Contexto Histórico
Los avatares históricos que afectaron a Ortega y Gasset fueron la crisis del 98 español, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República en la que participó activamente (al menos al principio), la Guerra Civil y su exilio, la España franquista, su vuelta a España a partir de 1945 y, por ende, las cuestiones europeas: Primera Guerra Mundial, Europa de entreguerras, ascenso del nazismo y fascismo al poder, Segunda Guerra Mundial, la posguerra, etc. Madrileño, de familia liberal, propietaria del periódico «El Imparcial». Estudió en Madrid y amplió sus estudios en Leipzig, Berlín y Marburgo, recibiendo la influencia del neokantiano Hermann Cohen (quien le transmitió el interés que siempre tuvo por el método científico, interés que le distingue poderosamente del resto de los vitalistas, con los que comparte algunos puntos de vista). En 1910 ganó la cátedra de Metafísica de Madrid. Este periodo llega hasta 1936. Muchísimos intelectuales españoles recibieron su influencia desde allí, o desde su intensa labor pedagógica y crítica en periódicos y conferencias (podemos señalar a García Morente, Zubiri, Julián Marías, María Zambrano, Laín Entralgo, Aranguren, Ferrater Mora, etc.). En 1917 funda el periódico «El Sol» y en 1923 la Revista de Occidente, que terminó siendo el principal cauce para que entraran en España las principales ideas filosóficas de Europa, principalmente las alemanas. También colaboraron escritores y poetas (García Lorca, Alberti, etc.). En 1931 firmó un manifiesto de intelectuales que apoyaba la Segunda República y fue diputado a Cortes, pero, poco a poco, terminó distanciándose de la política activa, y en 1936, al comienzo de la Guerra Civil, abandona España hasta 1945, donde alterna sus conferencias con largas estancias en el extranjero (Alemania, Francia, América, Portugal, Gran Bretaña).
Contexto Filosófico
Dentro del elenco de autores que desarrollan su labor filosófica en el mismo período que Ortega y Gasset, podemos destacar a Heidegger, Russell, Wittgenstein, el Círculo de Viena, la primera Escuela de Frankfurt, Hartmann, Bergson, etc., sin olvidar el desarrollo científico protagonizado por Einstein y su teoría de la relatividad, Heisenberg, Bohr, etc. Desde que la Ilustración entronizó la razón, el modelo se fue rompiendo en diferentes modelos, donde se adjetivaba la razón queriendo precisarla. Así, tenemos una razón positivista en Comte, una razón histórica en Dilthey, una razón fenomenológica en Husserl, una razón analítica en los análisis del lenguaje. Ortega intenta negar el repudio frontal que hace Nietzsche de la razón; la defiende, pero también reconoce que Sócrates la estableció de forma unilateral. La razón es una dimensión de la vida y debe servirla, no anularla. Ortega defiende una Razón Vital, no una «razón pura», aislada. Debido a esto, Ortega se impuso una reforma total de la filosofía y, por tanto, del ser y del conocer. Entendía la filosofía como un saber radical que plantea los primeros y los últimos problemas y, así, se distingue de los otros conocimientos que domestican la vida y la fraccionan.
La Temática del Texto
La temática del texto es claramente epistemológica. El autor se plantea la posibilidad del conocimiento de una realidad exterior («trascendente») al sujeto cognoscente. La realidad está ahí y el sujeto, frente a ella, pretende conocerla. Ante esta situación, el racionalismo responde inventando un sujeto abstracto, puro y transparente, que percibe la realidad desde una posición tan privilegiada que vale para todas las épocas («ayer igual a hoy y mañana»). Sin embargo, argumenta nuestro autor, la realidad que hay que explicar es la vida, y ésta es cambio, desarrollo. ¿Cómo, pues, será posible semejante abstracción?
Etapa Perspectivista
Una vez superada su etapa objetivista, en la que otorgó una importancia excesiva a la ciencia, Ortega se dedica a responder a ésta y otras cuestiones, normalmente expresadas en términos de «potencias litigantes» que precisan de una solución intermedia. Se trata de su etapa perspectivista, iniciada a partir de la publicación de su primera obra formal, Meditaciones del Quijote, y que viene determinada por su famosa frase: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». Un yo, como expresión de la personalidad final de un individuo, es fruto de la combinación necesaria de un yo previo y original y la circunstancia personal de cada uno, que participa por derecho propio en la configuración de la persona. Además, salvar la circunstancia, es decir, preocuparse por el mundo que a uno le rodea, es fundamental para salvar ese yo. A esta etapa perspectivista corresponde el texto que comentamos y que se incluye en el artículo «La doctrina del punto de vista».