y apostó por un modelo deductivo basado en la razón. Por su lado, el empirismo asumió que la única certeza son las impresiones. Por lo tanto, el saber sobre el mundo es una creencia. El criticismo de Kant pretende superar ambas posturas, otorgando a la razón un papel principal. Kant define el conocimiento como la suma de dos elementos: las impresiones y el entendimiento. El conocimiento sensible es posible gracias a la sensibilidad, que ordena las impresiones. El entendimiento alcanza la verdad cuando juzga, y un juicio consiste en una nueva síntesis entre el material proporcionado por la sensibilidad y las categorías del entendimiento. Así surgen los conocimientos empíricos. El resultado es que no conocemos las cosas como son en sí, sino como se muestran a un sujeto que conoce gracias a unas estructuras de las que no puede prescindir. Esta forma de entender el papel del sujeto se ha llamado «revolución copernicana»: ya no es el sujeto quien se adecua al objeto, sino el objeto a las condiciones del sujeto.

Ética: El concepto de autonomía es central en la ética kantiana. Kant reduce la moral a aquello que depende exclusivamente del ser humano, a su voluntad. La voluntad es buena solo por su querer, pues ni sus acciones ni las consecuencias que se sigan de ellas dependen completamente del sujeto. Una voluntad autónoma debe querer cumplir con su deber, aunque también esté influida por su inclinación a la felicidad. Kant distingue dos tipos de acciones:

  • Acciones por deber: Surgen de una voluntad que cumple con lo que debe porque debe, y por eso son las únicas acciones autónomas. El valor de estas acciones reside en el motivo, en lo que Kant llama el «principio de la voluntad».
  • Acciones conformes al deber: Se realizan por inclinación o interés, no por deber.

Puesto que la voluntad puede estar sometida a la razón, existen dos tipos de mandatos morales: los imperativos hipotéticos y los categóricos. Los primeros representan la acción como buena en cuanto medio para conseguir un fin. Por eso, toda moral organizada en torno a ellos será heterónoma. Es el tipo de moral que Kant considera propia del menor de edad. El imperativo categórico es el único que permite al hombre determinarse a sí mismo. La moral kantiana no dice a nadie qué debe hacer, sino que lo invita a que establezca su propia ley, exigiendo que esta ley cumpla un único requisito: que sea racional, que puedas querer que tu criterio sea el que deberían seguir quienes se encuentren en tu situación. La Ilustración pretende que el menor de edad use su razón por sí mismo. Para conseguirlo, el individuo tiene que abandonar a los tutores, pero hacerlo no es sencillo. Cuatro factores lo invitan a la dependencia: pereza, cobardía, costumbre y la acción de estos tutores. Si se le concede a la sociedad la libertad de hacer uso público de la razón, la Ilustración se hace casi inevitable. La Ilustración no se alcanza con una revolución. La libertad en el uso público va acompañada de la obligación de obedecer. Así, Kant entiende la falta de libertad como un medio para alcanzar la autonomía.

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