El ser humano, la moral y la sociedad en la filosofía de Agustín de Hipona y Rousseau

El Ser Humano y la Moral

La Visión Agustiniana

Según San Agustín, el ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios, lo que le confiere una vida espiritual que lo distingue de los animales. Agustín defiende un dualismo antropológico, afirmando que el hombre se compone de dos sustancias: el cuerpo, mortal y corruptible, y el alma, inmortal. El alma, esencia del ser humano, posee tres facultades que constituyen la identidad personal: memoria, inteligencia y voluntad.

  • La memoria conecta el presente con el pasado, forjando la identidad.
  • La inteligencia permite al hombre acceder al conocimiento de la verdad.
  • La voluntad impulsa la búsqueda del amor y la felicidad, alcanzables plenamente solo en Dios.

El amor, esencia divina, debe guiar al alma en su regreso a Dios. Para Agustín, el ser humano posee libre albedrío, la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Sin embargo, la voluntad se encuentra debilitada por el pecado original, heredado de Adán. La gracia divina se vuelve indispensable para obrar correctamente.

La moralidad de una acción se juzga por la intención que la motiva: si está en conformidad con la ley divina, es buena; de lo contrario, es pecado. El mal moral surge del abuso del libre albedrío, un bien mayor. La responsabilidad del pecado recae en el ser humano, ya que sin libre albedrío no habría culpa.

La felicidad, fin último del hombre, solo se alcanza en la otra vida mediante la contemplación y el amor a Dios.

La Sociedad y la Historia en la Filosofía de Agustín

Agustín de Hipona es pionero en analizar la historia desde una perspectiva teleológica, como el escenario donde Dios se revela al hombre y se lleva a cabo la salvación. La historia, lineal y con un principio (la creación) y un fin (el Juicio Final), adquiere significado en su totalidad en ese final de los tiempos. El clímax histórico será el regreso de Jesucristo y la instauración definitiva del Reino de Dios para los justos.

Agustín distingue dos grupos humanos según el objeto de su amor:

  • Aquellos que se aman a sí mismos por encima de todo, conformando la Ciudad Terrenal.
  • Aquellos que aman a Dios sobre todas las cosas, constituyendo la Ciudad de Dios.

Estas dos ciudades coexisten en la sociedad a lo largo de la historia, en constante lucha ética. La historia avanza hacia el triunfo y la salvación de los ciudadanos de la Ciudad de Dios, que se concretará al final de los tiempos.

El Problema de la Sociedad y la Propuesta de Rousseau

Rousseau reconoce la influencia corruptora de la sociedad sobre el hombre. Sin embargo, no aboga por un retorno a un estado primitivo hipotético. Propone analizar la sociedad para identificar la raíz de la infelicidad y el egoísmo, con el fin de reformarla y convertirla en una comunidad que promueva la felicidad.

Origen del Mal Social: La Desigualdad

Para Rousseau, la desigualdad es el origen del mal social. Esta surge con la propiedad privada, que genera una sociedad desigual donde unos acumulan privilegios a expensas de otros. La consecuencia es un enfrentamiento social constante, dominado por el egoísmo y la codicia. La sociedad actual, injusta e impidiendo la realización plena del ser humano, debe ser reformada.

El Contrato Social: Hacia una Sociedad Justa

Rousseau propone un Contrato Social como solución. No se trata de volver al estado de naturaleza, sino de usar sus principios para crear una sociedad justa. El pacto social debe armonizar libertad, igualdad y poder político. En este contrato, el pueblo es soberano, expresando su voluntad a través de la voluntad general, que no es la suma de las voluntades individuales, sino el interés común.

En el Contrato Social, el individuo renuncia a sus egoísmos para someterse a las leyes que emanan de la voluntad general. Se renuncia a la libertad de actuar egoístamente en contra de la comunidad, garantizando la igualdad y libertad de todos. La educación juega un papel fundamental en la construcción de esta nueva sociedad, formando al hombre y al ciudadano.

La Educación: Formando Ciudadanos Virtuosos

En su obra Emilio, Rousseau defiende una educación basada en la libertad, alejada del academicismo y la memorización. Se debe considerar la mentalidad particular de los niños, fomentando su curiosidad y deseo de aprender a través del contacto con la naturaleza. El objetivo final es formar buenos ciudadanos que contribuyan al bien común y amen las leyes justas.

Un Nuevo Estado Social

Rousseau visualiza un nuevo estado social, distinto tanto del estado natural como de la sociedad egoísta preexistente. Esta nueva sociedad, racional y libre, erradicará el mal moral y la injusticia, permitiendo a cada individuo alcanzar la felicidad y la realización plena.

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