El Pensamiento de Platón: Ideas, Conocimiento y Ética en la Antigua Grecia

Marco Histórico, Sociocultural y Filosófico

La victoria de los griegos en las Guerras Médicas (479 a.C.), además de poner fin a la amenaza persa, convirtió a Atenas en la ciudad más próspera y cosmopolita de Grecia. Pericles, al profundizar en las reformas democráticas, llevó a esta polis a su esplendor. Sin embargo, a pesar de su poder, la Guerra del Peloponeso finalizó con la derrota de Atenas por Esparta, que impuso la dictadura de los Treinta Tiranos, afín a sus intereses. Aunque los atenienses restauraron el régimen democrático apenas un año después, ya nada fue igual que en la época de Pericles; incluso ajusticiaron a Sócrates, maestro de Platón. La decadencia de la democracia ateniense fue imparable, y Alejandro Magno integró a todos los griegos en un imperio en el que no cabían ni la democracia, ni la libertad política, ni los ideales comunitarios.

La división de la sociedad griega entre la nobleza (dedicada a las armas, representante de la excelencia moral) y el pueblo (sometido socialmente y dedicado a la agricultura y la ganadería) cambió profundamente como consecuencia del proceso de expansión colonial iniciado en el siglo VIII a.C. Apareció un nuevo tipo social, el comerciante, que debía su prosperidad a sí mismo y consideraba secundarios la destreza, la guerra y el linaje, valores característicos de los nobles. Además, la colaboración de las clases populares en el triunfo sobre los persas les otorgó protagonismo en el gobierno de la polis. Ambos procesos impulsaron el desarrollo democrático ateniense y con él un auge cultural sin precedentes, en el que destacan las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides, las comedias de Aristófanes, las historias de Heródoto y Tucídides, las esculturas de Fidias y Praxíteles, y las filosofías de Sócrates y Platón.

La legislación democrática, al permitir la participación de los ciudadanos en las asambleas, convirtió en prioritario el dominio de las artes del lenguaje (oratoria, retórica…). Los debates se centraban en cuestiones políticas y jurídicas, lo que exigía con frecuencia discutir los fundamentos de la vida en común: leyes, costumbres, instituciones… En este contexto, la especulación sobre la naturaleza llevada a cabo por los presocráticos carecía de interés; lo que importaba era saber convencer a los demás ciudadanos. Los sofistas eran especialmente apreciados por impartir enseñanzas para adquirir estas habilidades, pero Sócrates y Platón mostraron su rechazo a unas prácticas que consideraban destructivas para la polis.

Líneas Principales del Pensamiento de Platón

La decepción ante la situación de Atenas y la muerte de Sócrates suponen el inicio de la filosofía platónica. Por una parte, hacen que Platón viaje a Egipto y a las colonias griegas del sur de Italia, donde, en contacto con los pitagóricos, adquiere conciencia de la importancia de las matemáticas y se familiariza con la doctrina sobre la inmortalidad del alma y la reencarnación. Por otro lado, su desengaño con la dictadura de los Treinta Tiranos y con la democracia posterior le llevaron a plantear un modelo de sociedad en el que imperara la justicia.

Platón responsabilizó a los sofistas de la decadencia ateniense: su relativismo no acepta ninguna norma fija y reduce la moralidad a lo que interesa en cada momento. Muchos de los líderes democráticos, demagogos que solo buscaban mantenerse en el poder, habían sido formados en estos principios. Una retórica brillante y con frecuencia alejada de la verdad, les hacía ganarse el voto de los ciudadanos.

Siguiendo los pasos de Sócrates, Platón buscará las normas universales y los principios inmutables capaces de garantizar la convivencia. Para ello elabora su teoría de las ideas.

Teoría de las Ideas

En esta teoría se afirma la existencia independiente y absoluta de unas identidades inmateriales, inmutables y universales que constituyen la auténtica realidad. Si una persona es bella es porque existe la idea de belleza. La belleza de la persona, que captan los sentidos, puede cambiar, pero la idea de belleza (como la de bien, justicia) es inteligible y no varía. Las ideas constituyen un mundo perfecto, eterno e inmutable que se encuentra jerarquizado. En su cúspide aparece la idea de bien, que es a la vez causa y fin de las demás cosas. Esto solo está al alcance de unos pocos (filósofos). De ahí la propuesta platónica de que sean ellos los que gobiernen. El mundo sensible es modelado por el demiurgo queriendo imitar el mundo de las ideas. Aunque la materia impide que se alcance la perfección, cuanto de racional hay en el mundo físico se debe a esa imitación del mundo inteligible.

Conocimiento: Reminiscencia y Dialéctica

Si la ciencia se ocupa de lo universal, los objetos de la ciencia no pueden ser otros que las ideas. Pero si las ideas están en un mundo distinto del sensible, ¿cómo le es posible al hombre su conocimiento? Aquí aparece la doctrina del conocimiento como reminiscencia del Menón: el hombre es cuerpo y alma y esta, que es inmortal, pertenece al mundo de las ideas, a donde regresa cuando muere el cuerpo. Mientras permanece en el mundo de las ideas, el alma conoce todo cuanto existe, pero al encarnarse en un cuerpo, olvida lo que sabe. Sin embargo, el contacto con las realidades físicas del mundo sensible hace que recuerde y comience de nuevo su aprendizaje.

Este aprendizaje se gradúa en dos niveles: opinión y ciencia.

  • Opinión: no es conocimiento estricto, sino una forma de creencia más o menos generalizada pero carente de fundamento. Tiene dos grados: la conjetura aventurada o la convicción más o menos verosímil, aunque ambas son propias del mundo sensible y están basadas en los sentidos; por ello no son conocimiento seguro.
  • Ciencia: también hay dos grados de ciencia: el conocimiento matemático, que hace uso de lo sensible para alcanzar sus conclusiones, y la dialéctica, conocimiento de las ideas dirigido por la razón, que representa la culminación de este proceso y la verdad absoluta.

Ser Humano: Cuerpo y Alma

La teoría de las ideas es también la base de la concepción platónica del hombre. El hombre es cuerpo y alma, pero ésta, como perteneciente al mundo de las ideas, es más valiosa que el cuerpo. Por eso, este es considerado una cárcel para el alma, y la muerte significa una liberación. El alma está dividida en tres partes: por un lado, el apetito, que engloba los deseos relacionados con las necesidades más básicas; por otro lado, la voluntad, que es fuente de pasiones nobles, por lo que colabora con la razón, que es la tercera parte, la que nos impulsa a la vida intelectual y a la ordenación de nuestra vida. Así pues, el alma debe servirse de su parte racional, la única inmortal, para controlar la voluntad (alma irascible) y el apetito (alma concupiscible). Si no fuera así, el hombre caería en la temeridad o el desenfreno.

Ética y Política: Hombre y Estado Justos

Mediante el alma racional se adquiere el conocimiento y se controlan las pasiones. Saber y felicidad son las finalidades del hombre. Para que el saber sea posible, el ser humano debe gozar de equilibrio en su alma, y este se alcanza haciendo que cada parte del alma desempeñe la labor que le corresponde. La armonía entre las partes del alma, bajo el predominio del alma racional, proporciona al hombre la justicia (estado moral supremo). Esta idea del equilibrio entre las partes se extiende al Estado. El hombre solamente puede alcanzar su felicidad en la polis, y esta ha de estructurarse para alcanzar la justicia. El Estado ideal es aquel donde cada ciudadano cumple con la función para la que está más capacitado. En la utopía platónica, campesinos y artesanos, guerreros y gobernantes deben hacer uso de sus cualidades respectivas (templanza, valor, prudencia) para que reine la justicia general, aunque son los hombres prudentes los que deben gobernar.

Relación del Texto con el Pensamiento de Platón

Los diálogos de Platón se suelen agrupar en varias etapas, en las que la influencia de Sócrates está muy presente al principio y va reduciéndose al final (época de juventud – abundan las preocupaciones éticas y la reivindicación de la figura de Sócrates; época de transición – críticas a los sofistas; época de madurez – exposición de la teoría de las ideas; época de vejez – revisión de la teoría de las ideas). En el Menón (situado en la época de transición y madurez) Platón plantea el problema de definir qué es la virtud y si esta se puede enseñar o es cuestión de práctica, o se tiene por naturaleza o por cualquier otro medio. Además, a través del diálogo se tratan otros temas como la distinción entre lo universal, que es el objeto a definir, y lo particular, la crítica de los sofistas, la doctrina de la inmortalidad del alma, la teoría de la reminiscencia, la crítica de los demagogos y la contraposición entre ciencia y opinión verdadera, que será la forma de entender la virtud al final del diálogo.

Menón demuestra su incapacidad, que es la de cualquier sofista, para dar una definición de la virtud en términos universales. Sus repetidos intentos no logran sobrepasar el ámbito de lo concreto, como Sócrates le hace ver, y ello le lleva a mantener que es imposible la adquisición de conocimiento. La respuesta de Sócrates a su sofística argumentación va a ser la teoría platónica de la anámnesis o reminiscencia, cuyo punto de partida es la doctrina de la inmortalidad del alma: esta aprende todo mientras está en el mundo de las ideas, pero lo olvida al encarnarse y debe recordarlo a partir del contacto con las cosas del mundo sensible. Aprender es, pues, recordar aquello que el alma ya sabía, si bien ese recuerdo solo supone un principio en el retroceso del aprendizaje, puesto que es necesario el esfuerzo para profundizar en la adquisición de nuevos conocimientos.

A diferencia de Menón, que hace del hombre un ser pasivo incapaz de investigar lo que no sabe, Platón lo concibe como un ser activo, dispuesto a averiguar lo que ignora. Por eso, Sócrates se encuentra legitimado para invitar a Menón a buscar qué es la virtud. Para ello, hace uso de dos hipótesis contradictorias: la virtud es enseñable y por tanto ciencia, o no lo es. Si es enseñable deberá haber maestros de virtud, pero esto no ocurre, puesto que aquellos que pasan por serlo, los sofistas, no son capaces de enseñarla. Parece confirmarse que no es enseñable, sobre todo cuando se demuestra que quienes han dado muestras de poseer virtud, como el padre de Ánito, no son capaces de enseñarla a sus hijos.

Con la demostración de la escasa valía intelectual y moral de políticos como Ánito, el Menón afronta otro de los temas que anticipan al Platón maduro: la contraposición entre ciencia y opinión verdadera, lastrada esta última por la ausencia de fundamento que impide su transmisión. La conclusión del diálogo identifica la virtud como una opinión verdadera que no se tiene por naturaleza ni es enseñable (puesto que es opinión y no ciencia) sino que llega por favor divino.

Influencias y Repercusiones del Pensamiento de Platón

En el pensamiento de Platón reaparecen cuestiones tratadas por los presocráticos. En concreto, la realidad tal como la concibe Heráclito, sometida a un cambio permanente, es un antecedente del mundo sensible. Por el contrario, la inmutabilidad, perfección y eternidad de las ideas coincide con los atributos del ser de Parménides, cuyas dos vías de conocimiento, la insuficiente de la opinión y la de la verdad, Platón continúa. La influencia de los pitagóricos (dualismo cuerpo/alma, doctrina de la inmortalidad del alma y la reencarnación) perdura en Platón, así como la importancia otorgada a las matemáticas, tan evidente en el Menón. La inteligencia ordenadora (nous) de Anaxágoras es un antecedente del demiurgo. Este construye el mundo sensible a imitación del inteligible, lo que le dota de una finalidad que es el reverso del azar que defienden los atomistas.

A pesar de estas influencias de los presocráticos, el pensamiento de Platón participa del cambio impulsado por los sofistas y Sócrates, al sustituir la cosmología por el estudio del hombre. Siguiendo los pasos de Sócrates, se enfrenta a los sofistas. Si Sócrates había insistido en la necesidad de buscar definiciones universales, Platón propuso la teoría de las ideas para responder al relativismo y al escepticismo de los sofistas. También la concepción de la filosofía como diálogo es una herencia socrática.

La repercusión del pensamiento platónico comienza por la Academia, convertida en el centro de estudios más importante de la Antigüedad hasta el inicio de la Edad Media. En la Academia se formó Aristóteles, aunque este criticó la teoría de las ideas como realidades trascendentes e independientes del mundo físico. Asimismo, el neoplatonismo, heredero de la vertiente mística de las doctrinas platónicas, desarrolló una concepción emanatista del universo que influyó en San Agustín, cuya síntesis de platonismo y cristianismo perduró durante varios siglos, llegando hasta Santo Tomás.

Desde Tomás Moro hasta hoy, las utopías han tenido como modelo la República platónica. Sin embargo, las críticas no han sido escasas, y han ido desde la falta de realismo que le achacaba Maquiavelo hasta el totalitarismo que le reprochaba Karl Popper, que, no obstante, ha recuperado el mundo de las ideas platónico en su ontología. También en los noúmenos kantianos, accesibles, como las ideas, solo por la razón y no por la sensibilidad, cabe apreciar un eco de Platón, así como en su ética, al otorgar predominio a la razón frente a las inclinaciones. Sin embargo, Nietzsche verá en el platonismo un enemigo del mundo físico, el único existente, y del predominio de los valores de la vida. Se llega así a la situación actual, en la que la filosofía platónica representa una concepción de la razón basada en la búsqueda de valores universales, opuesta a quienes sostienen su inexistencia.

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