El Mito de la Caverna de Platón
Los Prisioneros y las Sombras
Los prisioneros son hombres encadenados en una caverna desde su infancia, incapaces de moverse. Platón, en este mito, compara la caverna con el mundo sensible, el fuego en ella con el sol, y la salida de la cueva con la ascensión del alma al mundo inteligible.
Influenciado por los pitagóricos, Platón introduce la idea de un alma inmortal, novedosa en la cultura griega. El alma preexiste al cuerpo, es inmortal, y su lugar natural es el mundo suprasensible de las Ideas. El cuerpo, por otro lado, es la cárcel del alma, un estorbo que la arrastra con pasiones, impidiéndole la contemplación de las Ideas. Perteneciente al mundo sensible, el cuerpo es imperfecto, y sus conocimientos son meras sombras de la verdadera realidad, inaccesible a los sentidos.
Platón describe el alma como un carro con dos caballos alados y un auriga. Para los dioses, ambos caballos son nobles y de buena raza. Sin embargo, para los hombres, la dificultad de conducir el carro (uno de los caballos es díscolo) dificulta seguir a los dioses. El alma puede perder sus alas, caer a la tierra, y quedar encerrada en un cuerpo, pareciendo moverse por sí mismo. En este estado, olvida el mundo de las Ideas, pero al contemplar cosas bellas, las recuerda. El conocimiento sensible se convierte en una ocasión para el recuerdo.
Los Grados del Conocimiento
Platón explica los grados de conocimiento con la alegoría de la línea, representando los dominios de lo sensible y lo inteligible. En la parte de la línea que representa el mundo sensible, hay dos divisiones:
- Imágenes de objetos materiales (sombras, reflejos).
- Objetos materiales mismos (obras de la naturaleza o del arte).
Estos dos grados proporcionan opinión (doxa).
En la parte de la línea que representa el mundo inteligible, también hay dos divisiones:
- Imágenes (objetos lógicos y matemáticos).
- Objetos reales (las Ideas).
Estos grados proporcionan ciencia (episteme). El verdadero conocimiento debe tratar sobre el ser, no el devenir, ser inmune al error y necesario. El conocimiento sensible no cumple estas características.
El conocimiento de las sombras y los ecos es el primer grado de opinión: la imaginación (eikasia). Cuando un prisionero es liberado en la caverna y ve el fuego y a los porteadores, alcanza el segundo grado de opinión: la creencia (pistis).
Platón, como Parménides, distingue entre la vía de la opinión y la vía de la verdad. Para Parménides, existen dos formas de conocimiento: una basada en los sentidos y otra en la razón. Para los sofistas, el conocimiento sensible es el único conocimiento. La verdad y la falsedad no son absolutas, sino relativas a la sensación. Según Protágoras, si algo me parece frío, es frío, aunque a otro le parezca caliente.
El Ascenso al Mundo de Arriba y el Sol
El ascenso del prisionero por la escarpada subida y su adaptación a la luz exterior hasta ver el sol representan las dificultades del proceso educativo. La dialéctica y el amor son los medios para ascender al mundo de las Ideas. Las matemáticas, un preludio necesario, arrancan al alma del mundo del devenir y la introducen en la contemplación de los objetos inteligibles.
Al contemplar la belleza, el alma recuerda la verdad, desea volar y contemplar las Ideas. Primero, la belleza de un cuerpo atrae. Luego, se advierte que la belleza es igual en todos los cuerpos. Después, se descubre la belleza del alma, la belleza de las leyes, la belleza de las ciencias (música y matemáticas), y finalmente, la belleza en sí misma: eterna, perfecta, inmutable, y fuente de toda belleza.
Si la educación no crea un equilibrio entre las partes del alma, el apetito no se somete a la razón, y el individuo, esclavo del placer y el dolor, no puede dedicarse a la disciplina intelectual necesaria para ser filósofo. El amor del filósofo por la verdad es absoluto. Su plenitud reside en realidades intelectuales, no materiales. Al no anhelar posesiones materiales, no teme a la muerte y es capaz de las acciones valerosas que se exigen a un verdadero gobernante. Además, percibe las cosas con la perspectiva justa, esencial para un buen gobierno.
En el mito, el prisionero descubre que el sol produce las estaciones y los años, gobierna la región visible, y es, en cierto modo, el autor de todo lo que veían.
La Idea del Bien
La función del Bien en el mundo inteligible es similar a la del sol en el mundo sensible. La Idea del Bien es la causa de todo lo recto y bello. En el mundo visible, es la causa de la luz y el sol; en el inteligible, de la verdad y el conocimiento. Así como los ojos necesitan la luz del sol para ver, el alma necesita la Idea del Bien para aprehender los objetos del mundo inteligible. Quien quiera actuar sabiamente debe verla.
Las Ideas están jerarquizadas. La Idea del Bien ocupa el primer rango, seguida de las Ideas de los objetos éticos y estéticos, las Ideas matemáticas, y finalmente, las Ideas de las cosas.
Dianoia y Noesis
La dianoia (matemáticas) es el conocimiento indirecto por demostración. La noesis (dialéctica) es el conocimiento intuitivo por visión directa de las Ideas. Las matemáticas usan un método deductivo, partiendo de hipótesis. La dialéctica, en cambio, usa un método ascendente, superando las hipótesis hasta llegar a un principio no hipotético: la Idea del Bien.
La dialéctica ascendente permite llegar al principio de todo, ascendiendo de Idea en Idea hasta la Idea del Bien. La dialéctica descendente reconstruye la serie de Ideas sin recurrir a la experiencia sensible, estableciendo sus relaciones y jerarquías.