El Raciovitalismo
El conocimiento está arraigado en la vida. El raciovitalismo es la teoría del conocimiento que tiene como punto de partida la vida. Es un término medio entre el irracionalismo vitalista y el racionalismo. Desde la filosofía antigua, con Sócrates y Platón, se realizó el descubrimiento admirable de la razón como fuente fundamental del conocimiento verdadero.
Ortega se pregunta: ¿Puede la razón bastarse a sí misma? ¿Puede desalojar todo el resto de la vida que es irracional y seguir viviendo por sí sola como razón pura? Históricamente, este ha sido el hecho: la constitución de grandes sistemas racionalistas. La vida toda acabaría por someterse a principios de puro intelecto; todo conocimiento racional consistiría en captar la esencia de las cosas, lo inmutable y abstracto, cayéndose en un misticismo culturalista que ignoraba los límites de las cosas.
La razón pura no puede suplantar a la vida: la cultura del intelecto abstracto no es otra vida que se baste a sí misma y pueda desalojar a aquella. Lejos de poder sustituirla, tiene que apoyarse en ella, nutrirse de ella como cada uno de los miembros vive del organismo entero. La razón vital es tan razón como la razón pura, pero además está capacitada para captar la realidad fluida que es la vida. La razón vital da cuenta de la vida, de su hacerse en la historia, en su mundo concreto. Por eso se opone a la razón vital científica, que es apta solo para conocer los fenómenos de la naturaleza sometidos a leyes.
Ortega, con el raciovitalismo, pretende colocar la razón en su verdadero lugar, dándole el verdadero y riguroso sentido, poner la acción intelectual en contacto con la realidad, es decir, la vida.
Por encima de la razón pura está la razón vital, que es una sola cosa con el vivir. Por ello, la razón pura tiene que ceder su imperio a la razón vital. La razón vital lleva consigo la unión entre razón y vida. Tiene una función viva y espontánea, como puede ser el ver y el palpar, no se limita a explicar mediante causas como hacen las ciencias.
Este es el «tema de nuestro tiempo»: someter la razón a la vitalidad, localizarla dentro de la biología. Entonces, el razonar se dirige a la totalidad de la vida.
Pero la razón vital es constitutivamente razón histórica. El vivir siempre está referido a la vida humana y el horizonte de la vida humana es histórico; el hombre está definido por el nivel histórico en que le ha tocado vivir.
La Razón Histórica. La Realidad como Historia
El vivir del ser humano es un proyecto, un quehacer de lo que podemos ser ante un mundo circunstanciado de posibilidades que nos exige decisión y libertad. Pues bien, esta realización existencial se lleva a cabo en la historia. La vida del hombre es un continuo hacerse, es la realización permanente de un proyecto que se está haciendo en la historia, en el devenir de la vida.
La razón vital es constitutivamente histórica y el hombre, más que naturaleza, es historia, según afirma Ortega. Su vida es historia, en tanto que en ella se hace su existir, que no le es dado ya hecho, sino que no tiene más remedio que hacer algo para no dejar de existir. Por esto, la historia pertenece esencialmente a la vida de cada uno de nosotros.
La vida del hombre se concreta en razón histórica, desde donde se explica tanto la vida individual como la de los pueblos y naciones y desde donde se comprende el devenir de los hechos. La razón histórica no es una descripción narrativa y superficial del quehacer humano, sino constante búsqueda dinámica de los factores que hacen comprender la totalidad de su ser histórico -la razón histórica es activa como la realidad misma que está tratando de aprehender y esto solo se consigue viviendo y reviviendo continuamente esa realidad-. Es el uso racional que permite comprender al ser humano en la medida en que es cultural e histórico.
“El hombre no es naturaleza, sino historia.”
El Tema de Nuestro Tiempo: El Fenómeno de las Masas
Hay un hecho que es el más importante en la vida pública: el advenimiento de las masas al pleno poder social.
Los individuos que integran estas muchedumbres preexistían, como repartidos en el mundo en pequeños grupos, ocupaban un sitio, tal vez el suyo, en el campo, en la aldea, en la villa.
El concepto de muchedumbre es cuantitativo y visual. Hallamos, sociológicamente hablando, la idea de masa social. La sociedad es siempre una unidad dinámica de dos factores: minorías y masas.
Las minorías o élites son individuos o grupos de individuos especialmente cualificados. La masa es el conjunto de personas no especialmente cualificadas.
La formación normal de una muchedumbre implica la coincidencia de deseos, de ideas, de modos de ser en los individuos que la integran. En los grupos que se caracterizan por no ser muchedumbre y masa, la coincidencia efectiva de sus miembros consiste en algún deseo, idea o ideal que, por sí solo, excluye el gran número.
Para formar una minoría, es preciso que antes cada cual se separe de la masa por razones especiales, relativamente individuales. Estas minorías son de hombres selectos que exigen más que los demás, aunque no logren cumplir en su persona esas exigencias superiores. Los que no se exigen nada especial viven siendo lo que ya son, sin esfuerzo de perfección sobre sí mismos. Esta división de la sociedad en masas y minorías, en distintas clases de hombres, no puede coincidir con la jerarquización en clases superiores e inferiores.
La minoría selecta ofrece proyectos de vida y su misión es orientar a las masas.
Las masas se rebelan y no quieren someterse a las orientaciones de la élite, provocándose la “intervertebración de España”, empobrecida y desvinculada de Europa.