El Mito de la Caverna de Platón: Un Análisis de la Realidad, el Conocimiento y la Política

Los Prisioneros y las Sombras

Platón quiere ilustrar nuestra situación en el mundo sensible y aparente. Quiere ilustrar nuestra falta de educación y formación. La caverna representa una cárcel para el cuerpo, y el cuerpo una cárcel para el alma. Pero cabe la posibilidad de liberación, que significa un ascenso dialéctico al mundo inteligible y la posibilidad de obtener una ciencia o base de educación. La liberación tiene un sentido político y moral. Para Platón, el malo y tonto en la vida pública es un ignorante.

Con la metáfora de las sombras, Platón se refiere a los objetos del mundo sensible y al conocimiento superficial de la realidad. Se refiere a la doxa u opinión. El término sombras tiene un sentido homológico y epistemológico. En el mundo sensible nada es estable, todo es fugaz y cambiante. Platón define la imaginación o eikasía como el grado más bajo del saber. Platón ubica en el mundo sensible los falsos mitos.

Para Platón, el conocimiento superior, es decir, la ciencia, debe tener como objetos a las ideas inteligibles y eternas. El cuerpo es un estorbo para el alma, las pasiones la arrastran impidiéndole la contemplación de las ideas. El conocimiento de las sombras es el primer grado de opinión. Cuando el prisionero es liberado de la caverna y ve el fuego, alcanza el segundo grado de opinión, que es la creencia o pistis. Platón distingue dos formas de conocimiento, una basada en los sentidos y otra en la razón.

El Ascenso al Mundo de Arriba y el Sol

Platón quiere ilustrar el proceso de liberación del prisionero, un ascenso dialéctico en el conocimiento desde el nivel de la doxa u opinión hasta el nivel de la ciencia o episteme. Para conseguir llegar al nivel de la episteme es necesario el esfuerzo y la disciplina. El prisionero escapa del mundo aparente de las sombras y el cambio, y accede a la verdadera realidad de las ideas. Esto tiene un sentido ontológico, pues la salida de la caverna significa el acceso al mundo inteligible.

Si el prisionero ya ha accedido al nivel de la creencia o pistis cuando descubre el fuego, alcanza el grado de la dianoia o conocimiento discursivo. El objetivo del alma es llegar a la Idea del Bien, es decir, al Sol. En el sentido político, para Platón el filósofo debe ser el político. La Idea del Bien es lo que da realidad, verdad y conocimiento a la realidad.

– La Idea del Bien es algo ontológico. El conocimiento de la Idea del Bien ahora se alcanza de modo intuitivo, mediante algún tipo de evidencia. Para Platón, la dialéctica es un método muy crítico, radical, universal, que destruye hipótesis.

El Retorno a la Caverna y las Tinieblas

Con el descenso del prisionero desde el mundo inteligible hacia el mundo sensible, Platón quiere ilustrar la necesidad que tiene el político filósofo de poner orden en lo sensible desde lo inteligible. Él no quería regresar al mundo de las sombras, pero piensa que es un deber. El filósofo debería regresar al mundo de las sombras para conversar, educar y liberar a los esclavos.

Sin embargo, Platón no cree en la igualdad humana ni en el concepto de ciudadanía, pues hay personas que no pueden alcanzar el nivel de las ideas, que no se dejan educar. En el mundo de las sombras, el filósofo resulta ridículo. El prisionero vuelve al mundo de las sombras para constituirse en el gobernante, porque es el que tiene la ciencia para ello, y los demás son unos incompetentes. Platón no cree en la ciudadanía; las únicas personas que tienen relevancia son los filósofos. La valentía y la moderación son virtudes para los militares y productores; en cambio, la sabiduría y la prudencia están reservadas para el filósofo. Platón entiende la justicia como un orden en el que cada parte de la ciudad cumple con su función propia.

En la política, el gobernante busca el bien de los gobernados, pero sin contar con la opinión de estos. En realidad, los esclavos no pueden distinguir el tirano del filósofo y el sabio del justo.

Contextualización

El texto pertenece al libro 7 de la República, donde se centra sobre todo en el tema de la justicia. La República consta de 10 libros. Respecto al término república, es una palabra romana que significa cosa común o cosa pública, pero el término griego era politeia. República sugiere una forma mixta de gobierno en la que se mezclarían las formas de gobierno: monarquía, aristocracia y democracia.

Pero Platón no es un demócrata; él considera que es el político el que debe tener el poder, no los ciudadanos. La filosofía de Platón está vinculada con la historia y la política de su tiempo. Las reflexiones de Platón estaban orientadas al pensamiento político y a la constitución de un Estado ideal, por eso, habla con los sofistas que eran maestros de la retórica. La retórica para Platón supone un falso saber. Para él, el poder tiene que estar en manos de expertos, la política no puede ser asunto de doxa u opinión sino de ciencia o episteme. El sistema democrático llevó a Atenas a desastres bélicos como la Guerra del Peloponeso.

Una de las influencias de la filosofía de Platón fue el pitagorismo por la importancia a la objetividad de las matemáticas y a la realidad como números, así como por su creencia en la inmortalidad del alma.

Otra gran influencia fue Anaxágoras, que creía que un alma inteligente gobernaba el mundo. Pero los pensadores presocráticos que estuvieron más presentes en su ontología fueron: Heráclito y Parménides. Heráclito había destacado que todas las cosas están en continuo cambio, todo fluye, nada permanece, y por lo tanto nada es propiamente dicho. Parménides había destacado que lo que es no puede dejar de ser, ya que dejar de ser es convertirse en no ser, razón por la cual es imposible el cambio. Platón da la razón a ambas posturas. Dando la razón a Heráclito, afirma que el mundo sensible está continuamente sometido al cambio. Pero Parménides tiene razón si en lugar de pensar en el mundo que captan nuestros sentidos pensamos en aquellas entidades como los números o las figuras geométricas que no se alteran. Nada en el mundo sensible es permanente, en cambio, las ideas son inmutables.

La Academia es el nombre de la escuela fundada por Platón, que se dedicaba al estudio de las matemáticas y la dialéctica. Uno de los alumnos aventajados fue Aristóteles, que criticó muchos aspectos de su maestro. Piensa que se equivocaba al separar las ideas de las cosas concretas. También critica la negación del movimiento por parte de Platón. Para explicar el movimiento, Aristóteles recurre a tres principios: la materia, la forma y la privación de la misma.

Después de Platón y Aristóteles sucede el periodo helenístico. Aquí se desarrollan sobre todo tres escuelas: estoicismo, epicureísmo y el escepticismo. Su filosofía es básicamente materialista y apatomista. Aparte de Plotino se desarrolla el neoplatonismo. Plotino explica la multiplicidad a partir de la unidad y subraya el carácter suprasensible de esa unidad. El platonismo superior introduce aspectos religiosos. Clemente y Orígenes consideran la filosofía griega y a Platón como una preparación a los Evangelios, pero el padre de la Iglesia de carácter más platónico fue San Agustín, que afirma que Dios es inteligible y lo creado como lo sensible.

Tras el dominio del neoplatonismo en la Alta Edad Media, en la Baja Edad Media se recupera el aristotelismo mediante Tomás de Aquino. El neoplatonismo resurge con el Renacimiento en escuelas italianas donde es recuperado y traducido de un modo comentado por Marsilio Ficino y Pico della Mirandola. Posteriormente, algunos intérpretes consideran que Platón ejerció alguna influencia en el nacimiento de la nueva física matemática. Ha sido tanta la influencia del platonismo que Whitehead llegó a afirmar que toda la historia de la filosofía es un conjunto de anotaciones al pensamiento de Platón. Para él, el carácter del pensamiento platónico ha sido duramente criticado por Nietzsche y Heidegger.

La Teoría de las Ideas

El texto quiere ilustrar mediante la alegoría de la caverna la teoría de las ideas. En un primer momento, las preocupaciones de Platón eran políticas, pero motivado por el debate con los sofistas, llega a preocuparse por la verdad y el conocimiento. La teoría de las ideas es una ontología que nos habla del ser y de la realidad. Para Platón, las cosas sensibles son contradictorias porque no soportan los dos principios fundamentales de la razón: de identidad y de contradicción. Para Platón, la auténtica realidad son las ideas. Las cosas sensibles participan o imitan a las ideas.

Platón distingue entre un mundo sensible formado por las cosas materiales y sensibles, representadas por las sombras y los objetos del interior de la caverna; y un mundo inteligible formado por las ideas que constituyen la realidad. El Sol representa la idea fundamental, el Bien. La teoría de las ideas también es epistemológica, que nos habla del saber. Para Platón, el conocimiento es la doxa u opinión. En el interior de la caverna se encuentra la imaginación o eikasía, que es la ignorancia máxima, donde estaría el arte y los falsos mitos. También estaría la creencia o pistis, pero para Platón el verdadero conocimiento es la ciencia, que debe tratar lo universal. En este nivel se distingue entre dianoia o conocimiento discursivo, las matemáticas y la noesis. La dialéctica supera el razonamiento deductivo de las ciencias; es más crítica y destruye hipótesis; es un saber universal y totalizador.

Toda la preocupación filosófica de Platón tiene como tema central la transformación de la constitución política. Para Platón, el filósofo debe ser el rey porque el objeto de la política es de ciencia. Hay expertos en política que se han preparado y tienen la educación y formación para ello. En el texto sería el liberado que asciende al mundo de las ideas y consigue ver el Sol. Platón compara, para ello, el hombre y la ciudad. En el alma humana hay 3 partes: la racional, la irascible y la concupiscible. Para Platón, en la polis hay tres partes: los gobernantes (sabios y poderosos), los militares (la valentía) y los productores (moderación).

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