Nietzsche: El Filósofo de la Sospecha y la Afirmación Vital
Nietzsche es el filósofo que busca desenmascarar las fuerzas vitales que se esconden tras los valores de la cultura occidental. Su crítica a la civilización occidental en todos sus ámbitos es quizás la más radical que se ha hecho nunca, ya que denuncia que la razón es el resultado de una represión de los instintos, una negación de la vida. Se expresa de una forma muy poco sistemática. Nietzsche se define como filósofo a martillazos, como símbolo de una filosofía que destruye todos los ídolos de la cultura occidental.
Un lenguaje muy personal y un estilo brillante e incisivo, con el uso continuo de metáforas y el aforismo, hacen de Nietzsche un autor sugerente y estimulante. El vitalismo de Nietzsche influirá decisivamente sobre la filosofía y la cultura del siglo XX.
Vida y Obra
Friedrich Nietzsche nace en Röcken (Alemania) en 1844. En 1868 comienza la primera de las tres etapas en las que suele dividirse su pensamiento, que deben ser entendidas como momentos de la evolución de una obra que tiene una clara continuidad:
Período Romántico (1871-1878)
Escribe El nacimiento de la tragedia, su primera obra importante, en la que ya plantea la afirmación de la vida representada en la tragedia griega. También escribe Consideraciones Intempestivas, donde ataca los valores de su época y la cultura alemana en particular.
Período Positivista (1878-1883)
En esta época empiezan a agudizarse sus problemas de salud, lo que le obliga a abandonar su cátedra. Las obras de este período son El viajero y su sombra y La gaya ciencia, en la que propone la liberación del hombre de los valores trascendentes.
Período Crítico (1883-1889)
Escribe una de sus obras fundamentales, Así habló Zaratustra, un libro que marca el cambio de etapa. En sus páginas se consolidan los grandes temas de su filosofía: la voluntad de poder, la muerte de Dios, el eterno retorno y el superhombre. En las obras de esta etapa, Nietzsche desarrolla la crítica radical de la religión y la filosofía y el concepto de transvaloración de los valores.
Muere en 1900.
Influencia de Schopenhauer
Schopenhauer es un pensador irracionalista en el sentido de que defiende que el mundo es representación de una voluntad ciega. La realidad fundamental en todo ser vivo es la voluntad de vivir. Esta voluntad se concreta en voluntades individuales que luchan por la vida. La razón humana está al servicio de la voluntad, que se impone sobre la reflexión racional. El pesimismo es total. El medio de liberarnos del dolor es la belleza, pero sobre todo el ascetismo, la renuncia radical a la voluntad de vivir, la negación de uno mismo.
Nietzsche convierte el concepto de voluntad de vivir en voluntad de poder, que exige autoafirmarse. La vida debe aceptar el dolor, ya que forma parte de ella; negarlo es negar la vida. Según Nietzsche, no se trata de huir de la vida, sino todo lo contrario; por lo tanto, este filósofo niega el pensamiento de Schopenhauer.
Lo Apolíneo y lo Dionisíaco
Estos son los dos principios que componen la realidad y aparecen representados en la tragedia griega: lo apolíneo (símbolo del orden, la medida, la razón) y lo dionisíaco (símbolo del caos, la embriaguez, los instintos vitales).
La Crítica a la Cultura Occidental
Nietzsche dirige contra la cultura occidental una crítica que abarca todos los ámbitos: la moral, la filosofía, el lenguaje y la ciencia. Se trata de una cultura dogmática en la que la racionalidad se ha impuesto sobre el instinto y la vida. Utiliza el método genealógico, que consiste en rastrear los orígenes de los conceptos básicos de la cultura occidental con el fin de denunciar los instintos que subyacen en ellos. Lleva a cabo un análisis caracterizado por la filosofía a martillazos, destructora de valores. Es la parte de la filosofía de Nietzsche que dice «no».
Crítica a la Moral
Nietzsche aplica el método genealógico a los valores morales. Investiga en las diversas lenguas la etimología de los conceptos y descubre que en todas ellas la palabra «bueno» tuvo un primer momento cuyo significado era «noble», mientras que «malo» tenía un sentido de «plebeyo», «vulgar» y «simple». En un primer momento, esta contraposición reflejaba el estamento social.
La transmutación de los valores se produce cuando los plebeyos se rebelan y se autodenominan «buenos», considerando «malos» a los nobles. Surgió así el ressentiment (resentimiento) como reacción de los débiles y miserables frente a un hecho externo. Cuando este resentimiento se vuelve creador de valores, entonces se invierte la mirada y aparece la moral tradicional, que invierte los valores: la moral de los esclavos frente a la moral de los señores.
La Moral de los Señores
Es propia de la aristocracia. Es una moral de autoafirmación que dice «sí» a la vida. Afirma que donde hay vida hay voluntad de poder, entendida como voluntad de superación, como energía creadora que tiende a expandirse. Para Nietzsche, la voluntad de poder tiene una dimensión puramente individual, entendida sobre todo como fuerza creadora de valores.
La Moral de los Esclavos
Es propia del hombre vulgar, plebeyo, servil, frente al hombre superior de la antigua aristocracia. Es el resultado del resentimiento, de la reacción frente a los valores nobles que ellos han invertido. Esta moral proviene del resentimiento de estos hombres.
Crítica a la Metafísica
Toda la historia de la filosofía es para Nietzsche la historia de un error. La apariencia es para Nietzsche lo único que existe, y los conceptos metafísicos nos alejan de la auténtica realidad. Para Nietzsche, el cristianismo es un platonismo para el pueblo, que justifica el sufrimiento y la muerte como consecuencia de una culpa y que convierte en pecado todo lo que significa la vida. Para el cristianismo, la salvación consiste en renunciar a la vida.
Esta moral de renuncia se dirige contra los instintos vitales y propone una evasión con respecto al hombre concreto y el mundo real. Y así, el ideal ascético se caracteriza por la fe en la verdad, la negación de la vida y la voluntad de la nada. El platonismo y el cristianismo no son los únicos grandes dispensadores de sentido: la razón, el progreso, la historia han ocupado el lugar de Dios desde la Ilustración. En realidad, existe la necesidad de encontrar un sentido a la existencia, ya que es propia del hombre, pero la vida es azar, sin finalidad.
La Crítica al Lenguaje y la Ciencia
El lenguaje es el instrumento de que el hombre dispone para conocer la realidad y, supuestamente, nos permite un conocimiento objetivo sobre el mundo. El método genealógico mostrará que el lenguaje es una forma de expresar la experiencia vital del individuo. Esta experiencia es cambiante; ante esto, el hombre ha pretendido fijarla en un concepto, que no es otra cosa que una metáfora, ya que no proporciona conocimiento de la realidad, sino ilusión y apariencia.
Es preciso aceptar los límites del lenguaje; por esto, Nietzsche es consciente de que sólo dentro de esos límites es posible el pensamiento. Cuando la metáfora fijada en el concepto se hace común, aparece lo que denominamos verdad: el concepto se generaliza mediante un pacto que nos permite domesticar el mundo, pacto propio del espíritu gregario que teme enfrentarse a la diversidad y al caos de la realidad.
En Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Nietzsche habla del momento en que «unos animales astutos inventaron el conocer», catalogado como «el minuto más soberbio y más mentiroso de la historia universal». Así, la lógica es un invento del ser humano útil en la lucha por la vida: al someter lo individual a lo universal, nos permite sentirnos seguros y hace posible la vida social y el desarrollo de la ciencia, aunque no descansa en principios objetivos.
Esta teoría de la verdad como convención lleva a considerar como mentira lo que se sale del pacto y queda fuera de la norma comúnmente aceptada. Nietzsche niega la existencia de valores absolutos y afirma un concepto pragmático de la verdad. El mecanicismo y el positivismo reducían la realidad a hechos objetivos. El conocimiento posible es la perspectiva individual. Es por esto que Nietzsche defiende el perspectivismo. Solo la perspectividad permitirá recuperar el valor metafórico original de la palabra en el que se unen filosofía y poesía. De ahí que Nietzsche utilice constantemente la metáfora y el aforismo con el objetivo de recuperar ese valor metafórico de la palabra.
El Diagnóstico: La Muerte de Dios y el Nihilismo
La expresión «Dios ha muerto» se refiere también a los valores morales y las grandes verdades que se fundamentaban en la divinidad y el mundo suprasensible. Al descubrir la muerte de Dios, el hombre del rebaño queda desorientado, ha perdido sus valores y el sentido de su vida. La consecuencia de esto es el nihilismo.
La palabra nihilismo tiene el sentido de negación de valores. En Nietzsche, se refiere al proceso que sigue la conciencia del hombre a partir de la muerte de Dios. Este concepto aparece con dos significados diferentes:
- Nihilismo pasivo: La voluntad de poder se reduce. Es la resignación y el declive vital ante la falta de valores absolutos.
- Nihilismo activo: Consiste en asumir la muerte de Dios y no esperar que los viejos valores se derrumben por sí solos, sino contribuir activamente a su destrucción, creando valores propios y dando así sentido a su propia vida. Es el signo de la voluntad de poder que crea al mismo tiempo que destruye.
El Superhombre (Übermensch)
Zaratustra es el que anuncia que estamos en el tiempo del último hombre, aquel que ha visto cómo se hundían sus valores y ha caído en el nihilismo pasivo. Esta figura es para Nietzsche el hombre de su tiempo. Se espera la llegada del superhombre (Übermensch), la llegada de un hombre nuevo capaz de asumir la muerte de Dios y crear su propia moral. El superhombre llevará a cabo la transvaloración de valores y lo hará recuperando la inocencia primitiva, situándose más allá del bien y del mal, más allá, por tanto, de la moral tradicional.
Las Tres Transformaciones del Espíritu
Para que a partir del hombre llegue el superhombre, son necesarias tres transformaciones del espíritu:
- El camello: Es el animal que se arrodilla para aceptar la pesada carga del «tú debes». Es el hombre que se inclina ante Dios y la ley moral. Este se transformará en león.
- El león: Es el animal que se niega a aceptar la carga de la moral y los viejos valores racionales («yo quiero»). Aun así, este no es todavía capaz de crear sus propios valores; para eso deberá transformarse en niño.
- El niño: Es el símbolo del «sí» a la vida, del hombre capaz de crear nuevos valores, de situarse fuera de la moral. Este ve la vida como creación y juego.
El superhombre encarna todos los valores de la filosofía nietzscheana: la superación del hombre, un ser libre que desarrolla su voluntad de poder, que supone la desigualdad, el riesgo y el final de la moral cristiana del rebaño. Este es el que asume y desea el eterno retorno de lo mismo, aquello que libremente ha querido su voluntad de poder.