El Pensamiento de Marx: Trabajo, Alienación y Sociedad

Marx (1818-1883): Una Filosofía Revolucionaria

Karl Marx nació en Tréveris (Alemania) y murió en Londres. Su filosofía es una filosofía revolucionaria.

El Ser Humano según Marx

Marx tiene una concepción del hombre que se sintetiza en los siguientes aspectos:

  • El ser humano se define por la praxis (la acción), es decir, por la necesidad de mantenerse y conservar su especie a través de una actividad: el trabajo.
  • Es un ser natural, pero necesita transformar la naturaleza para adquirir los bienes indispensables que le permiten cubrir sus necesidades materiales. En este proceso, también se hace a sí mismo y se va transformando al adaptarse a estas modificaciones.
  • Es definido por su corporalidad. La conciencia pasa de ser espiritual a ser entendida como derivada de la necesidad de cooperar con otros para subsistir y está también ligada al lenguaje, por lo que ya no será una conciencia desvinculada de la realidad material.
  • El ser humano es un ser social que se produce y desarrolla a través de las relaciones con los demás. Al principio, la única relación que mantiene es con la familia, pero cuando sus necesidades aumentan se le hace necesario vincularse con otros grupos, estableciendo así nuevas relaciones.
  • Es un ser histórico, sujeto y resultado de su acción en la historia: el trabajo. El trabajo constituye la esencia del ser humano, es la acción que le permite realizarse, mantenerse y conservarse.

Marx aplica la visión dialéctica a su análisis antropológico. El ser humano se enfrenta a la naturaleza a través del trabajo y la hace suya. La actividad humana responde a unas necesidades propias, cuya satisfacción emplea el individuo fuera de su trabajo.

La Alienación y la Crítica al Capitalismo

El problema surge cuando Marx observa que su visión dialéctica del trabajo no concuerda con la realidad. El trabajador es explotado bajo condiciones laborales, en su mayoría, inhumanas. En las primeras organizaciones humanas, la división del trabajo era natural, basada en las dotes físicas. Sin embargo, con el aumento de la población y la producción, surge la división del trabajo basada en la propiedad privada: el capitalismo.

En el sistema capitalista, el trabajador se convierte en una mercancía más. Recibe un salario por vender su fuerza de trabajo al dueño de los medios de producción, pero no es un salario justo, pues solo le permite subsistir para seguir trabajando. El salario es inferior al valor de lo que ha producido.

La alienación religiosa justifica la situación real de miseria, creando una falsa conciencia por la que el obrero acepta como natural que el capitalista, por ser dueño de los medios de producción (propiedad privada), se apropie de la plusvalía.

La ideología es el conjunto de ideas falsas que el ser humano tiene de sí mismo. En el sistema capitalista e injusto, representa el límite de la alienación: una forma de ver el mundo con la que solo los explotadores están satisfechos.

La alienación religiosa surge de la situación socioeconómica. El ser humano intenta compensar las penurias del mundo real con la ilusión de que en el más allá será feliz. Esta ilusión le hace resignarse y no luchar por eliminar las injusticias. Por eso, Marx se refiere a la religión, que «vende» el más allá como el único sitio feliz, como «el opio del pueblo».

Política, Sociedad y la Lucha de Clases

El modo de producción capitalista genera una contradicción fundamental entre el proletariado y la burguesía a través de la plusvalía: la diferencia entre el valor real y el precio de mercado de un mismo producto. La burguesía aporta las materias primas y los medios de producción, y el proletariado proporciona toda la fuerza de trabajo, pieza esencial del proceso productivo. La plusvalía va a parar por completo a manos de la burguesía, por lo que el proletariado no puede acceder jamás a los beneficios.

Al convertir la fuerza de trabajo en una mercancía más, el trabajador queda atado al burgués y se produce la alienación. El sistema capitalista enfrenta a ambas clases sociales: el capital vale más que el trabajo, que es considerado como un elemento más del sistema productivo, excluido del reparto de la plusvalía que impone el burgués y que, por otro lado, debe pagar el proletario en el mercado de bienes.

La economía capitalista, por su propio desarrollo, supone la guerra de todos contra todos. No solo los proletarios poseen intereses contrapuestos a los capitalistas, sino que los capitalistas son rivales entre sí. Esta rivalidad es inherente al sistema: el capitalista necesita explotar al obrero para obtener mercancías más baratas y contrarrestar la competencia. Quien no consiga obtener plusvalía suficiente para mantener y ampliar su negocio, se arruinará y pasará a ser proletario. Así, el número de proletarios será cada vez mayor y bajarán los salarios.

Socialismo, Comunismo y la Revolución

Marx cree que esta situación no es justa. Solo mediante la actividad revolucionaria, la economía burguesa será sustituida por la economía socialista, y esta, a su vez, desembocará en una economía comunista. El motor es la lucha de clases. Las clases dominantes lo son porque someten y explotan a las clases inferiores, pero estas, según van tomando conciencia de su situación, se organizan y luchan para salir de su estado.

  • El Socialismo: Es un sistema económico donde los medios de producción son propiedad de toda la sociedad (los trabajadores), que deciden conjuntamente qué se produce, cuánto y cómo. Es la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, que pasarán a pertenecer a los trabajadores. Esto se asegurará mediante la dictadura del proletariado.
  • La Sociedad Comunista: En ella, los seres humanos trabajarán libremente, habrá abundancia, desaparecerá el valor de cambio y se instaurará el de uso. Estará regida por el principio: «A cada cual según sus necesidades», que siempre podrán ser satisfechas con facilidad.

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