La muerte de Dios es el acontecimiento más importante de la época actual para Nietzsche.
La visión de Dios (trascendente y suprema ley universal), va siendo sustituida por nuevas ideas. Dios es enemigo del sentido de la vida. La muerte de Dios es la metáfora que expresa la muerte de las verdades absolutas, inmutables. Con la muerte de Dios se desmorona nuestra civilización, es el fin de la cultura occidental y los valores supremos ya no tienen ningún valor. La muerte de Dios supone la muerte del Dios monoteísta, del Dios de los metafísicos (que conciben un mundo real y otro aparente y contraponen el bien y el mal). Para Nietzsche, la idea de Dios es lo que impide al hombre ser hombre y llegar a ser superhombre.
Dios es la gran objeción contra la vida. No hay lugar para Dios en la cultura moderna. Matando a Dios, redimimos el mundo. El superhombre ocupará el lugar de Dios. Renace un mundo perspectivista. A través de esta pluralidad de perspectivas, Nietzsche superará el estado nihilista en que se encuentra el ser humano cuando reflexiona sobre el pensamiento occidental. El Nihilismo va a significar el comienzo de su filosofía positiva. El Nihilismo no es una doctrina filosófica sino un movimiento histórico peculiar de la cultura occidental. Se puede distinguir entre un Nihilismo negativo y otro Nihilismo positivo.
El Nihilismo negativo es la consecuencia de la muerte de Dios, es el ocaso de la cultura occidental, ya no hay valores supremos ni un Dios todopoderoso (el Dios de los metafísicos), es la negación de todo valor. Esto explica la crítica destructiva de la tradición occidental. Sin embargo, el más importante es el Nihilismo positivo o activo:
La inversión y transmutación de los valores, es la exaltación de la fuerza de la vida. El Nihilismo pasa por tres grandes momentos:
Momento de duda
Es consecuencia inmediata de la destrucción de los valores vigentes hasta entonces.
Momento de reflexión
El ser humano se distancia de la cultura y la tradición occidental.
Momento de nueva valoración
Momento que nos lleva a una nueva perspectiva del ser, de la realidad, e incluso del hombre. Este tercer momento es recorrido no por la reflexión racional sino por algo instintivo que Nietzsche denomina voluntad de poder.
Nietzsche abre las puertas a una nueva antropología y a una nueva moral. Esta nueva interpretación del mundo será reflejada por la voluntad de poder.
La moral clásica era antinatural.
Nietzsche ofrece una moral basada en un proceso natural del hombre, en la vida. Lo esencial es la exaltación de la fuerza, la plenitud vital, el espíritu dionisíaco.
Con Sócrates desaparece el valor de lo vital en el arte trágico. Con Sócrates se empieza a matar la vida, que es sustituida por la razón, se elimina el arte y se opta por el conocimiento de las causas y por una filosofía basada en lo idéntico, en lo lógico. La nueva moral se basa en un deseo apasionado de vivir, la vida es el valor absoluto.
Superhombre, la nueva antropología
Nietzsche no concibe al hombre como alguien capaz de ser él mismo. Su voluntad de poder le va a permitir eliminar todos los valores morales a los que estaba sometido. El hombre es un ser miserable porque desprecia la tierra y el cuerpo; es un ser a medio hacer entre la bestia y el superhombre.
El hombre es un puente hacia el superhombre y no un fin en sí mismo. El hombre es algo que debe ser superado. El hombre no es un ser estático, inmóvil; está dotado de una enorme capacidad creadora. Para que llegue a ser el superhombre, tiene que superar la moral tradicional decadente y llegar a la nueva moral que está de acuerdo con su naturaleza. Para ello tiene que superar la idea de Dios: Dios ha muerto y sólo queda el hombre, que se va superando hasta el superhombre. El superhombre se preocupa, sobre todo, por la vida. Valora la vida corporal, la salud, el placer, las pasiones, la violencia. Las virtudes que ama son la fuerza física, el poder, la rebeldía del fuerte y del poderoso. Su conciencia es la conciencia de la naturaleza: lo que favorece la naturaleza es bueno y lo que la perjudica es malo. El superhombre es un ser superior que dice sí a las jerarquías entre los hombres: la igualdad sólo lleva a la moral del rebaño, de esclavos. El superhombre ha roto la jerarquía de valores tradicional. Vive fiel a la tierra, lejos de la trascendencia metafísica de los filósofos, lejos de la idea de Dios. Es fiel a lo terreno, olvidando lo espiritual. El superhombre conoce la muerte de Dios. La tierra ocupará el lugar de Dios y el hombre será ahora el creador. El superhombre vive la voluntad de poder, que es la consecuencia de las ansias de vivir, es la voluntad de dominar y recrear el mundo y sus valores. El superhombre es el ser que vive el eterno retorno.
Querer el futuro es volver a querer el pasado; todo ha existido ya. El superhombre asume la vida como experimento (continua creación y desarrollo de posibilidades) y asume el devenir (de este modo, la tarea de vivir es estética, creativa).
Nietzsche describe las tres transformaciones del hombre que va camino del superhombre:
El Camello representa al hombre que soporta el peso y la carga de toda la tradición occidental. Su máxima es el deber Kantiano.
El León es el hombre superior que elimina los restos del pasado. Se convierte en crítico y dueño de sí mismo, impone su voluntad, lucha contra su último Dios y es el hombre que crea su libertad. El Niño es el hombre por llegar, el superhombre, capaz de afirmarse por encima de los valores tradicionales. Su afán es la conquista del mundo. Representa la actitud creadora, la voluntad espontánea, la libertad verdadera, la aventura, la existencia como juego, es el sí a la vida. A partir de esta transformación empieza a aparecer el superhombre, con ansia de vivir, que se sitúa más allá del bien y del mal