Contexto histórico-cultural: el Discurso del método (1637) nos ayuda a entender la crisis del momento. Esta crisis estaba suponiendo la caída definitiva de los fundamentos de la Europa medieval y el establecimiento de los nuevos pilares sobre los que se construirá la Europa moderna. La crisis fue política. La guerra de los 30 años tuvo una raíz religiosa frente a los protestantes. El barroco muestra el carácter de la vida y la amenaza de la muerte. Esta visión de la vida, aparece en La vida es sueño de Calderón de la Barca. La autoridad del papa y la unidad religiosa, se deteriora. Este proceso fue iniciado con el nominalismo del s. XIV y continuó con la revolución científica del s. XVII. El nominalismo de Ockham rompió la subordinación tomista de la razón a la fe. La crisis del teocentrismo medieval dio lugar al antropocentrismo. Esto influye en el proyecto cartesiano de un método que guía al ser humano partiendo de sí mismo. Una revolución científica provocó la caída del modelo geocéntrico y la consolidación del heliocentrismo. Esto se convertirá en un referente para el proyecto cartesiano. Cuando lo matemático se aplicaba a otras ciencias, se producía un inmediato desarrollo. Por ello, el método cartesiano será deudor de «lo matemático».
Contexto filosófico: se habla del «giro epistemológico» de la filosofía moderna. El centro de reflexión será: ¿cómo puedo estar seguro de que mis conocimientos son verdaderos? La Reforma protestante había acabado con el poder de la Iglesia, la revolución científica lo había hecho con Aristóteles y la Biblia. Es necesario un método que ayude a la razón en su búsqueda de certezas. Se propusieron dos opciones metodológicas, una basada en la razón y la otra en la experiencia, que dieron lugar a dos líneas de pensamiento enfrentadas: el racionalismo y el empirismo. Descartes es el padre del racionalismo. El escepticismo que dice que la verdad no existe o no se puede conocer, tenía representantes como Montaigne. Descartes asumirá los argumentos escépticos para transformar la duda escéptica en metódica con lo matemático como modelo y frente al escepticismo. Descartes afronta un proyecto metodológico que le permita superar la crisis. Francis Bacon sigue el método inductivo, pues desconoce la importancia de las matemáticas y el papel de la hipótesis. El método de Galileo es un precursor del método hipotético-deductivo. Galileo defiende que la naturaleza está «escrita» en lenguaje matemático. El mundo físico de Descartes también será un mundo matemático.
Comparación: vamos a comparar a René Descartes, padre del racionalismo que vivió en la 1ª mitad del s. XVII, con David Hume, máximo representante del empirismo inglés, que vivió en el s. XVIII, siglo de la Ilustración inglesa. La principal fuente de conocimiento del racionalismo es la razón, mientras que del empirismo, la experiencia sensible. En cuanto a los tipos de ideas, los racionalistas, admiten que hay ideas innatas, mientras que los empiristas, niegan las ideas innatas. El modelo de ciencia que llevan a cabo los racionalistas son las matemáticas, sobre todo la geometría, y los empiristas, la física de Galileo y Newton. Los racionalistas prefieren el método deductivo, mientras que los empiristas prefieren el método inductivo. Por último, los racionalistas piensan que se puede alcanzar el conocimiento universal mientras que los empiristas dicen que no hay conocimiento universal, solo probable. David Hume nació en Escocia en 1711. Estando en Francia, escribió uno de sus libros más importantes Tratado sobre la naturaleza humana. En 1748 hizo la primera versión de su Investigación sobre el entendimiento humano. Hume murió en Edimburgo en 1776. Para Hume las percepciones, es decir, todo lo que hay en la mente, las distingue entre impresiones o ideas. Esta distinción lleva a Hume a rechazar toda idea metafísica, pues no hay impresiones que se corresponden con la idea de sustancia, causa, «yo», etc. En conclusión, en cuanto a la metafísica, los racionalistas hablan de sustancias y otros términos y los empiristas desprecian los conceptos metafísicos; rechazan la metafísica.
Justificación: El método y las 4 reglas (2ª parte): la herramienta humana es valiosa y eficaz. La ciencia tiene un método que le permite la seguridad en el conocimiento, pero a la filosofía le falta un método adecuado. Descartes propone un método eficaz y que él ya había comprobado, el método utilizado por los geómetras. Descartes introduce un método matemático en la filosofía, para dotar a la razón humana de un criterio de verdad definitivo. Descartes, de acuerdo con Galileo, ve la matemática como la ciencia racional que pone orden en el caos de datos que nos proporciona la experiencia. Esta confianza de Descartes en el método se basa, no solo en la perfección de este, sino también en su concepción de la razón humana como una facultad que pueda formular las cuestiones más complejas y darles respuestas. En el Discurso del método de 1637, Descartes establece las 4 reglas fundamentales de su método: la de la evidencia (intuición), la del análisis, la de la síntesis y la de la enumeración.
La duda metódica y el «cogito ergo sum» (4ª parte): la famosa duda universal y metódica de Descartes, se fundamenta en las siguientes razones: -Duda de los sentidos. Los hombres guiados por los sentidos, durante milenios, afirmaban que la tierra inmóvil era el centro del universo. Los sentidos nos han engañado muchas veces; por esto, Descartes duda de todos los datos que se originan en los sentidos, duda de su mano, de su cuerpo y de toda la realidad material del mundo. -Duda de los razonamientos lógicos. Una buena parte del saber tradicional escolástico se fundamenta en la razón y en su poder discursivo, pero en la época de Descartes este saber se ha vuelto confuso e incierto, entonces, es válido dudar de todos los razonamientos que se han tenido por demostrativos. -Dificultad entre sueño y vigilia. Al despertar es cuando se reconoce el sueño como sueño, no mientras se sueña, según Descartes. Por eso, existe la posibilidad de que todos los pensamientos del estado de vigilia sean en realidad sueños que no reconozcamos como tales. -El genio maligno. Para que su duda sea universal, hasta el punto de extenderse a las proposiciones matemáticas, supone la existencia de un «genio maligno, astuto y engañador» que le lleva a considerar como evidentes cosas que no lo son. La duda de Descartes no es escéptica, es un paso que se da con la esperanza de encontrar después una verdad indudable. La duda cartesiana lleva más allá de la duda: se autosupera. Cuando dudo, pienso, y la acción de pensar implica la existencia de un ser que piensa. Si yo estoy pensando, entonces también estoy existiendo. Pienso, luego existo («cogito, ergo sum»), esta será la primera verdad incuestionable a la cual acceda Descartes, es una intuición: absolutamente nada permite dudar de ella, es evidente, clara y distinta. El «cogito, ergo sum» cumple dos funciones: -Justifica la existencia de un yo pensante diferenciado del cuerpo. El cuerpo, percibido mediante los sentidos, se encuentra bajo la duda metódica. -Se convierte en un principio modelico. Así, todo lo que sea evidente, claro y distinto será aceptado como verdad.
Las 3 sustancias: aplicando su método, Descartes llegó a distinguir las 3 sustancias que componen la totalidad de lo que es real: el yo pensante, Dios y el mundo (4ª parte). El yo pensante: la duda metódica y universal nos ha llevado a una realidad incuestionable: la existencia de un yo pensante, es decir, de una sustancia que piensa, un alma. Descartes concluye que no puedo dudar de la existencia de mis pensamientos, de mis ideas, de mi subjetividad. La subjetividad es el conjunto de pensamientos, ideas, representaciones… que fluyen en el yo. No tenemos la seguridad de que estas representaciones subjetivas se correspondan necesariamente con hechos del mundo exterior. El reto de Descartes es encontrar la manera de conocer si las ideas sobre el mundo no son sueños ni ilusiones, es decir, conocer si hay cosas objetivas y cómo son estas cosas. El yo, piensa diferentes ideas: -Adventicias o adquiridas: son las ideas que provienen de fuera, de la experiencia sensible, de mi percepción del mundo o de la enseñanza. Estas ideas pueden resultar erróneas, ya que muchas veces tenemos ideas diferentes sobre un mismo objeto extremo. -Ficticias o artificiales: son las ideas que inventamos arbitrariamente nosotros mismos. Por ejemplo, la idea del animal mitológico llamado centauro, idea que es ilusoria. -Innatas o naturales: son las ideas que no proceden de la percepción de los objetos exteriores ni han sido construidas por nosotros, sino que emergen de la propia facultad de pensar. Son unas ideas que nuestra mente capta y ha de adoptar necesariamente sin poder modificar nada. La sustancia divina, Dios: Descartes considera que el yo pensante no es perfecto, y que la misma duda metódica se ha establecido para corregir sus errores, ilusiones e imprecisiones, pero, a pesar de eso, el yo pensante posee la idea de perfección. La idea de perfección innata en nosotros es la idea de un ser perfecto, es la idea de Dios. Según Descartes, esta idea de perfección o de Dios no puede provenir de nosotros, seres imperfectos; por lo tanto, tiene que haber sido una realidad divina la que le ha hecho surgir en nuestras mentes. Del conjunto de ideas que posee el yo pensante, sobresale una idea muy privilegiada, una idea que permite ir más allá de la propia subjetividad, es la idea innata de Dios. La demostración de la existencia de Dios es una pieza fundamental en la metafísica cartesiana. Dios es la realidad que permite superar mi subjetividad. Fuera de mi yo hay otra realidad, la sustancia perfecta, un ser que no puede permitir que mis ideas claras y distintas sean un engaño. Dios se convierte en garantía del conocimiento. En Dios existen dos grandes verdades eternamente establecidas por él, todas las verdades matemáticas que descubrimos están en Dios, las leyes de la naturaleza son decretadas por Dios de la misma manera que un rey decreta leyes en sus reinos. En sus argumentos a favor de la existencia de Dios, Descartes incorpora el antiguo Argumento ontológico de San Anselmo, ya que para Descartes las ideas tienen una realidad indiscutible. Así como la idea de triángulo es inseparable de sus propiedades, la esencia de Dios es inseparable de su gran propiedad, la existencia. A este ser perfecto no le puede faltar una perfección como es la existencia. La sustancia extensa.