El pensamiento de Rousseau: Naturaleza humana, moral y política

La ética de Rousseau

Rousseau afirma que la diferencia entre el ser humano y el animal radica en la libertad humana. El hombre no es un ser puramente instintivo, a diferencia de los animales. Esta visión se distancia del materialismo, que considera al ser humano sujeto a las mismas leyes naturales que el resto de la naturaleza. La libertad humana es el punto de partida para afirmar que el hombre es un ser moral, responsable de sus decisiones.

La ética de Rousseau reconoce que el hombre se mueve por intereses egoístas en su relación con otros. Sin embargo, en su descripción del hombre primitivo en el Discurso sobre el origen de la desigualdad, define al salvaje como un ser sensible, a menudo guiado por la compasión. Este sentimiento de empatía, y no solo la razón, fundamenta la moralidad en el estado de naturaleza.

El instinto de conservación, o «amor de sí», implica la capacidad de ponerse en el lugar del otro, una capacidad innata que se opone a la crueldad. La bondad del hombre primitivo no se basa en la razón, sino en los sentimientos, una tesis que ya se encontraba en el emotivismo moral inglés.

Rousseau defiende la solidaridad y los vínculos comunitarios del pasado frente a la desintegración social del capitalismo, que aísla y convierte a los individuos en seres egoístas. Aboga por la cohesión social y el patriotismo.

Para Rousseau, el interés humano no conduce al conflicto, sino a la cooperación. Los intereses contrapuestos surgen en una etapa histórica específica, como consecuencia de la competencia en la sociedad capitalista, donde prevalece la desigualdad.

Finalmente, encontramos un componente estoico en su pensamiento: la aceptación resignada del destino y del papel que nos ha otorgado la fortuna.

La política según Rousseau

En el Discurso sobre la desigualdad, Rousseau busca redescubrir la auténtica naturaleza humana, el hombre original. Con la sociedad política, posterior al contrato social, las leyes iniciales son débiles y rudimentarias, generando los primeros desórdenes. Se hace necesario confiar en magistrados, elegidos y revocables por la voluntad popular, para garantizar el cumplimiento de las leyes. En el estado social, existen desigualdades.

Mientras que la naturaleza establece la igualdad entre los hombres, estos han instituido la desigualdad. Rousseau distingue dos tipos de desigualdad:

  • Desigualdad física o natural: Existe entre todos los animales, pero dentro de una igualdad general.
  • Desigualdad moral o política: Proviene de la sociedad y consiste en las diferencias entre personas. Se basa en el derecho positivo y es contraria al derecho natural cuando no concuerda con la desigualdad física.

Rousseau encuentra la causa del paso del hombre bueno al hombre malo en la transición del estado de naturaleza al estado social y civil.

Al defender la soberanía del pueblo y la comunidad, Rousseau legitima y defiende la democracia, vinculándola a una mejor moral. Ética y política deben ir de la mano.

El pueblo soberano crea y deroga las leyes, y puede confiar el poder ejecutivo a un «consejo» o a un «príncipe» que gobierna en nombre de todos, no en el suyo propio. El gobierno es un intermediario del pueblo que ejecuta los mandatos de la voluntad general expresada en leyes.

Existe el peligro de corrupción en las instituciones democráticas cuando la voluntad particular prevalece sobre la general. Para evitarlo, Rousseau propone diversos mecanismos.

Rousseau reconoce varias formas de gobierno, adaptadas a la variedad de pueblos y sus condiciones. Critica al cristianismo por su desapego de la ciudad terrestre y defiende la laicidad del Estado, que debe ser indiferente a los dogmas religiosos y respetar la libertad de conciencia de sus súbditos.

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