De la Duda Metódica a la Primera Verdad Evidente: Metafísica Cartesiana
En su búsqueda de una ciencia universal basada en certezas absolutas, René Descartes propuso un método riguroso inspirado en el método matemático y en los procesos naturales de la razón de intuición y deducción. Este método, constituido por cuatro reglas, se propone construir su Ciencia Universal. El método exige partir de unas primeras verdades o primeros principios generales e indudables, unos pilares sólidos desde donde levantar “el nuevo edificio del saber”. Por otra parte, como hombre moderno y crítico, no olvidó plantearse la vieja cuestión del escepticismo: ¿Y si la razón humana no es un instrumento válido para conocer la verdadera realidad? En este caso, puesto que el método se ha extraído de los procesos racionales naturales, cualquier conocimiento sería dudoso aunque nos pareciese muy claro y distinto. Ésta es la base de la hipótesis del “genio maligno”: ¿Y si he sido creado por un ser engañador que me ha dotado de un instrumento –la razón- no apto para el conocimiento de la verdad?, si es así, cualquier conocimiento sería falso o dudoso. De aquí se deduce una doble función de la metafísica de Descartes:
- Función lógico-ontológica (establecer las primeras verdades evidentes o primeros principios (que serán las tres conocidas sustancias: Yo, Dios y Mundo), las “raíces” del árbol de la ciencia)
- Función epistemológica (justificar la validez de la razón y del método extraído de ésta)
La Duda Cartesiana
Surge la duda cartesiana, es el punto de partida de su metafísica y tiene esa doble función de encontrar unas primeras realidades indudables y fundamentar la validez de la razón. Para ello Descartes quiere partir de cero, dudar de todo; primero aprueba los sentidos; después, los argumentos racionales, lógicos y matemáticos y, por último, el carácter representativo de nuestras ideas (con la hipótesis del genio maligno puede dudar incluso del propio método). La duda cartesiana es metódica “dudar por método” para ver si hay algo indudable, algo que se nos presente con absoluta certeza. La duda también es universal, pues es necesario “dudar de todo”, hasta de lo más evidente, para no caer en prejuicios. Y, finalmente, es una duda provisional, pues es un punto de partida que Descartes pretende superar.
La Primera Verdad Indudable: La Res Cogitans (Sustancia Pensante)
El “Yo”, “alma” o “sustancia pensante” (res cogitans) es la primera verdad evidente para Descartes, puesto que duda, él debe ser algo cuya esencia es la de pensar, dudar, reflexionar, una “sustancia pensante”: “Cógito ergo sum” – “Pienso, luego soy”-. Descartes nos advierte que esta primera verdad evidente no justifica la existencia de ese ser corporal en el que todos creemos, sino que, aunque no existiese cuerpo, sería evidente la existencia del pensamiento. El pensamiento es el atributo de la realidad más evidente: el alma. Descartes ya tiene el primer principio de su filosofía, y ningún “genio maligno” engañador podría hacerle dudar de ello. Después de esto reflexiona que cualquier cosa que se presente con idéntica claridad y distinción podrá admitirse también como indudable, con lo que parece quedar justificada la primera regla del método por otra parte, ¿cómo superar esa “soledad del yo”? (“solipsismo”), pues sólo puedo estar seguro de que soy algo que piensa pero de nada más; el resto de mis pensamientos son dudables. La segunda verdad evidente, Dios, le permitirá a Descartes superarla: después de mi propio pensamiento, lo más evidente es Dios, una idea innata en mí que, a su vez, garantiza la validez de mi pensamiento. Y es Dios el que permite a Descartes afirmar la realidad del mundo, tercera verdad evidente: la “res extensa” – “sustancia extensa”-, un mundo cuyo principal atributo es la extensión, cualidad cuantificable, matemática: universo mecánico y matemático en el que se basará la mecánica de Newton.
Pensamiento Ilustrado y Ética Kantiana
Autor: Pensador más relevante de la filosofía ilustrada del siglo XVIII. Desde el proyecto ilustrado de ajustar la vida a la razón, desarrolló una filosofía crítica en la que analizó los límites y posibilidades de la razón en sus dimensiones teórica (conocimiento) y práctica (moral) cuyas consecuencias van a ser fundamentales en el pensamiento posterior.
Tema e Ideas principales: Texto argumentativo de carácter deductivo cuya tesis o idea principal la encontramos al comienzo del texto. Plantea un tema fundamental en su filosofía moral: los seres humanos son siempre fines en sí mismo y nunca deben ser utilizados como medios.
- Los seres racionales han de ser considerados siempre como fines en sí mismos y no como simples medios.
- Todas las cosas u objetos tienen sólo un valor relativo, dicho valor depende de la mayor o menor inclinación humana, en función las necesidades, hacia esos objetos.
- Por esto, los objetos, que son seres irracionales cuyo valor es relativo, pueden ser medios y se llaman «cosas».
- Pero los seres racionales, tienen valor por sí mismos, no dependen de inclinaciones ni están para ser usados, son fines y se llaman «personas».
Comentario de Texto
En plena época ilustrada en la que una de las reivindicaciones fundamentales de los intelectuales es la libertad de conciencia, de opinión y de participación, contrasta con el hecho de que la esclavitud sigue existiendo en las colonias de la “civilizada” Europa y legitimada por las autoridades políticas. En este fragmento, Kant muestra claramente su opinión al respecto: la diferencia entre un ser humano y una cosa es que los primeros son seres racionales y, como tales, nunca pueden utilizarse como cosas, y mucho menos comprar o vender, son un fin en sí mismo. La ética formal kantiana que, dado su aspecto “formal”, evita establecer principios morales con un contenido concreto y deja el carácter moral de la acción a la mera voluntad, a la buena o mala intención del sujeto que actúa, pero, no obstante, establece como “imperativo categórico” obrar de una forma que pueda ser aceptada universalmente, atender “al deber” que me dicta la conciencia, y ésta nos exige el respeto al otro: nadie querría ser utilizado ni tratado como un objeto para que otros consigan sus fines (esclavitud, prostitución, explotación, etc.), por tanto el imperativo categórico nos exige no utilizar a otros seres humanos como medios para, sino siempre como fines en sí.
Vigencia del Texto
¿En pleno siglo XXI se sigue utilizando a los seres humanos por parte de otros seres humanos como medios y no como fines? Independientemente de las sutiles redes de manipulación que existen en las sociedades más avanzadas incitando, por ejemplo, a un consumo compulsivo por parte de las grandes industrias del ocio, la tecnología, etc., y cuya intención no es la de servir, sino la de “servirse” del ser humano para acrecentar su riqueza (las empresas de telefonía móvil son un ejemplo: han creado la necesidad en los más jóvenes del uso del móvil, de forma compulsiva, enfermiza…). Es obvio que la esclavitud, teóricamente abolida en el mundo, es un hecho bastante extendido y frecuente en buena parte de nuestro planeta, y no sólo me refiero a la explotación abusiva de hombres, mujeres y niños en las factorías de países asiáticos, africanos o sudamericanos, sino a una auténtica y abyecta esclavitud, como la del secuestro de niños en los países del centro de África para ejercer de niños soldado o para trabajar en minas de diamantes o colthán, o el tráfico de mujeres y niñas para ser explotadas como esclavas sexuales. Según los datos de la OIT, 12,3 millones de personas sufren situaciones laborales similares a la esclavitud y más de cuatro millones de personas al año son compradas o vendidas en el negocio de la “trata de personas”. Pero no es necesario ir tan lejos, las grandes empresas de tecnologías de comunicación utilizan y venden nuestros datos personales, la política se está convirtiendo en un lodazal de mentiras cuyo objetivo no es el bien de los ciudadanos, sino conseguir su voto para perseverar en el poder… Como en la metáfora de la pila de la película Matrix, en el mundo actual, desgraciadamente, los seres humanos somos medios para los fines de los grandes poderes… Muy lejos de la propuesta kantiana.
Breve Historia del Pensamiento Filosófico
El cristianismo se expandió en los últimos siglos del Imperio Romano y se convirtió en la religión oficial. Los primeros poderes de la iglesia, influenciados por la filosofía grecolatina y otros autores, desarrollaron la patrística. Esta fue precursora de la filosofía medieval escolástica, que buscó justificar las verdades de la fe de manera racional. Durante la Edad Media, desde el siglo V al XIV, se pueden identificar tres etapas principales a través de figuras como Agustín de Hipona, Tomás de Aquino y Guillermo de Ockham. Agustín, perteneciente a la patrística del siglo V, tuvo un impacto significativo en la filosofía medieval. Su pensamiento, influido por el neoplatonismo, veía el conocimiento como un viaje interno hacia la verdad que requiere la gracia divina. Esto implicó la subordinación de la razón a la fe. Tomás de Aquino, en el siglo XIII, integró la filosofía de Aristóteles en sus obras más destacadas, donde diferenciaba entre el conocimiento natural y el conocimiento revelado, manteniendo que la razón y la fe no deben contradecirse. Finalmente, Guillermo de Ockham, en el siglo XIV, rompió con la armonía establecida entre la razón y la fe, sosteniendo que las verdades de la fe no pueden ser explicadas racionalmente, lo que inició la crisis de la filosofía escolástica y liberó a la filosofía de su dependencia de la fe.
El Renacimiento y la revolución científica del siglo XV marcaron un cambio cultural después de la Edad Media. Se caracterizó por la recuperación de la cultura clásica y su impacto más importante fue la ciencia física. Figuras como Copérnico, Kepler, Galileo y Newton revolucionaron el pensamiento científico. Copérnico propuso el modelo heliocéntrico, lo que contrarrestó el modelo geocéntrico de Aristóteles. Galileo aceptó este modelo y lo respaldó con observaciones empíricas, introduciendo un enfoque científico basado en la formulación y prueba de hipótesis. Kepler descubrió las leyes del movimiento planetario y Newton estableció las leyes mecánicas que gobiernan el universo, apoyándose en la idea de que las matemáticas son clave para entender el orden del cosmos.
Esta nueva concepción del universo provocó el pensamiento crítico y escéptico de los filósofos modernos: todo lo que durante más de mil años se había considerado rigurosamente cierto ahora era falso… ¿Cómo estar seguros de que ahora sí conocemos la verdad? La reflexión sobre las posibilidades y límites del conocimiento se convirtió en uno de los temas centrales de los filósofos modernos y la necesidad de construir una nueva ciencia sobre una base firme de certezas, pero esta reflexión se hizo desde dos posturas históricas: la de los racionalistas y la de los empiristas que culminará con el racionalismo empirismo de Kant, el gran filósofo ilustrado. Pero no centramos en la evolución de las ideas políticas. Durante la Edad Media, las ideas políticas estaban dominadas por la creencia de que el poder civil debía estar subordinado al poder eclesiástico, lo que significa que un estado no podía tener leyes que contradijeran las leyes divinas. Guillermo de Ockham cuestionó esta idea afirmando que los poderes políticos debían gestionar cuestiones civiles, mientras que la iglesia debía enfocarse en lo espiritual, lo que le valió su excomunión. Nicolás Maquiavelo, en su obra El príncipe, separó la ética de la política, argumentando que un monarca podía tomar decisiones moralmente cuestionables por razones de estado, en contraste con otros escritos de la época que promovían estados ideales. Los humanistas del Renacimiento intentaron recuperar el verdadero espíritu del cristianismo y fomentar un movimiento reformista contra la iglesia, lo que condujo a la Reforma Protestante. Este conflicto religioso se mezcló con intereses políticos y resultó en guerras político-religiosas en Europa, como la Guerra de los Treinta Años y las Guerras Civiles en Inglaterra. Las monarquías europeas se aferraron al antiguo régimen, justificándose con el derecho divino de los reyes, limitando el acceso de la burguesía al poder. En Inglaterra, la guerra civil terminó con la Revolución Gloriosa de 1688, estableciendo un sistema de monarquía parlamentario. Frente al derecho divino surgieron teorías del contrato social de filósofos como Hobbes y Locke, que fundamentaron los Estados de derecho contemporáneos, lo que llevó a la Revolución Francesa y a la Guerra de la Independencia de EEUU. Rousseau defendió un sistema democrático donde las leyes provenían de la voluntad general del pueblo y criticó la propiedad privada.
La Duda y el Conocimiento: Descartes, Hume y Kant
La duda y el pensamiento crítico son fundamentales tanto en la investigación científica como en la reflexión ética y política, ya que nos impulsan a cuestionar nuestras ideas, revisar creencias y evitar el dogmatismo. A continuación, se presenta un resumen intermedio de las posturas de Descartes, Hume y Kant sobre el conocimiento humano en relación con la duda:
Descartes
Propone la duda metódica como herramienta esencial para alcanzar certezas indudables. Al poner en duda todo lo que es cuestionable, llega a la conclusión «pienso, luego existo», estableciendo un punto de partida seguro para reconstruir el conocimiento. Su enfoque resalta la importancia de someter todas las creencias a un examen riguroso.
Hume
Desde su perspectiva empirista, sostiene que el conocimiento se origina en la experiencia sensorial, pero también subraya sus limitaciones. Su escepticismo cuestiona conceptos como la causalidad, argumentando que muchas de nuestras ideas se basan en la costumbre más que en una conexión lógica necesaria. Esto invita a mantener una actitud crítica y a no aceptar inmediatamente las percepciones como verdades absolutas.
Kant
Busca una síntesis entre el racionalismo y el empirismo, reconociendo que la mente organiza la experiencia mediante categorías innatas. Aunque aceptamos que el conocimiento parte de la experiencia, nuestra percepción del mundo está estructurada internamente. Kant destaca la importancia del pensamiento crítico para reconocer los límites de nuestra razón y promover la autonomía en la toma de decisiones éticas y políticas.
En resumen, mientras Descartes aboga por alcanzar certezas mediante una duda radical, Hume enfatiza los límites del conocimiento basado únicamente en la experiencia, y Kant integra ambas ideas para ofrecer una visión equilibrada. Estas perspectivas resaltan la relevancia de cuestionar constantemente nuestras creencias, lo cual es crucial en el mundo actual para avanzar en la ciencia y fomentar una sociedad ética y reflexiva.