Sentidos Material y Moral de Gobernar
Según Foucault, la palabra «gobernar» posee diversos sentidos. Desde una perspectiva material, se refiere a dirigir o avanzar en un camino, como ilustra Froissart: «Un camino tan angosto que dos hombres no podían gobernarse en él», es decir, no podían avanzar. También implica alimentar o sustentar, como en el ejemplo: «un hombre que no tenía de qué vivir ni gobernar a su mujer que estaba enferma». Otro sentido material es el de subsistir, ejemplificado con: «una ciudad que se gobierna de la pañería», es decir, su sustento proviene de la industria textil.
Desde el punto de vista moral, «gobernar» se relaciona con la conducción espiritual de las almas, imponiendo un régimen. Foucault cita el ejemplo de un médico que gobierna a un enfermo, o un enfermo que se gobierna a sí mismo con cuidados. «Un enfermo que, después de haber dejado el hospital a causa de su mal gobierno, pasó a mejor vida», es decir, por su mala conducta. También implica mando o dominio, como en una relación interpersonal o verbal: «gobernar a alguien» puede significar «hablar con él» o «entretenerlo». Finalmente, puede aludir a un comercio sexual: «un fulano que gobernaba a una mujer».
Rasgos Específicos del Poder Pastoral
Foucault describe el poder pastoral en la relación entre Dios y los hombres. En primer lugar, este poder no se ejerce sobre un territorio, sino sobre una multiplicidad en movimiento, un rebaño en desplazamiento. A diferencia de los dioses griegos, territoriales y con un lugar fijo, el dios hebreo se desplaza con su rebaño, similar al dios pastor egipcio Amón. En segundo lugar, el poder pastoral es benévolo, rasgo inherente a las caracterizaciones religiosas, morales y políticas del poder. Su objetivo principal es la salvación del rebaño, análoga a la salvación de la patria para el soberano, que implica la provisión de subsistencia y alimento. El pastor cuida, vela, busca a las ovejas extraviadas y cura a las heridas (como Moisés, guiado por Dios). Este poder implica un deber, una misión de sustento, celo, dedicación y vigilancia. Es oblativo y transicional, pues el pastor está al servicio del rebaño. Finalmente, es individualizador, ya que, aunque cuida del rebaño entero, presta atención a cada oveja.
La Paradoja del Pastor
La paradoja del pastor reside en la tensión entre el cuidado del rebaño y el cuidado de cada oveja. Si una oveja se descarría, ¿debe el pastor sacrificarse por ella, descuidando al resto? El ejemplo de Moisés, que rescató a una oveja extraviada, ilustra esta paradoja. Se plantea la disyuntiva entre sacrificar a una por el todo o al todo por una.
El Magistrado en las Leyes de Platón
En las Leyes de Platón, el magistrado es un pastor subordinado al magistrado principal, el verdadero legislador de la ciudad. Actúa como intermediario, protegiendo al rebaño de los «animales de rapiña» y diferenciándose de los amos en la cumbre del Estado. Es un funcionario, un ayudante del político, no la esencia del poder.
El Pastor para Trasímaco en la República de Platón
Trasímaco argumenta que el buen magistrado es un pastor que actúa por egoísmo, cuidando del rebaño solo para su propio beneficio. Platón refuta esta visión, afirmando que se trata de una caricatura del verdadero pastor, que se dedica por entero a su rebaño. El magistrado ideal debe emular al verdadero pastor, ejerciendo el poder político con la misma dedicación.
El Significado de «Prescripción» en el Político
En el Político, Platón analiza el arte de gobernar a través del concepto de «prescripción». Distingue entre prescribir órdenes propias y las de otros. El político prescribe sus propias órdenes a seres vivos, ya sea individualmente o en grupo. Al mandar a un grupo de hombres, se convierte en su pastor.
Las Pistas Falsas de Platón en el Análisis del Político
Platón explora dos pistas falsas: las clases de animales sobre las que se ejerce el pastorado y las actividades pastorales. El pastor realiza múltiples funciones: alimentar, cuidar, curar, guiar y regular las uniones del rebaño. Esto plantea la cuestión de si un solo magistrado puede realizar todas estas tareas. Platón introduce la idea de «rivales del rey», como el agricultor, el panadero, el médico y el pedagogo, que también realizan funciones pastorales.
El Mito del Político: Pastor Divinidad y Pastor Humano
Platón distingue entre el pastor divinidad, que trae la felicidad en un tiempo primigenio, y el pastor humano, que surge cuando la divinidad se retira y comienza la política. Los políticos, siendo hombres, no están por encima del rebaño como los dioses.
El Político como Tejedor
Foucault describe al político como un tejedor que une los elementos de la ciudad. A diferencia del pastor, que se ocupa del rebaño en su totalidad, el tejedor necesita acciones preparatorias (artes auxiliares como la guerra, la justicia y la retórica). El político teje las virtudes, uniendo a hombres con diferentes caracteres mediante una opinión común, creando así la concordia y la amistad en la ciudad.
El Rey no es un Pastor
Según Foucault, Platón argumenta que el rey no es un pastor, sino que las actividades pastorales son funciones subordinadas al orden político, realizadas por figuras como el médico o el pedagogo. El rey tiene exigencias mayores que las de un pastor.
La Salvación en el Pastorado Cristiano
En el pastorado cristiano, la salvación es el principio fundamental. Tanto en la ciudad griega como en el rebaño hebreo, existe una comunidad de destino entre el líder y sus dirigidos. En el cristianismo, esta relación es más compleja, basada en una responsabilidad integral y paradójicamente distributiva. El pastor debe asegurar la salvación de todos y de cada uno.
El Principio de «Distributividad Integral y Paradójica» y la Responsabilidad Analítica
La «distributividad integral y paradójica» implica que el pastor debe sacrificar a una oveja si pone en peligro al rebaño, pero también debe valorar la salvación de cada oveja individualmente. El cristianismo añade cuatro principios: el primero es la responsabilidad analítica, por la cual el pastor debe rendir cuentas de cada oveja y de sus actos.
El Principio de «Transferencia Exhaustiva e Instantánea»
El segundo principio es la transferencia exhaustiva e instantánea de los méritos y deméritos de las ovejas al pastor. El pastor experimenta el bien y el mal de cada oveja como propios.
El Principio de «Inversión del Sacrificio»
El tercer principio es la inversión del sacrificio. El pastor debe estar dispuesto a morir por sus ovejas, tanto física como espiritualmente, cargando con sus pecados para salvarlas.