El pensamiento cartesiano: Certeza, duda y verdad

1. El Método Cartesiano: Ideal matemático de certeza, duda metódica y criterio de verdad

Descartes publicó el Discurso del Método (1637) por la necesidad de convertir la filosofía en una ciencia estricta, como las matemáticas, utilizando el método deductivo. Para ello, colocó la duda como punto de partida para llegar a las verdades absolutas. Este método es un prefacio al volumen La Dióptrica, Los Meteoros y La Geometría, y está escrito en francés.

Según Descartes, todos los hombres poseen la razón (entendimiento) para juzgar correctamente y distinguir lo verdadero de lo falso. Pero no todos la usamos igual; es como una «luz natural» que permite alcanzar verdades infalibles sin la influencia de factores perturbadores. Para ello necesita ejercitarla siguiendo reglas que eliminen estos factores y un método para usarla correctamente. Así, afirma que solo hay dos operaciones mentales que permiten obtener el verdadero conocimiento:

  • Intuición: proporciona un entendimiento claro, distinto y simultáneo, sin intervención de los sentidos ni de la imaginación. Es el conocimiento más seguro y directo mediante el que se alcanza la verdad.

  • Deducción: proporciona una conclusión necesaria mediante proposiciones iniciales. Es un conocimiento indirecto y no es seguro ni simultáneo.

El método deberá dirigir estas dos operaciones para descubrir verdades indudables a través de cuatro reglas:

  • Evidencia. Solo es evidente aquello de lo que no cabe duda. Es el criterio general de certeza que propone Descartes, compuesto por claridad (lo que se manifiesta sin oscuridad) y distinción (lo que es simple, no se confunde): “solo debemos aceptar lo que se manifiesta con claridad y distinción”.

  • Análisis. Se tiene evidencia de las cosas simples, por tanto, se deben dividir los datos de la experiencia en ideas más simples.

  • Síntesis. A partir de los elementos simples conocidos por intuición, debemos reconstruir deductivamente el saber.

  • Enumeración. Recuento de los pasos dados para comprobar que las reglas se han aplicado correctamente.

Para aplicar el método se debe tomar como punto de partida la duda teórica, que no admite como verdad nada que no se haya evidenciado clara y distintamente. Es provisional ya que:

  • Admite errores en nuestro conocimiento.
  • Es la única posibilidad de llegar a la verdad.
  • Es requisito para la investigación positiva.

Pero se trata de una duda metódica, una hipótesis de trabajo para no dudar. “Se duda para dejar de dudar”. Cuando encontremos la intuición evidente, el proceso de duda terminará y se deducirá a partir de esta idea el resto del conocimiento. Y como Descartes considera que debe dudar de todo, propone los tres niveles de duda:

  1. Fiabilidad del conocimiento sensible: A veces los sentidos nos conducen al engaño, por tanto, podemos dudar de cómo es el mundo.

  2. Imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño: Durante el sueño creemos muchas veces que estamos viviendo cosas verdaderas cuando son mera ilusión, por lo que Descartes duda de si la “realidad” no es más que un sueño y el “sueño” la realidad. Duda de los sentidos y de la existencia de las cosas.

  3. Hipótesis del genio maligno: Podría suponerse un genio maligno, dotado de un poder superior, que se dedicara a engañarnos haciéndonos creer como verdadero lo que no lo es. Duda de los sentidos y de la capacidad de conocer.

Así, llegamos a la primera verdad: “Pienso, luego existo” // “Cogito ergo sum”, es decir, hay una verdad de la que no puede dudarse: que yo pienso, y si pienso (sea falso, sea verdadero, esté dormido o despierto) existo.

En conclusión, la existencia del yo como sujeto pensante es indudable porque la percibo con claridad y distinción (criterio de certeza), pero sobre todo lo demás sigue existiendo la duda. Por tanto, Descartes tendrá que demostrar la existencia de Dios y el mundo a partir de la certeza del cogito para no caer en un solipsismo.

2. Concepto de idea en Descartes y sus tipos

El proceso de duda llevó a Descartes a la primera certeza: “Pienso, luego existo”. Ahora debe demostrar la existencia del mundo exterior desmintiendo la hipótesis del genio maligno, es decir, demostrando la existencia de Dios. Para ello analizará la naturaleza de las ideas.

Descartes analiza la naturaleza de las ideas (elementos que conforman nuestros pensamientos) para descubrir si alguna de las ideas que poseemos nos permite explicar la existencia del mundo, pasar de la realidad pensante a la externa. Así es como distingue tres clases de ideas:

  • Adventicias: aquellas que provienen de fuera y no pueden explicar el mundo.

  • Facticias: las construidas por nuestra mente a partir de otras ideas (ej. sirena, unicornio). Pero tampoco explican el mundo porque son construcciones del pensamiento y dudamos de su validez.

  • Innatas: las que posee el pensamiento por sí solo. Son, por ejemplo, las ideas de pensamiento, de existencia, que no son construidas por mi mente ni provienen de fuera. Tampoco están en la mente del niño desde el nacimiento (como afirma Platón), sino que tenemos una predisposición natural a formarlas. Es decir, alguna experiencia puede activar lo que ya está, de alguna manera, en la mente.

Aquí radica la cuestión fundamental del Racionalismo: que las ideas originales sobre las cosas, sobre las que se construye el conocimiento, son innatas. Por tanto, estas pocas ideas innatas son muy importantes, porque son las que permitirán salir de la realidad puramente mental a la extramental.

Entre estas ideas, Descartes identifica la idea de infinito con la de Dios, la cual, según él, no es:

  • Adventicia: no tenemos experiencia sensible de Dios, de la infinitud.

  • Facticia: no es una construcción de nuestra mente a partir de la idea de finitud, sino que la idea de finitud presupone ya la idea de infinitud.

Por tanto, la idea de Dios es una idea innata, que todos los hombres poseen. En conclusión, la idea de Dios es una idea innata, una garantía del criterio de certeza porque es percibida con claridad y distinción. Y lo que es claro y distinto es verdadero porque Dios no es engañador (excluye la hipótesis del genio maligno) y, por eso, el mundo exterior existe. Ahora bien, Descartes deberá argumentar la existencia de Dios para explicar el mundo.

3. Concepto de sustancia en Descartes y sus tipos. Argumentos demostrativos de la existencia de Dios y el mundo

La afirmación de que la idea de Dios es innata (porque es percibida con claridad y distinción) es fundamental en la filosofía de Descartes, puesto que abre el proceso deductivo que permitirá demostrar la existencia del mundo externo y de la validez de los conocimientos sensibles a partir de la existencia de Dios.

Descartes debe demostrar la existencia de Dios a partir de la idea de Dios, utilizando tres argumentos:

  1. 1º. Causalidad: En la causa debe haber tanta realidad como en el efecto; la idea de Dios ha sido puesta en mí no por mí, que soy finito, sino por un ser infinito. Luego, la idea de un ser infinito requiere una causa infinita; por tanto, ese ser infinito existe.

  2. 2º. Conservación: Yo no me he creado a mí mismo porque podría haberme dotado de perfecciones que no tengo y no dejaría de existir nunca, es decir, ni mi creación ni mi conservación dependen de mí, sino de otro ser. Este ha de ser infinito puesto que poseo la idea de infinito (la causa no puede ser inferior al efecto). Así que la idea de Dios no es innata, ha sido puesta en mí al crearme.

  3. 3º. Argumento ontológico, el cual afirmó que:

    • Dios es lo máximo pensable y existe en la mente porque puedo pensar en él.
    • Si existiese, sería aún más perfecto. Por lo que es imposible pensar que no existiese, ya que la existencia es perfección, y Dios la tiene.
    • Si solo existiera en mi mente, habría otro ser superior a él que existiera en la realidad. Pero como Dios es lo más perfecto, ha de existir en la realidad, ya que, si no, no sería lo máximamente pensable. Por tanto, Dios existe.

A partir de estos argumentos, Descartes afirma que Dios existe y que no puede engañarme (puesto que dejaría de ser perfecto) haciéndome creer que existe el mundo si no es verdad. Así pues, Dios es garantía del criterio de verdad, como garantía de que a mis ideas claras y distintas les corresponde una realidad extramental.

Por tanto, la veracidad de Dios excluye la hipótesis del Genio Maligno. Y la causa de mis errores está en que la voluntad es mayor que el entendimiento, es decir, el error es un mal uso de la libertad.

Si Dios existe, existe el mundo exterior; pero no es como lo percibo. La materia se compone de cualidades:

  • Secundarias: no podían medirse (colores, olores, sonidos). Dependen de la validez del sujeto, por lo que son subjetivas y no pueden tener conocimiento científico.

  • Primarias: se podían medir (volumen, extensión, movimiento). Son objetivas y reales.

De la verdad del “cogito”, Descartes deduce las sustancias (lo que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra cosa para existir), que son:

  • El yo o “res cogitans: es indivisible e inmortal, puesto que la destrucción supone la división.

  • La corpórea o “res extensa: es mesurable, su estudio corresponde a la física (cinemática) y en ella rige un total mecanicismo.

  • Dios o “res infinita: se define con sabiduría infinita, poder infinito, bondad infinita, etc.

En conclusión, Dios es garantía del criterio de certeza, lo que descarta la hipótesis del Genio Maligno y afirma la existencia de tres sustancias (pensante, extensa e infinita). Quedando así fundamentalmente los elementos de la metafísica. Y aunque, de modo absoluto, la definición de sustancia solo se aplica a Dios, la mantiene también para el yo y la corpórea porque no necesitan la una de la otra para existir. Así, hará compatible el problema del mecanicismo con la libertad y su nuevo problema será comunicar el cuerpo y el alma.

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