El siglo XIX se caracterizó por el mantenimiento de las estructuras económicas, políticas y sociales tradicionales, aunque es innegable que sufrían un deterioro progresivo que culminaría en los grandes acontecimientos revolucionarios de fin de siglo con las revoluciones americana y francesa. Económicamente, se fueron introduciendo nuevas técnicas agrícolas e industriales que supusieron una auténtica revolución en ambos ámbitos. La sociedad era fundamentalmente agrícola, aunque persistían amplias zonas de Europa oriental con servicios de servidumbre. La industria urbana se reducía a pequeños talleres artesanos dominados por los gremios, y la mayor fuente de riqueza procedía del comercio, especialmente el de ultramar. La sociedad estaba dividida en estados definidos por la herencia y la posición social: el clero, la nobleza y el estado llano. El enriquecimiento progresivo de la burguesía y el empobrecimiento de una parte de la nobleza condujeron a un progresivo deterioro de esta situación inmovilista. Desde el punto de vista político, es el siglo de las monarquías del despotismo ilustrado, monarquías absolutas orientadas por los principios de la Ilustración. Significado de la Ilustración: Este siglo es conocido como el siglo de las luces, el siglo de la Ilustración. Los hombres que lo vivieron estaban convencidos de estar en un tiempo nuevo, de haber salido de un largo ocaso de barbarie e incultura. El espíritu ilustrado tuvo sus orígenes en las revoluciones científicas e intelectuales del siglo anterior. A pesar de las críticas que realizó a la tradición, la Ilustración se inspiró directamente en Locke y Newton, en Descartes, en Bacon y en Spinoza. De Descartes extrajo el gusto por el razonamiento autónomo y contrariado a las enseñanzas eclesiásticas y a la autoridad, aunque le criticó el peso metafísico de su doctrina. Newton aportó una filosofía basada en la experiencia y Locke la defensa de la observación y el análisis frente al espíritu de sistema, junto con la reivindicación de la libertad y la tolerancia como guías de la acción humana individual y colectiva. De Spinoza influyó especialmente su concepción panteísta, considerada como materialista y antirreligiosa. La Ilustración es pues la expresión de una nueva época ideológica y de un grupo social, la burguesía, que ya había alcanzado amplias cotas de poder económico y reivindicaban ahora un protagonismo social y político que las estructuras del antiguo régimen les negaban. La Ilustración y la Revolución Francesa son la expresión del triunfo de esta nueva clase dominante. De todas formas, la Ilustración no es un fenómeno burgués exclusivamente, pues se extiende a otros sectores de la población y tampoco toda es ilustrada.
El concepto que vertebra el pensamiento ilustrado es el concepto de razón. En ella se condensan todas las aspiraciones, las posibilidades y las pautas de actuación del intelectual ilustrado. Sin embargo, el concepto de razón en la Ilustración tiene una especificidad que le da sentido y con ello justifica todo el siglo. La razón, entendida como fuerza homogénea, también uniformiza e iguala al hombre. Todo hombre posee razón y esa es la misma para todo ser, es la misma en todo tiempo o en todo lugar. Aquí está la fundamentación del principio de igualdad, que es divisa de la Ilustración. La razón se ve como una capacidad, como un hacer, no como un contenido de verdades innatas. En este sentido, la razón actúa a partir de los datos de la experiencia, pero no se queda en ellos, sino que a partir de su análisis se pueden reconstruir las leyes que los explican. Este método demuestra la posibilidad de la razón de actuar de forma autónoma, sin necesidad de tutela exterior. Es esta capacidad de servirse de la propia razón con autonomía lo que Kant considera la máxima de la Ilustración. La afirmación de que el hombre puede pensar por sí mismo, sin las limitaciones de la autoridad o dogma, dirigió la búsqueda de la verdad en la propia naturaleza y no en las enseñanzas del pasado. Esta afirmación de la autonomía de la razón va unida a la libertad, ya que es la condición fundamental de la actuación racional por parte de los ilustrados, de la libertad de opinión y de pensamiento. El ejercicio de esta razón conduce a los hombres irremediablemente a la felicidad, en una sociedad justa y en paz. Este optimismo está reflejado en la idea de progreso que caracterizó la Ilustración. La confianza en que el hombre sepa encaminar su historia hacia el bienestar y la justicia, según los dictados de la sola razón, es la inspiración máxima de toda la Ilustración. La fuerza del progreso radica en el desarrollo científico y técnico, que inevitablemente llevará emparejadas no solo la mejora de las condiciones materiales de vida, sino también la mejora moral, con la razón como instrumento y los valores en los que se apoya su acción: libertad, igualdad y tolerancia. Los ilustrados intentaron la construcción de un espacio público de discusión de todas las cuestiones que competen al hombre, surgiendo así por primera vez la opinión pública de una sociedad civil aglutinada alrededor de la burguesía y al margen de las órdenes antiguas. Estas ideas se ponen en circulación a través de grupos de discusión, revistas, folletos, etc., que configuran toda una república de las letras. Sus impulsores son los intelectuales, los filósofos, habitantes de esta particular república que unificó a Europa bajo una determinada idea de razón.