Pensamiento e Ideas
A partir de la certeza del cogito como destrucción de la duda, Descartes señala que alguien ha de pensar aunque no sabe definir ese “sujeto”. Descartes, sigue el argumento ontológico: Dios es el ser cuya esencia implica su existencia (el ser Perfectísimo no puede carecer de la perfección de la existencia), pero las sustancias finitas (cogitans y extensa) son independientes una de la otra, aunque necesitan de Dios para ser y ser conservadas. Entonces, debe haber una sustancia pensante, la actividad de pensar es interrumpida (pues “si dejara de pensar, dejaría de ser”) y las ideas, el objeto de conocimiento.
De las ideas, algunas son innatas, otras son adventicias. Las adventicias se caracterizan por:
- Las conozco, no como las ideas innatas por la luz de la razón, sino por inclinación.
- La semejanza con los objetos.
- La materialidad de las causas.
- Involuntariedad, se presentan quiéralo o no.
Las ideas se diferencian por lo que representa cada una. La idea que representa una sustancia infinita parece tener más realidad que las que representan sustancias finitas; hay otras que designan cosas quiméricas e inventadas, ficticias como una sirena o un hipogrifo que se componen a partir de ideas adventicias. Pero siempre hay más perfección en la causa que en el efecto.
Dice Descartes que todas las ideas en cuanto son datos de conciencia son todas iguales y parecen proceder todas de mí, pero en lo relativo a lo representado, la nada, no puede ser causa del contenido de la idea. Lo menos perfecto no puede ser causa de lo que la idea de la piedra me representa. Es decir, difieren las ideas por lo que representan. Lo menos perfecto no puede ser causa de lo más perfecto. En ese caso, nada comunica la causa de su modo de ser al efecto. Pero la causa existe en realidad y lo es del efecto, del contenido de la representación, pues las ideas son iguales pero no es igual aquello que cada una de las distintas ideas representa, y tales diferencias son por causas que posean igual perfección. Pero en realidad, las ideas difieren en lo que cada idea representa, todas parecen proceder de mí, no puedo ser la causa de lo que cada una de ellas representa. La causa de lo representado debe poseer en realidad tal perfección. De modo que se explique la perfección y lo representado en cada una de las ideas, recurriendo al modo formal o eminente que lo ha causado.
La Res Cogitans y la Res Extensa
Yo soy una cosa pensante, res cogitans. En el “Discurso del método” decía: la res cogitans es una sustancia finita pensante. Descartes aplica el concepto de sustancia a Dios (sustancia infinita pensante cuya esencia implica la existencia) y luego aplica el concepto de sustancia a las finitas (cogitans y extensa). Define a Dios como sustancia infinita y ser perfectísimo cuya esencia implica la existencia de modo análogo a como un triángulo posee el valor interno de sus ángulos 180 grados.
Al referirse a las sustancias creadas dice que necesitan de Dios para ser y ser conservadas y que se conciben clara y distintamente, la pensante (cogitans) en relación a la extensa y viceversa, si bien ambas necesitan de Dios para ser y ser conservadas. La sustancia divina es autosubsistente, pero las sustancias finitas aunque son independientes mutuamente para existir y ser concebidas puesto que la res cogitans y la extensa son mutuamente independientes, ambas sin embargo dependen de Dios para existir y ser conservadas aunque las dos sustancias finitas sean independientes mutuamente para ser y ser concebidas.
Esta analogía de las sustancias supone que se aplica el término de sustancia a Dios y a las sustancias finitas, sean materiales o pensantes. Descartes dice que las sustancias finitas son completas cada una de ellas en sí, pero para explicar la comunicación entre sustancias recurre a la glándula pineal y a los espíritus animales. Dice que las sustancias son incompletas en cuanto al unísono forman el compuesto humano, y así los movimientos voluntarios y las pasiones del alma manifiestan la interacción entre la res cogitans y la extensa. De ahí que siendo dos sustancias independientes cada una de ellas en relación a la otra se comuniquen e interaccionen al unísono. Es el caso de la casualidad de mente sobre el cuerpo a través de los movimientos voluntarios y del cuerpo sobre el alma por las pasiones. La irreductibilidad de los atributos no entraña incomunicabilidad de las sustancias, y el mismo Descartes rechaza respecto de la antropología que mantenga un dualismo.
Los modos de la sustancia extensa son: figura, movimiento, reposo, color, etc. Es decir, las cualidades primarias objetivas, y las cualidades secundarias que resultan de una combinación de las primarias y corresponden a los sensibles propios clásicos.