El Método Cartesiano
La tarea de Descartes se centra en tres objetivos principales:
- Formular las reglas del método a través de un procedimiento matemático.
- Fundamentar con una investigación metafísica el valor absoluto y universal del método.
- Demostrar la fecundidad del método en las diversas ramas del saber.
Para Descartes, el método se define como “unas reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales todos los que observen exactamente no tomarán nunca por verdadero lo que es falso, y alcanzarán, sin fatigarse con esfuerzos inútiles, sino acrecentando progresivamente su saber, el conocimiento de todo aquello de que sean capaces”. El método, por tanto, permitirá evitar el error. No se trata de un simple método de exposición o demostración de lo que ya se conoce, sino que permite aumentar los conocimientos y descubrir nuevas verdades: ars inveniendi.
Reglas del Método:
- Evidencia. No admitir jamás como verdadero cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios más que lo que se presentase a mi espíritu tan clara y distintamente que no tuviese motivo alguno para ponerlo en duda.
- Análisis. Dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuese posible, y cuantas requiriese su mejor solución.
- Síntesis. Conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los más fáciles de conocer, ir ascendiendo poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más compuestos; y suponiendo un orden incluso entre aquellos que no se preceden naturalmente.
- Comprobaciones. Hacer en todo enumeraciones tan completas, y revisiones tan generales, para asegurarse de no olvidar nada.
La aparente simplicidad de este método resulta desconcertante a primera vista. Si bien es fácil y sencillo de seguir, encierra numerosas cuestiones que han de ser examinadas con mayor detenimiento. El método cartesiano se inspira en el método de “resolución y composición” de la escuela de Padua, así como en las ideas de Galileo. Es notable que Descartes no haga alusión alguna al experimento, lo que indica hasta qué punto su metodología prioriza el análisis conceptual y la deducción puramente racional. De hecho, el método cartesiano se relaciona directamente con el método deductivo de Euclides: una larga cadena de deducciones a partir de unos principios simples y evidentes.
Análisis de las Reglas:
1ª regla. El método presupone una confianza absoluta en la razón, considerándola infalible. Sin embargo, reconoce que la razón puede ser desviada por los prejuicios, la precipitación, las pasiones, etc. Esta regla establece que solo se ha de aceptar como verdadero aquello que aparece con absoluta evidencia. Esta evidencia se da en la intuición, en un acto puramente racional por el que la mente “ve” de modo inmediato y transparente una idea. El sello propio de las ideas evidentes e inmediatamente intuidas es doble: ser claras y distintas. Se introduce así un nuevo concepto de verdad: no consiste en la “adecuación” del pensamiento con la realidad (concepto escolástico de verdad), sino que es propiedad de las ideas en sí mismas: la verdad es inmanente al espíritu.
2ª y 3ª reglas. Estas reglas indican cómo proceder para alcanzar la verdad y qué hacer cuando ya se tienen ideas claras y distintas. Se trata de un procedimiento de análisis-síntesis: el problema a estudiar tiene que analizarse hasta encontrar sus elementos más simples (res cogitans y res extensa), que pueden ser intuidos mediante ideas claras y distintas. Una vez en posesión de las “naturalezas simples”, se recompone la cuestión mediante un procedimiento parecido al usado en geometría. La síntesis es un proceso ordenado de deducción que encadena unas ideas a otras (síntesis deductiva).
4ª regla. Si bien la evidencia intuitiva es la que garantiza la verdad de nuestros conocimientos, Descartes insiste en que se hagan frecuentes comprobaciones del análisis y revisiones de la síntesis, para poder abarcar todo el conjunto de una sola vez y tener cierta evidencia intuitiva del mismo.
Moral Provisional de Descartes
Mientras Descartes busca su filosofía definitiva, no renuncia a “vivir lo más feliz que fuera posible” (eudemonismo). Para ello necesita elaborar una moral provisional, ya que la moral definitiva solo puede ser obtenida como fruto último del sistema filosófico, objetivo que reconoce que nunca conseguirá:
- La primera máxima expresa una actitud de cautela y prudencia: “no veía en el mundo ninguna cosa que permaneciera siempre en el mismo estado”, por lo que decide obedecer las leyes y costumbres de su país, ser fiel a su religión y seguir las opiniones más moderadas y comúnmente aceptadas.
- La segunda máxima dice: ya que nada es seguro, lo mejor es seguir lo más probable como si se tratase de algo muy verdadero y cierto: de este modo se evita estar siempre indeciso.
- La tercera máxima (inspirada en la moral estoica): “Procurar vencerme a mí mismo antes que a la fortuna, y alterar mis deseos antes que el orden del mundo; y acostumbrarme a creer que sólo nuestros pensamientos están enteramente en nuestro poder”. Descartes decide analizar todas las ocupaciones posibles para elegir la mejor. Descubre que la que él ha elegido, “aplicar mi vida entera al cultivo de mi razón y adelantar todo lo posible en el conocimiento de la verdad según el método que me había prescrito”, es la mejor de todas.