La Atenas de Platón
Platón nació en Atenas hacia el 427 a. C., después de la muerte de Pericles, el gobernante que había llevado a la polis griega a su máximo esplendor cultural, filosófico y político. En el siglo de Pericles se reconstruyó la Acrópolis y fue la época de los grandes autores Sófocles y Eurípides, Herodoto y Tucídides. Después de las Guerras Médicas y del Peloponeso se impuso un gobierno aristocrático en Atenas, que incluía familiares de Platón. Ya que pertenecía a una de las familias atenienses nobles, recibió una educación aristocrática y es probable que luchara como soldado. Platón conoció a Sócrates a los veinte años, a quien consideró el más justo de los hombres, y su muerte injusta ante la política lo inclinó hacia la filosofía. Platón abrió una academia en Atenas, considerada la primera universidad europea, donde pasó el resto de su vida, ya que el pesimismo causado por el asesinato de su amigo Dion le hizo renunciar a su sueño político. Su filosofía es un intento de superar el relativismo y escepticismo sofistas, que convierten en un absurdo la búsqueda de la verdad y hacen imposible la convivencia en la polis.
La evolución de la obra platónica
Todas sus obras fueron conservadas en su Academia. Utiliza el diálogo como forma de expresión, a la manera socrática, y responde que la filosofía consiste en una búsqueda incesante que deja los problemas abiertos a nuevos planteamientos.
- Los primeros diálogos fueron escritos tras la muerte de Sócrates y tratan de definir conceptos propios del pensamiento socrático y de la cultura griega: valor, amistad, educación, etc. Platón muestra una fidelidad a su maestro en sus diálogos: Apología de Sócrates y Critón.
- Los diálogos de transición se concentran en el viaje a Sicilia y la Academia. Tratan cuestiones políticas, pero también aparece la teoría fundamental de Platón: la teoría de las Ideas. Se presentan temas ya pitagóricos como el alma y el concepto de reminiscencia, es decir, conocer es recordar. Destaca: Gorgias, Menón y Cratilo.
- Los diálogos de madurez (385-370 a. C.) muestran un Sócrates cada vez más alejado de la figura histórica, en el que se adivina ya el propio Platón. En esta etapa redacta sus diálogos fundamentales: El banquete (teoría del amor), Fedón (sobre la inmortalidad del alma), República (su obra máxima, en la que todos los temas platónicos se concretan y se articulan en torno al proyecto de una comunidad justa que pueda educar ciudadanos justos) y Fedro (acerca del amor y la naturaleza del alma).
- Los últimos diálogos (370-347 a. C.) suponen una fase de revisión en la que enfrenta sus propias contradicciones y en las que se hace patente la desilusión de no haber podido llevar a la práctica su ideal de Estado. Es una etapa de autocrítica de sus teorías (Parménides, Sofista y Político) y pesimismo tras los últimos viajes a Siracusa. Este pesimismo hace que Platón endurezca sus posiciones políticas en un diálogo inacabado, Las leyes. Sus escritos reflejan intereses nuevos como la historia (Critias) y la cosmología (Timeo).
La teoría de las Ideas
La teoría de las Ideas es la concepción central de la filosofía platónica y consiste en afirmar que las ideas abstractas, procedentes de las matemáticas, de la ética y, en general, de toda realidad sensible, son reales. Sin embargo, no existen en el mundo sensible, caracterizado por la imperfección, sino en un mundo más allá del mundo sensible: el mundo inteligible. Platón defiende una concepción dualista de la realidad.
- Las ideas (formas) no son sencillamente abstracciones mentales, sino que existen con independencia de las cosas; son realidades objetivas que existen con independencia de nuestro pensamiento, pero un único concepto universal capta la esencia de esa idea. Platón va todavía más allá: las ideas son la verdadera realidad, mientras que el mundo sensible es meramente apariencia (el mito de la caverna).
- Las ideas son únicas, eternas, inmutables e inalterables. Las cosas, por el contrario, son sensibles, múltiples, sometidas a cambios reales y, por tanto, menos reales que las ideas. La innovación de Platón consistió en asegurar la noción perfecta e inmutable con una existencia real, donde la más elevada de todas es la Idea de Bien.
La relación entre los dos mundos
Las ideas son el modelo de las cosas y, por tanto, las cosas existen gracias a ellas. Afirma que las ideas son causas de las cosas y que todos los juicios que emitimos sobre las cosas tienen como referencia la idea correspondiente. Entre las ideas y las cosas hay una relación que Platón caracterizó en algunos diálogos como participación y en otros como imitación. Por ejemplo, las cosas blancas lo son porque imitan la idea de blancura. Expresa que las cosas sensibles son meras copias de las ideas y, por tanto, menos reales que estas.
El mito de la caverna
Esta anécdota muestra la diferencia entre las dos realidades existentes según Platón: la realidad verdadera y la realidad representada. Expresa cómo para algunas personas el camino hacia el mundo inteligible es difícil, ya que tomamos desde el primer momento como realidad verdadera aquello que percibimos a nuestro alrededor, es decir, el mundo sensible, y solo aquellos que puedan ignorar la realidad representada de las ideas y vean más allá, hacia la auténtica realidad, entenderán el mundo inteligible.
La génesis filosófica de la teoría
Las formas son una alternativa al relativismo de los sofistas y permiten aunar concepciones tradicionalmente discrepantes como la defendida por Parménides y por Heráclito:
- Oposición al relativismo sofista. Sócrates había rechazado la idea de los sofistas de que la verdad es relativa. Estaba convencido de que la conducta moral había de basarse en el conocimiento de unos valores universales, idénticos para todos los individuos.
- El mundo sensible se encuentra en un constante cambio. De este modo, no se puede decir que los objetos son, sino que cambian. Acepta la creencia en la relatividad de los sentidos y de la percepción sensible, y concluye que no es posible hacer ciencia sobre aquello que está en perpetuo cambio. El conocimiento verdadero no puede tratar sobre objetos sensibles.
- Las ideas del mundo inteligible tienen las características del ser de Parménides. Platón reconoce que existe algo que no cambia sin negar el mundo sensible. Explica la unidad en la diversidad.
La reminiscencia
La teoría platónica de la reminiscencia sostiene que conocer no es otra cosa que recordar. El conocimiento es un recuerdo de lo que ya está en el alma. Esta teoría aparece en el Menón. Sócrates consigue que un esclavo al que interroga descubra por sí mismo un teorema matemático. Nadie ha enseñado geometría al esclavo; por tanto, era necesario suponer que ese conocimiento estaba ya en su alma. El conocimiento sensible hace posible que el alma inicie el proceso de recuerdo, es decir, el primer paso en el acceso al conocimiento verdadero.
El símil de la línea
Presenta una línea dividida en segmentos desiguales; el primer segmento corresponde al conocimiento del mundo sensible, puesto que el camino hacia el conocimiento empieza por la realidad sensible. Este conocimiento es llamado opinión (doxa).
El segmento de la opinión aparece dividido en dos:
- El grado más bajo de conocimiento es la imaginación, que se refiere a las imágenes de las cosas sensibles.
- La opinión, que tiene como objeto las cosas sensibles, es un segundo grado de conocimiento: la creencia, e incluye el estudio de la física, que sigue sin ser propiamente ciencia.
El conocimiento del mundo inteligible recibe el nombre de ciencia y aparece en otro segmento, también dividido en dos partes:
- El pensamiento discursivo es el pensamiento propio de las matemáticas.
- La inteligencia es el ámbito de la dialéctica y la contemplación de las verdaderas ideas.
Platón considera las matemáticas un conocimiento más abstracto que la opinión, donde los matemáticos aceptaron ideas que no han sido probadas, como la del número, sin cuestionarlas, y las presenta como una preparación para la contemplación de las ideas.
La dialéctica
Parte de hipótesis, pero las toma únicamente como punto de partida provisional para llegar a los primeros principios sin recurrir a representaciones materiales, elevándose de idea en idea hasta llegar a la idea suprema: la Idea de Bien.
- La dialéctica ascendente comienza por objetos sensibles y continúa por conceptos cada vez más universales, en un proceso que va de lo particular a lo universal.
- La dialéctica descendente es inversa y recorre el camino del universal a lo particular.
La dialéctica es el método propio de la filosofía, pero es más que un proceso intelectual, porque necesita una disciplina de purificación del alma.